Morelia, Mich. Los puntillosos trazos de la obra de Antonio Helguera se sumaron a las actividades del vigésimo Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), con el documental Helguera: El trazo de la congruencia, dirigido por Armando Casas y producido por Canal 22.
El filme está manufacturado con una entrevista que el propio Casas hizo al dibujante en 1996, en el que se narra la carrera del monero desde el inicio y también recoge sus últimas apariciones públicas en 2021 en televisión. Mientras Helguera cuenta infinidad de anécdotas, se ven en detalle sus caricaturas más representativas.
En entrevista con La Jornada, Casas dijo que la charla con el entonces joven Antonio Helguera –en los años 90– es exclusiva y formó parte de un proyecto para el Fonca, el cual consistió en platicar con los caricaturistas mexicanos más relevantes de la época.
Entrevisté prácticamente a todos los importantes, hice una serie con ellos; posterior y gradualmente he realizado algunos documentales con esas conversaciones individuales. Ahora, en el primer aniversario del fallecimiento de Toño, me correspondía hacer la de él.
Casas explica la razón del título: “El documental se llama Helguera: El trazo de la congruencia, porque él tenía muchos aspectos que lo hicieron un artista relevante, era un gran dibujante, realmente fino. Todos sus colegas le reconocen su calidad.
También era un hombre con ideas muy claras y se mantuvo congruente con ellas. Cada uno de sus cartones era un editorial de lo que sucedía en ese momento. Su capacidad de síntesis para hacernos llegar de forma gráfica el mensaje del acontecer político era maravillosa.
En el filme, estos conceptos los muestra el propio Helguera, quien además de exponer su creatividad hace gala de su conocimiento y estudio de la caricatura en México.
Por ejemplo, reflexiona: El del caricaturista es un oficio que tiene un poco de periodista, una parte de artista gráfico y otras, como actor de teatro de carpa donde piensa chistes políticos. Es una combinación de estas tres cosas. De hecho, un cartón es un pequeño escenario de teatro de carpa. Es como un guiñol político donde pones a los personajes
.
Además, en pocos minutos, el monero hace una disección y síntesis de la historia de la caricatura en México: “Desde que comenzó, fue muy combativa, y con la litografía comenzaron a pulular las revistas de humor político… conocemos algunas como El Ahuizote, La Orquesta o El colmillo público, pero en realidad había muchas. En tiempos de Porfirio Díaz eran un vehículo muy eficaz para la difusión de las ideas... De alguna manera se forjó una tradición muy fuerte de la caricatura política en México”.
Posadas era el más famoso, pero había más
En la entrevista inédita que Casas le hizo en 1996, Helguera también dice: Paradójicamente, es una tradición muy olvidada. Lo más que se ha rescatado de esa época es lo de José Guadalupe Posada, pero él no era un caricaturista propiamente hablando; antes hay muchísimos muy buenos y extraordinarios que hicieron un trabajo muy importante, como Daniel Cabrera, Martínez Carrión, Alamilla o Constantino Escalante. Incluso, muchos sufrieron represión y algunos se convirtieron en mártires del oficio
.
Sin embargo, continúa el artista, “la caricatura política pierde el filo cuando se instaura el régimen posrevolucionario y se funda el PRI... cuando el control de la prensa se vuelve muy severo. Hay un lapso muy grande que se convierte en décadas, en el cual no se tocan temas políticos o se hace muy de refilón, con un ánimo sólo de hacer chacoteo, sin mayor intención.
“Hubo excepciones, por supuesto como el mismo Cabral, Arias Bernal, Rafael Freyre… pero es una época en que la imagen del caricaturista es muy bohemia. Eso se acabó cuando comenzaron a trabajar Rius y Abel Quezada. Ellos retomaron el sentido crítico que se había perdido.
“Después, vino la generación de Naranjo, Helioflores y Magú con quienes regresó esa corriente. Desde luego, yo me siento identificado con este tipo de caricaturistas“, agregó el dibujante que se distinguió por su trazo fino.