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'Bardo' abre el Festival de Morelia

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"Es importante para mí presentar esta película tan personal, porque es donde está mi corazón", dice a ‘La Jornada’ el director y cuatro veces ganador del Óscar, Alejandro González Iñárritu. Foto Enrique Castro
23 de octubre de 2022 10:08

Morelia, Mich. La película Bardo, del oscarizado Alejandro González Iñárritu, ayer inauguró la vigésima entrega del encuentro cinematográfico más importante del país, el Festival Internacional de Cine de Morelia. En charla con La Jornada, el director desgranó su cinta: Cuando empecé hacer este proyecto fue una cuestión más intuitiva, es de alguna forma hacer las paces con una serie de cuestionamientos e incertidumbres que me estaban cuestionando. En este proyecto tuve la forma, la visión, el coraje y el valor de poder expresar lo que pienso, pero sobre todo lo que siento. Esta película, Bardo, agregó, es el “reflejo creativo de cuestionar mi narrativa… la abordé desde la nostalgia y la melancolía y el humor como remedio. Fue muy bello a nivel emocional”.

Respecto a ser la cinta inaugural del certamen cinematográfico Iñárritu dijo: Presentar esta película tan personal es importante para mí porque es donde está mi corazón; estar acompañado por el elenco, verla juntos es maravilloso. Traerla aquí es un momento muy emocionante, memorable, esperado y es un honor estar en este festival.

Cuestión intuitiva

Regresando al contenido de Bardo, que tiene la extensión de Falsa crónica de unas cuantas verdades, el director de Biutiful, taladró su memoria y recordó: “Cuando empecé hacer este proyecto fue una cuestión más intuitiva. Es de alguna forma hacer las paces con una serie de cuestionamientos e incertidumbres que me estaban susurrando la cabeza. Tener el valor de expresar lo que siento y con la vulnerabilidad de las ideas, muchas de esas que ya he dejado de tener y de las cuales aún no tengo respuestas, ese es el Bardo en donde estoy”.

Dando la vuelta al círculo de la pregunta anterior y cruzando sus zapatos cafés de plataforma, agregó: Desprenderme de esa certeza creativa que tenía y de esa posición ideológica-artística y poner y expresar esa duda fue parte del proceso. Esa fue la parte que me retó, creativamente estoy en un espacio incierto, que me resulta más rico porque éste está creando el lugar a donde voy a habitar y a llegar después. También este espacio creativo donde me encuentro me gusta porque me da cabida para encontrar otras cosas; de retarme, burlarme y cuestionarme a mismo.

Epilogando el tema de la creatividad: “Esta película, Bardo, es el reflejo creativo de cuestionar mi narrativa… y no hay límite para eso porque el espacio y la creatividad son infinitas. Y como decía Samuel Beckett: ‘Ser artista es fracasar como nadie se atreve a fracasar’, y ese espacio lo encuentro verdaderamente hermoso”

Más delicado, Alejandro González Iñárritu dice: La película habla básicamente de ese encuentro y desencuentro del personaje Silverio Gama, que al regresar a su país se encuentra con ese nuevo-viejo amigo de algo que dejó y ya no es, de alguien que la gente cree que es pero tampoco él es esa misma persona. Porque no hay nadie más mexicano que el mexicano que deja el país, te haces más mexicano en ese momento. Porque se te acumulan las ausencias, la presencia de México se hace más poderosa con lo que añoras. Esta película la abordé desde la nostalgia y la melancolía y el humor como remedio. Fue muy bello a nivel emocional.

Alejandro González Iñárritu también mencionó que volver a rodar en el Ciudad de México, después de 20 años de Amores perros, con crew mexicano: Fue para mí algo extraordinario, he trabajado en muchos lugares del mundo, con equipos de todo tipo, pero la pasión, la entrega y la incondicionalidad que existe en cada uno de los miembros de un equipo mexicano no la encuentras en ningún otro lugar del planeta. Hay una energía, una excitación, una locura, una dignidad y un esfuerzo que no tiene límites.

El cuádruple ganador del premio Óscar confesó que otra de las cosas que celebra en su película es la contradicción: Nuestra vida está navegando entre lo sublime y lo ridículo, entre lo absurdo y lo esencial. En la película hay momentos y heridas, tanto personales como colectivas, que la belleza tiene origen en las heridas, ese es el refugio donde vamos a crecer y entendernos. Al momentos de compartir estas heridas se iluminan.

Torneando su ejemplo de la pregunta anterior y apoyándose en el bardo canadiense Leonard Cohen: “En su canción Anthem dice: ‘...en todo hay una grieta, pero por ahí entra la luz’. La película es eso es la grieta por donde entra la luz. Y nuestro país tiene una cantidad de grietas como la Conquista o la invasión estadunidense, pero hay una luz por donde podemos aprender y reírnos de nosotros”.

Explicando las escenas con remitentes literarios de Bardo, Iñárritu menciona: “Mi homenaje a Juan Rulfo es el momento en que Silverio camina en el Centro Histórico y siente la presencia de espíritus por medio de las sombras, se siente una existencia, pero no física. Evidentemente es una suma de este pozole que he tenido el placer de tener, leer la literatura Latinomericana y mundial. Específicamente la poesía de Octavio Paz fueron cruciales y presentes en la película. Otro es Jorge Luis Borges con el Aleph y Julio Cortázar con su cuento de El ajolote, cuando Silverio se asoma a la pecera… me di cuenta que mi historia de la literatura comenzó a aflorar en la película”.

Concluyendo, el director confía en que: “Los mexicanos podemos entender fácilmente esta película porque somos eso, porque Bardo es un paseo por nuestra conciencia… porque ya no me interesa hablar de la realidad como en Amores perros, porque me di cuenta de que no existe, es la que construyo en mi cabeza… Esta película me permite ir más allá de la realidad, es la verdad que imagino y la que necesito para sobrevivir”.

No me eligió por mis talentos: Giménez Cacho

Por su lado, el protagonista de la cinta Daniel Giménez Cacho, expresó su sentir sobre la primera vez que trabaja con González Iñárritu: “Creo que no me escogió por mis talentos, sino por el momento en el que me encontraba en mi vida. Estaba buscando a alguien que compartiera el momento de la vida en el que él estaba: la edad, un pasado similar, las reflexiones de la vida… a partir de ahí, en adelante hicimos un trabajo donde ya era el personaje, no necesitamos construir nada”.

Confesó que en esta simbiosis e historia común con González Iñárritu pudo experimentar cosas que jamás había experimentado en el trabajo: Debimos tenernos absoluta confianza para entregarnos a la búsqueda, dejar que las cosas acontecieran. Me di cuenta de que Alejandro tiene una mirada sobre el actor poco frecuente, él pudo ver a detalle lo que estaba haciendo, es una mirada que no es frecuente encontrarse. Fue un proceso fantástico e insólito por el tamaño, la duración, el equipo. Es algo que nunca había vivido.

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