Nueva York y Chapel Hill. Por segunda ocasión en una elección legislativa consecutiva, aún no hay un ganador y es posible que no se sabrá en varios días más, y en el caso del Senado, tal vez semanas, cuál de los dos partidos nacionales triunfó, pero lo que sí se sabe es que no hubo la ola republicana pronosticada, aguando el festejo que preparaba la derecha alineada con el ex presidente Donald Trump.
Tres contiendas aun no resueltas definirán si los demócratas defendieron su mayoría en el Senado contra los republicanos, con una de ellas, la de Georgia casi seguramente procediendo -igual que hace dos años- a una segunda vuelta programada para el 6 de diciembre.
En la cámara baja, ningún partido ha captado aún los 218 escaños necesarios para ser mayoría aunque los republicanos están siendo favorecidos para obtener la mayoría pero por un margen mucho más reducido frente a los democratas y ni eso está asegurado.
Que así están las cosas 24 horas después de cerrarse las últimas casillas es bien recibido por los demócratas y su presidente Joe Biden, ya que a lo largo de las últimas décadas el partido en la Casa Blanca siempre pierde un número significativo de escaños en el Congreso.
Biden declaró hoy que “nuestra democracia ha sido puesta a prueba en años recientes, pero con sus votos, el pueblo estadunidense se ha expresado y comprobado una vez más que la democracia es lo que somos… hoy fue un buen día para la democracia”.
Para los republicanos, y sobre todo para las fuerzas alineadas con Trump, el resultado es no sólo inesperado, sino está detonando divisiones internas mientras diferentes bandas se echan la culpa. Se reportó que Trump estaba particularmente enfurecido con la derrota de su candidato para el Senado en Pensilvania como varios más que había apoyado, ya que eso debilitará su poder dentro de su partido.
A la vez, el triunfo arrollador en la reelección del gobernador de Florida, Ron DeSantis, genera de inmediato una competencia interna por la candidatura presidencial de los republicanos en 2024. Trump ya amenazó que si DeSantis se atreve lanzarse a la Casa Blanca, “podría quedar dañado”, ya que “yo puedo decir cosas sobre él que no serían halagadoras, sé más sobre él que cualquiera más allá, tal vez, de su esposa”.
Pero las filas del partido republicano siguen siendo fieles al ex presidente. Más aún, Trump, combinado con DeSantis y la reelección de Greg Abbott en Texas garantiza que el mensaje anti-migrante seguirá al centro del discurso republicano, junto con rechazo al derecho al aborto y la prohibición de libros y otros materiales considerados anti americanos, y el racismo -si es que no el supremacismo blanco- que es latente en todo eso.
En un comentario clásico de Trump la noche de la elección, afirmó: “bueno, si ganan [los republicanos], me deben de dar todo el crédito. Si pierden, no me deberían culpar de nada”.
Por ahora, muchos demócratas y observadores liberales y progresistas exhalan con alivio, y resaltan que la resistencia contra los peores elementos trumpistas -incluyendo candidatos que rechazan la legitimidad de las elecciones de 2020, fuerzas anti-aborto y antimigrantes entre otros- logró frenar lo que muchos, incluyendo el propio presidente, advertían era una amenaza existencial al sistema democrático.
Ante la ofensiva anti-aborto de la derecha republicana incluyendo su gran triunfo de anular el derecho constitucional al aborto por la mayoría conservadora de la Suprema Corte instalada por Trump, medidas para defender el derecho de las mujeres sobre sus propios cuerpos y/o esfuerzos para repudiar propuestas anti-aborto triunfaron en cinco estados, entre ellos en dos conservadores, Kentucky y Montana.
A la vez, medidas sometidas a referéndum sobre la legalización de la mariguana para uso recreativo prosperaron en dos estados más, Maryland y Missouri, aunque fueron rechazadas en otros tres estados. Con ello, 21 estados más la capital han legalizado la mariguana para uso recreativo.
También fue notable que en algunos estados claves incluyendo Michigan, Wisconsin y Pensilvania, fueron derrotados candidatos republicanos para gobernador, procurador estatal y secretario de estado que promovieron la versión falsa de Trump sobre la elección de 2020 y con ello se frustró por ahora el esfuerzo para instalar funcionarios encargados de administrar elecciones en sus estados que favorecen al ex presidente y sus aliados sobre todo para el próximo ciclo electoral.
Pero no todos estos fueron derrotados, con aliados firmes de Trump como J.D. Vance en Ohio, Ron Johnson en Wisconsin (triunfando por un margen mínimo contra Mandela Barnes) y el diputado Ted Budd en Carolina del Norte, entre otros, que triunfaron y serán parte del próximo Congreso.
Por ahora, mientras se esperan más resultados, el escenario más probable según el consenso de los expertos es que la cámara baja sea controlada por los republicanos pero por un margen mucho menor de lo esperado y un Senado que seguirá empatado. Eso, según el veterano observador y periodista politico Jeff Greenfield “representa uno de los mejores logros para el partido en la Casa Blanca en décadas”.
Pero Greenfield advierte que mientras los demócratas están festejando que la elección no resultó en una masacre política para ellos, enfrentan el hecho de que la agenda legislativa de Biden para los próximos dos años quedará básicamente anulada (si los republicanos controlan una de las cámaras). Más aún, según sondeos a boca de urna, más de dos tercios de los votantes, incluyendo una mayoría demócrata, expresaron que no desean que Biden repita como candidato presidencial en 2024.
Un 54 por ciento de los votantes desaprueba al actual presidente, según sondeos a boca de urna de CBS News. Trump tampoco es un favorito entre los volantes, con 60 por ciento de ellos con una percepción negativa del ex presidente. 2024, por ahora, es un concurso entre dos candidatos sin apoyo mayoritario.
Pero, antes de pensar en la próxima elección, ésta aún no ha concluido.