Madrid. El prestigioso Premio Bartolomé de las Casas de esta edición recayó en dos importantes organizaciónes dedicadas a la defensa de la cultura indígena de América: al Centro Alternativo para el Desarrollo Integral Indígena (CADIN), que defiende los derechos y aboga por la justicia para las mujeres mayas, y a la plataforma boliviana Centro de Investigación Diseño Artesanal y Comercialización Cooperativa (CIDAC). Al no haberse logrado la unanimidad en ninguna de las candidaturas, el jurado optó por dar el premio a las dos ex aequo, como ha ocurrido en otras ediciones precedentes.
El Premio Bartolomé de las Casas lo otorga el Estado español desde el año 1991, al ser creado para reconocer la labor de instituciones y personas que se dedican a la defensa de los valores y la cultura indígena, así como a la protección de ese bien inmaterial que son los pueblos ancentrales. Entre los premiados en otros años se encuentran personalidades como Miguel León-Portilla, el poeta Natalio Hernández, el profesor e investigador Rodolfo Stavenhagen y entre los asociaciones el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, el Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas y el Coro y la Orquesta de Urubichá, en Bolivia.
En esta edición, el Jurado tuvo que elegir de un total de 19 candidaturas, de las que finalmente se eligió a las dos ganadoras. La presidenta del jurado, Eva del Hoyo, que es además directora de Políticas de Desarrollo Sostenible de la Secretaría de Estado de Cooperación Internacional, que pertenece al ministerio de Asuntos Exteriores, explicó que ahora más que nunca tienen “la necesidad de reconocer en especial la labor de las mujeres líderes indígenas y su trabajo en las comunidades, la necesidad de reconocer especialmente a las mujeres líderes indígenas, considerando que solo 4 mujeres y dos organizaciones de mujeres, han recibido el premio en 30 años de existencia del mismo”. El Premio Bartolomé de las Casas cuenta con una dotación económica de 50 mil euros y una medalla con una efigie del fraile dominico.
En cuanto a la organización de defensa de las mujeres mayas, el CADIN, se trata de una asociación que trabaja con mujeres, niñas y adolescentes de comunidades mayas para mejorar la salud integral, las relaciones de equidad e igualdad entre hombres y mujeres, tener incidencia social y fortalecer la identidad maya y la auto sostenibilidad del colectivo de mujeres. “Desde su fundación en 1997, CADIN se ha dedicado de lleno a la defensa de los derechos y al fortalecimiento comunitario de los pueblos indígenas de América, particularmente de las mujeres mayas del estado de Yucatán. Desde 2016, esta organización forma parte del proyecto Red de Promotoras Mayas de Justicia, que tiene como principal encomienda el mejorar la experiencia de acceso a la justicia comunitaria de las mujeres que viven violencia en cinco municipios de Yucatán. Esta Red de Promotoras Mayas está consolidada y cuenta con 40 promotoras de ocho municipios de Yucatán. Y su labor en el ampara de las víctimas de violencia machista en esta región es fundamental”, recoge el acta del jurado.
Además de la labor por la defensa de los derechos de las mujeres maltratadas, el CADIN también creó la Casa de la Mujer Indígena (Toj Óolal Puksi’Ik’aal, en maya), que cuenta con una ruta de atención para mujeres indígenas de los municipios de Halachó y Maxcanú, en Mérida, así como a algunas mujeres del estado de Campeche. En esta casa de atención se creó un espacio de escucha para mujeres en situación de crisis y se ofrecen servicios de atención de salud sexual y reproductiva, con especial énfasis en la sobada tradicional, una práctica ancestral maya ejecutada por parteras y que forma parte del sistema médico local. Este proyecto, respaldado por el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas, contribuye a la defensa de los derechos de las mujeres mayas y promueve la atención integral de su salud desde una perspectiva maya.
En relación a la otra asociación ganadora, el CIDAC, realiza trabajo por el “desarrollo social integral de las comunidades indígenas e interculturales en las Tierras Bajas de Bolivia” y “su misión es promover entre los artesanos indígenas y campesinos de la zona procesos sostenibles de mejoramiento económico y reconocimiento y afirmación cultural a través de la organización para la recuperación, revalorización y desarrollo del arte originario”.