Ciudad de México. "¡No se puede!", responde la realidad al futbol mexicano. Aunque el coro multitudinario grite lo contrario, dicen sí se puede para conjurar que casi nunca se puede.
Porque si en 2006 fue un patadón de Maxi Rodríguez el que nos devolvió a la realidad de sufrimiento, esta vez fue el gol de Messi, el más querido en el planeta, no aquí, en la explanada del monumento a la Revolución en Ciudad de México, donde una multitud acudió al Fan Festival de FIFA con la renovada esperanza de que ahora sí se pudiera.
La derrota de Argentina por Arabia Saudita les puso alas a esa esperanza tricolor, pero pegadas con cera, como demostró apenas pudo deslumbrar el astro Messi.
Después de la euforia, vino un silencio, una tristeza, "vieja" conocida entre la afición futbolera en México.
“La culpa fue del Tata”, decía un aficionado con una mezcla de enojo y melancolía. “Hizo mal los cambios, el primer tiempo jugaron bien pero en el segundo sólo los dejaron hacer y ahí se perdió”, dice el joven con rostro pintado pero ya un poco deslavado.
Otro aficionado y una chica aguarda afuera de uno de los tantos negocios alrededor de la Plaza de la República, los cuales estuvieron llenos y alegres antes del partido y después sólo contenían comensales callados.
“La verdad que no había con qué. Pero así es el futbol, sólo nos ilusionamos, así funciona aunque no se pueda”.