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Falleció Enzensberger, voz del pensamiento alemán de la posguerra

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Enzensberger exploró diversos géneros literarios, como el ensayo, la poesía y el teatro. En la imagen, captado en noviembre de 2011. Foto Afp
26 de noviembre de 2022 12:09

Uno de los escritores y pensadores alemanes contemporáneos más reconocidos, distinguido con el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2002, Hans Magnus Enzensberger (1929-2022), falleció el pasado jueves en Múnich a los 93 años, informó la editorial Suhrkamp.

Poeta y ensayista, considerado uno de los representantes más importantes del pensamiento alemán de la posguerra, sus obras se han traducido a más de 40 idiomas. Junto con Günter Grass, Martin Walser, Uwe Johnson y Heinrich Böll, Enzensberger fue uno de los autores más influyentes de la literatura alemana.

Enzensberger fue una figura polifacética, que incursionó en la literatura, el periodismo, la poesía, la traducción, la actividad editorial y la docencia.

Con motivo de su visita a México en 2003, para participar en un encuentro cultural organizado por el Instituto Goethe, Hans Magnus Enzensberger fue entrevistado para La Jornada por el periodista Pablo Espinosa, charla en la que habló sobre sus preocupaciones de aquel entonces y que siguen vigentes, como la migración, el racismo y la xenofobia (La Jornada, 11-11-03).

Respecto de la migración, Hans Magnus consideraba que es necesario que haya una solución compartida de integración. La manera correcta de proceder, por ejemplo, es la que han seguido los grandes países de la inmigración, sobre todo Canadá y Australia, y consiste en sentar reglas claras.

Sobre el tema de las sociedades multiculturales, el ensayista alemán señalaba que la ingenuidad crea conflictos, ya que, explicó, por una parte hay gente que idealiza la cuestión de las sociedades multiculturales, y la pinta de modo idílico y eso no puede ser, porque todas las sociedades tienen una mentalidad, una conciencia colectiva. De ahí que la ingenuidad crea conflictos. Por otro lado, me parece claro que (la migración) es un proceso irreversible. Europa occidental en 50 años tal vez sea una especie de Brasil, con todos los colores en la calle, vaticinaba el autor.

No sólo los alemanes, también los inmigrantes, tienen que acostumbrarse a la situación. Hay jóvenes turcos que no aprenden alemán y eso es desastroso naturalmente, porque no tienen empleo. Está también el problema de la criminalidad. Hay que crecer, ambas partes deben buscar una solución de integración. Los mexicanos conocen muy bien este problema por su vecindad con Estados Unidos.

Los enormes problemas que hoy afectan a las poblaciones tienen que ver con el régimen político-económico del mundo, explicó Enzensberger en dicha entrevista para La Jornada.

“Hay cuestiones que son sabidas, no soy original en eso. Cuando digo que hay problemas ecológicos, por ejemplo, es algo sabido. Mi idea como ensayista o intelectual es que éste no debe repetir cosas que ya todos saben. Tal vez con un poco de fortuna alcance a entender que los enormes problemas de la humanidad son de un tamaño demasiado grande para mí, porque soy sólo una persona como las demás.

“Existe la ilusión de que los intelectuales contamos con las soluciones. No existe ese oráculo. Existe el intelectual que dice saber todo, pero a ése hay que tomarlo con cautela. Hay que estar muy atento a ese tipo de personas, porque saben de todo, dicen de todo, que tienen la solución, pero no es cierto. Cuando hay cosas que los medios no han dicho, en ese supuesto vale la pena intervenir, como fue el caso de mi libro La gran migración, que en su momento no era un tema de actualidad.”

Nacido en 1929 en Baviera, Enzensberger estudió literatura, idiomas y filosofía en Friburgo y París. En 1955 se doctoró en la poética del escritor alemán del romanticismo Clemens Brentano, y dos años más tarde publicó su primer libro, un delgado poemario titulado Defensa de los lobos, con el que se dio a conocer. En 1965, Enzensberger fundó la revista Kursbuch, así como la editorial Suhrkamp.

Entre los galardones y distinciones que recibió a lo largo de su trayectoria se encuentran los premios: Hugo Jacobi en 1956, el de la Crítica en 1962, el Georg Büchner en 1963, el Etna Taormina en 1967, el Pasolini en 1982 y el Heinrich Boll, en 1985. En 2015 recibió el Premio Frank Schirrmacher.

Es autor de Política y delito, El interrogatorio de La Habana: autorretrato de la contrarrevolución, Detalles, Poesías para los que no leen poesías, El corto verano de la anarquía, Migajas políticas, El misántropo y Europa, entre otras obras.

Incursionó en la literatura juvenil

Escribió novelas, ensayos, memorias y dramas como El hundimiento del Titanic, que fue llevado a escena en 1980 por George Tabori. Con El diablo de los números buscó acercar las matemáticas a los más pequeños. A los lectores juveniles dedicó, por ejemplo, ¡Siempre el dinero!: Una novelita sobre economía.

En 1998 publicó El corto verano de la anarquía: Vida y muerte de Durruti, una biografía novelada del líder revolucionario español Buenaventura Durruti, y realizó una nueva traducción de la obra de Federico García Lorca La casa de Bernarda Alba.

De acuerdo con el autor alemán, para narrar la vida de Durruti, la cual permite también relatar la lucha anarquista española, se basó exclusivamente en reportajes, discursos y folletos, así como en memorias y entrevistas con testigos oculares que sobrevivieron a la guerra civil española.

Es una novela-collage, explican los especialistas literarios, una reconstrucción fragmentaria, a la vez incompleta y demasiado rica, contradictoria, vinculada con la tradición oral, donde la Historia aparece como ficción colectiva, pues Durruti, como uno de los líderes militares de la guerra civil, participó en muchos atentados, atracos a bancos y secuestros, actos clandestinos por definición, y de los cuales sería inútil esperar una relatoría exacta.

En febrero de 1989, Enzensberger fue uno de los 22 periodistas de Alemania Occidental que pidió al gobierno de Bonn medidas de presión económica contra Irán, con el fin de que este país retirara las amenazas de muerte contra Salman Rushdie, autor de la novela Versos satánicos.

No hay un tema sociopolítico que Hans Magnus Enzensberger no haya tratado, ningún género literario en el que no haya estado activo, No conocemos a nadie con quien preferiríamos dar sentido a este mundo, “Fue uno de los poquísimos pensadores con autoridad pública que advirtió contra los ‘hombres del terror’ del fundamentalismo religioso”, son algunas de las definiciones con las que medios locales reconocieron su trabajo y pensamiento.

De acuerdo con la agencia Dpa, la secretaria alemana de Cultura, Claudia Roth, lo calificó de solitario entre los poetas y pensadores de Alemania.

Al cumplir 90 años, publicó Fallobst (Fruta caída) en el que aborda la migración. El autor señala ahí que, pese a todos los conflictos y dificultades, sin migrantes se despoblaría cualquier sociedad. Nuestra literatura y nuestra lengua habrían sido un triste juego en casa sin sus emigrantes e inmigrantes, escribió.

Enzensberger advirtió sobre las siniestras conexiones de los servicios secretos y de inteligencia con las empresas de Internet: el papel de vigilantes y denunciantes ha sido asumido por millones de cámaras de vigilancia y teléfonos móviles.

Tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial operó en el mercado negro y trabajó de intérprete para las tropas estadunidenses y británicas.

Estaba desilusionado con su patria. Consideraba que la Alemania dividida en cuatro zonas –francesa, británica, estadunidense y soviética– era un desierto moral. En su Breve defensa de un agnóstico, señaló: Me salvó la idea de que ser alemán no era un oficio muy halagüeño. Prefería escribir.

Enzensberger participó en el legendario club literario Grupo 47 y formó parte de la oposición extraparlamentaria del movimiento de 1968 en Alemania. Su libro Tumulto surgió de esa época.

Fue además lector para la editorial Suhrkamp en Fráncfort, pasó algún tiempo en la Cuba socialista y también vivió en Noruega, Italia, México, Estados Unidos y Berlín Occidental, hasta que en 1979 se trasladó a Múnich.

También escribió baladas. Pero no todo aparecía con su nombre, ya que publicó con los seudónimos de Andreas Thalmayr y Serenus M. Brezengang.

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