La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) debe parar los planes anunciados para profundizar la colaboración con CropLife International, asociación comercial internacional que representa los intereses de las empresas productoras y promotoras de los plaguicidas, incluidos los que son altamente peligrosos, pidieron en un carta alrededor de 350 organizaciones de 63 países.
La misiva dirigida al director del organismo, Qu Dongyu, indica que los plaguicidas altamente peligrosos son responsables de diversos daños a la salud de agricultores, trabajadores rurales y familias campesinas de todo el mundo y han “diezmado las poblaciones de polinizadores y también están causando estragos a la diversidad y los frágiles ecosistemas”.
Esta alianza sabotea los objetivos de FAO de apoyar sistemas alimentarios que sean saludables, resilientes y productivos al tiempo que se salvaguarda la sostenibilidad del medio ambiente, consideró Sarojeni Rengam, directora de Pesticide Action Network (PAN) Asia Pacífico.
La carta destaca un análisis reciente de los archivos de la industria el cual establece que sus compañías miembros de CropLife, que son Basf, Bayer Crop Science, Corteva Agriscience, FMC y Syngenta generan más de un tercio de sus ingresos vía las ventas de plaguicidas altamente peligrosos (PAP), que son los más dañinos para la salud de los seres humanos y el ambiente. La proporción de ventas de PAP es aún más alta en los países en desarrollo, indica.
Los firmantes consideraron que desde la llegada de Qu a la FAO, la institución parece estar abriéndose a una colaboración más profunda con esas empresas que probablemente explotarán esa relación para lavar su imagen, influir en políticas y mejorar su acceso a los mercados mundiales, refiere.
En América Latina se requieren políticas de apoyo a la eliminación gradual de esas sustancias y en pro de la agroecología, dijo Fernando Bejarano, coordinador de la Oficina de IPEN para América Latina y el Caribe.