Ciudad de México. Luis Ortiz Monasterio recibió unos binoculares en el homenaje en su honor en el Palacio de Bellas Artes. No se trató de alguna escultura conmemorativa, sino de una deuda resarcida por Héctor Valle, empresario mexicano secuestrado por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) por más de 380 días y que fue liberado gracias a las gestiones del entonces embajador en el país sudamericano.
La vida es una conspiración en favor de uno
, fueron las palabras finales del discurso de Ortiz Monasterio en la sala Manuel M. Ponce, conmovido y rodeado de amigos que ha acumulado en sus casi 80 años de vida. La reunión fue para honrar su labor como parte del Servicio Exterior Mexicano y sus contribuciones en la función pública, así como en la vida política y cultural en el país.
En 2006, el entonces embajador acudió después de las negociaciones hasta la selva colombiana a recoger al mexicano en la difícil situación. En la carretera, los binoculares fueron entregados a cambio del permiso de paso. La noche de este jueves, pasó así: Aquí están
, le entregó Valle a un don Luis sonriente, con el puño en alto, festivo.
“Cuando conocí a Luis…” se pronunció múltiples veces por los siete oradores invitados, quienes relataron vivencias al lado del marinero del mundo geopolítico, pionero en la defensa de los derechos humanos, de refugiados y migrantes, así como gran ejemplo de amistad y bonhomía, humanista, un hombre que no se agota
. Guadalupe Padilla, esposa de Luis Ortiz, fue casi inseparable en cada mención, pues ha sido una compañera en las andanzas para representar a México en el mundo y como gestora cultural, quien además enaltece la gastronomía tradicional mediante su cocina con flores.
Alejandra Gómez Colorado, Tomás Calvillo, Zósimo Hernández Ramírez, Francisco López Morales, Héctor Valle México, Alfonso Zegbe y Eduardo Cruz fueron convocados en la mesa de ponentes en el reconocimiento público impulsado por El Colegio de México y el Grupo de Reflexión sobre Economía y Cultura (Grecu), petición respaldada por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura y por la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Porfirio Muñoz Ledo, sentado entre los asistentes, pidió expresar algunas palabras también, pues se conocen desde los años 60. Fue él quien ofreció al diplomático abrir camino en la oficina precursora de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.
A la sala en el Palacio de Bellas Artes llegaban y llegaban invitados, ya aun bastante avanzada la jornada de ponentes. Antes de comenzar, se formó una numerosa fila para abrazar a don Luis en tan especial fecha, a unos días de cumplir ocho décadas de vida este 6 de noviembre.
Gómez Coronado narró la aventura de lograr traer a México los tesoros de la antigua Persia, en una exposición de piezas en el Museo Nacional de Antropología en 2006, la cual rompió récord de asistencia al recibir a 600 mil visitantes. Las gestiones con el Museo Nacional de Irán, en la última misión diplomática, dieron como fruto que salieran del país de Medio Oriente los maravillosos objetos para la exitosa muestra y una amistad de la que se dio testimonio la noche del jueves.
Tomás Calvillo destacó que el embajador alertó sobre el fin de una era en el sistema internacional y la incierta transición que nos obliga a replantearnos el sentido profundo de la vida; el futuro inmediato de la humanidad está en juego. Este homenaje es una presencia y una advertencia. Apuntó que nuestra vocación como país es ser una potencia mediadora.