Colonia. El camino hacia el periodista de investigación alemán más reconocido lleva a una calle estrecha y silenciosa, luego por un pasillo frío hasta un patio, donde hay una caseta de jardín en cuyo interior está sentado Günter Wallraff.
Este sábado cumple 80 años. Pero no es un tema que le importe. No es un mérito volverse tan viejo
, dijo. Y no me gusta mucho que me agasajen
.
Obrero, inmigrante, repartidor de paquetes, indigente, panadero y empleado de call center: cuando Günter Wallraff informa sobre la vida cotidiana de los que menos tienen, generalmente él ya la vivió.
Con identidad falsa, se infiltra en un ambiente, experimenta la explotación en su cuerpo, para luego poder contarla y denunciarla.
Desde 2012, revela para la cadena RTL con Team Wallraff condiciones de trabajo dudosas. Entre otras cosas, investiga los cuidados asistenciales, la logística y la hostelería.
En la parte trasera de su estudio, hay una estantería con ediciones de su título más exitoso, Cabeza de turco, traducido a 38 idiomas y con más de 5 millones de copias vendidas en alemán desde su publicación en 1985.
Este título fue publicado en español por la editorial Anagrama, que también tradujo a nuestro idioma El periodista indeseable y Con los perdedores del mejor de los mundos.
En la casa en Colonia-Ehrenfeld, en la que vive ahora, estuvo en su momento el negocio de su padre. Allí se fabricaban pianos.
Transformó una antigua casa de carruajes lindera en un centro cultural con espacios para exponer su colección de piedras y esculturas.
En el edificio delantero, construyó viviendas. Muchos necesitados y perseguidos se alojaron allí, como el cantautor Wolf Biermann tras ser expulsado de la ex República Democrática Alemana, y el indigente Richard Brox, cuya biografía se convirtió luego en bestseller.
El más famoso de los que vivieron allí fue el escritor Salman Rushdie, que tras la fatwa emitida por el ayatola iraní Jomeini temió por su vida. Eso fue en 1993.
Wallraff aún recuerda la época con Rushdie. El autor de Los versos satánicos primero vivía en la caseta del jardín, pero allí no podía dormir porque sus guardaespaldas hacían mucho ruido con los intercomunicadores. Así que lo trasladamos arriba. Ahí estaba más tranquilo
.
Asegura que de noche ve pasar su vida delante de sus ojos. Desde hace meses que me pasa que puedo dormir máximo cuatro horas. De noche, cuando estoy despierto, veo toda mi vida en cámara rápida. Reviso todo lo posible, todo lo que está sin resolver. Las omisiones, mi propio fracaso, también algunas cosas positivas.
Junto a la cama tiene un cuaderno en el que anota todo, incluidas las pesadillas, quizás algo que pueda usar para mi autobiografía
. Cree que esas cavilaciones nocturnas también tienen que ver con el oscurecimiento de la situación mundial. Hace unos meses tuvo una crisis y pensó que moría.
¿Y qué hará para su cumpleaños? Cuando cumplió 50 lo celebró en 1992 con vietnamitas en Rostock, poco después de los ataques xenófobos, pero sin decir que era su aniversario. Para sus 60 viajó a Afganistán con el fin de financiar una escuela para niñas. Ahora, a sus 80, hará algo con sentido, nada espectacular, con personas queridas que en la sociedad están bien abajo
. Típico de Wallraff.