La devaluación de las monedas en la mayoría de las economías en desarrollo provoca que el precio de los alimentos y los combustibles no pare de aumentar, lo que incrementa el riesgo de profundizar la crisis alimentaria y energética que muchas ya enfrentan, reportó el Banco Mundial.
Aunque los precios de muchos productos básicos han retrocedido desde sus máximos, siguen siendo altos en comparación con su nivel promedio durante los pasados cinco años. Un aumento adicional en los costos de los alimentos podría prolongar los desafíos de la inseguridad alimentaria en los países en desarrollo
, advirtió Pablo Saavedra, vicepresidente de Crecimiento Equitativo, Finanzas e Instituciones del Banco Mundial.
En un informe, el organismo reportó que sumado al incremento de precios en alimentos y energías –que en sí mismo implican un pérdida de poder adquisitivo–, la depreciación de las monedas de economías emergentes frente al dólar ha provocado que resulte más costoso adquirir alimentos que no se producen de manera local.
La combinación de precios elevados de las materias primas y depreciaciones persistentes de las monedas se traduce en una mayor inflación en muchos países
, explicó Ayhan Kose, director del Grupo de Perspectivas del Banco Mundial.
El organismo detalló que desde el inicio de la invasión a Ucrania, en febrero de 2022, hasta finales del mes pasado, el precio del crudo Brent en dólares estadunidenses cayó casi 6 por ciento. Sin embargo, 60 por ciento de las economías de mercados emergentes y en desarrollo importadoras de petróleo experimentaron un aumento en los precios del crudo en moneda nacional durante este periodo, mientras 90 por ciento de las mismas también resintieron mayores precios del trigo en su moneda, frente al dólar.
El incremento en productos básicos energéticos que sirven como insumos para la producción agrícola han hecho subir los precios de los alimentos, sobre todo en aquellos que no tienen la garantía de generar lo básico para su región.
Durante los primeros tres trimestres de 2022, la inflación de los precios de los alimentos en el sur de Asia promedió más de 20 por ciento; en América Latina y el Caribe, Oriente Medio y Norte de África, África Subsahariana y Europa del Este y Asia Central avanzó entre 12 y 15 por ciento; mientras Asia oriental y el Pacífico ha sido la única región con un incremento contenido de los precios de los alimentos.
Ayhan Kose, director del Grupo de Perspectivas del Banco Mundial, explicó que los formuladores de políticas en las economías de mercados emergentes y en desarrollo tienen un espacio limitado para manejar el ciclo de inflación global más pronunciado en décadas.
Necesitan calibrar cuidadosamente las políticas monetarias y fiscales, comunicar claramente sus planes y prepararse para un periodo de volatilidad aún mayor en los mercados financieros y de materias primas mundiales
, recomendó el funcionario del organismo financiero internacional.
En adelante, se espera que luego de aumentar aproximadamente 60 por ciento en 2022, los precios de la energía disminuyan 11 por ciento en 2023. Aun con ello estarán 75 por ciento por encima del promedio de los cinco años anteriores.
Para los precios agrícolas se espera una reducción de 5 por ciento el próximo año, debido a una cosecha mundial de trigo mejor de lo previsto, suministros estables en el mercado del arroz y la reanudación de las exportaciones de cereales de Ucrania.