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Aloja el Munae 'Cada quien con su Toledo', una revisión de su obra gráfica

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De la serie 'La mujer de los aros y las cajas'. Punta seca 1979. Tomada del catálogo de la exposición 'Toledo múltiple', montada en el Museo de la American University, en Washington, en 2018. La obra se incluye en la exposición 'Cada quien con su Toledo'.
04 de noviembre de 2022 09:39

Ciudad de Mexico. La exposición Cada quien con su Toledo: Obra gráfica, 1960-2018, que se inaugurará mañana en el Museo Nacional de la Estampa (Munae), es la primera muestra de obra de Francisco Toledo (1940-2019) organizada en una institución pública de la Ciudad de México después de la muerte del pintor, grabador y ceramista, el 5 de septiembre hace tres años.

En marzo de 2020, la galería Juan Martín recordó los 20 años de que Toledo expuso gráfica allí, con una muestra de 158 piezas realizadas en las técnicas que dominó. La muestra Lu’Biaani: Francisco Toledo y la fotografía, abierta a mediados de octubre de 2021, en el Colegio de San Ildefonso, trató de un recorrido del artista por la fotografía y de cómo por medio del Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo propició un movimiento entre las generaciones venideras.

Al fallecer, todavía se exhibía Toledo ve, de casi 650 piezas, en el Museo Nacional de Culturas Populares, exposición que presentaba la faceta de diseñador del también activista y promotor cultural.

No es la primera vez que Toledo exhibe en el Munae. En 2014 montó De fábula: Francisco Toledo. Obra reciente, que consistió en grabados y planchas del artista oaxaqueño, además de carteles impresos en los talleres de gráfica digital del Centro de las Artes de San Agustín (CASA) en el montaje Mis 15 libros favoritos del IAGO: Francisco Toledo.

Imaginario congruente y libre

En el contexto de la exposición, el artista donó al Munae 45 grabados de su serie Las fábulas de Esopo, conjunto que se originó en 2013, cuando el editor e impresor Juan Pascoe encontró la edición no ilustrada Traducción de las fábulas de Esopo para el uso de los jóvenes que cursan la cátedra de Latinidad en el Colegio Seminario, impresa en 1849 por Ignacio Rincón, en Oaxaca.

En esta ocasión, la diferencia es que el expositor no habrá seleccionado personalmente las casi 200 piezas que conforman Cada quien con su Toledo, algo que siempre hacía.

El grabado atravesó toda la carrera artística de Toledo. No en vano la primera de sus iniciativas culturales fue la creación del Instituto de Artes Gráficas en Oaxaca (IAGO) en 1988, que cuenta con un acervo de miles de piezas. El escritor y gestor cultural Fernando Gálvez de Aguiñaga, quien dirigió dicho instituto de 2001 a 2005, recuerda que en ese entonces ascendía a más de 30 mil piezas. Durante mucho tiempo, el IAGO fue la oficina de Toledo, porque desde allí atendía sus asuntos.

Toledo sabía todo sobre la historia de la gráfica y las técnicas de la estampa. “Exploró todas las posibilidades; incluso se atrevió a realizar series de gráfica digital, como en la serie Bizancio, en la que empleó el escáner para terminar de unificar las imágenes, cuya matriz originaria son collages de recortes de libros y revistas de arte”, escribe Gálvez de Aguiñaga en un texto que preparó para Cada quien con su Toledo.

Hay congruencia y libertad en el imaginario desde aquel adolescente (Toledo) que aprendió con Arturo García Bustos a tallar el linóleo; sin embargo, a las incitaciones del maestro para realizar grabados de carácter político siempre respondió con el trazo de un león o un conejo, fábulas que se inventaba o que había escuchado de niño y que modelaban su imaginación visual, señala Gálvez de Aguiñaga.

El crítico de arte y curador agrega que Toledo, siempre interesado en la construcción de un mundo más justo, jamás trasladó a su estilo o temáticas una posición política evidente como la del nacionalismo artístico, corrientes del arte que, sin embargo, le fascinaban. Cada año pedía que el IAGO tuviese al menos una exposición de alguno de los miembros del Taller de Gráfica Popular que no hubiese expuesto. Acota que el único conjunto abiertamente político de Toledo fueron las cerámicas de Duelo, dedicadas a los estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos, muestra de 95 piezas de cerámica abierta en octubre de 2015 en el Museo de Arte Moderno, que giraba en torno a la violencia, los desaparecidos, las huellas de la delincuencia y el dolor.

En el magno esfuerzo editorial de Fomento Cultural Banamex por reunir en cuatro tomos la obra de Toledo, realizada de 1957 a 2017, el apartado dedicado a la gráfica cuenta con un estudio de Helga Prignitz-Poda. La especialista alemana escribe: Quizá los grabados de Toledo son idóneos para la descripción poética, porque él mismo los ha pintado y dibujado con un lenguaje poético. La gran cantidad de interpretaciones y estudios que existen sobre su obra gráfica se debe precisamente a que el propio artista emplea infinidad de metáforas para expresarse.

La exposición Cada quien con su Toledo: Obra gráfica, 1960-2018 se inaugura mañana a las 12 horas en el Munae (avenida Hidalgo 39, Plaza de la Santa Veracruz, Centro).

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