Londres. El féretro de la reina Isabel fue llevado ayer de la abadía de West-minster a una bóveda del castillo de Windsor, luego de un día de incomparable pompa que hizo viajar a líderes de todo el mundo a su funeral y congregó a cientos de miles personas en las calles para despedirse de la monarca.
Isabel II de Inglaterra fue sepultada en la capilla de San Jorge, dentro del palacio londinense. El entierro fue privado. Sólo asistieron el rey Carlos III y los miembros de la familia real.
Los restos de la monarca reposan junto a los de su marido, el príncipe Felipe, fallecido en abril de 2021. También están ahí sepultados sus padres, el rey Jorge VI y su esposa, la reina Isabel, además de su hermana, la princesa Margarita.
Cientos de miles de personas se congregaron en la ruta que siguió la carroza fúnebre, y arrojaron flores y aplaudieron a su paso.
El ataúd iba cubierto con el estandarte real dividido en cuatro campos: dos ocupados por tres leones que representan a Inglaterra, uno por un león rampante que simboliza a Escocia, y otro por el arpa de Irlanda.
En el interior de la abadía de Westminster, donde se celebró el servicio religioso, había unos 500 presidentes, primeros ministros, miembros de familias reales extranjeras y dignatarios, entre ellos el presidente estadunidense, Joe Biden.
Tras el servicio fúnebre en la abadía el féretro fue llevado por las calles aledañas sobre un carro de artillería jalado por marinos, en una procesión militar en la que unos 6 mil miembros de las fuerzas armadas estaban ataviados con sus uniformes de gala.
Caminaron al ritmo de música fúnebre, mientras de fondo el famoso reloj Big Ben de la ciudad daba las campanadas cada minuto. Carlos III y otros miembros de la realeza encabezaron a pie la procesión militar.
El féretro fue llevado desde la abadía de Westminster hasta el Arco de Wellington antes de pasarlo al automóvil fúnebre en que fue trasladado a Windsor.
Millones de personas siguieron las exequias por televisión en sus casas, en un día feriado declarado para la ocasión. El funeral de un monarca británico nunca había sido televisado.
Isabel II murió a los 96 años el 8 de septiembre en el castillo de Balmoral, su casa de verano escocesa.
Hacia el final del servicio en Westminster, la iglesia y gran parte del país guardaron silencio durante dos minutos. Las trompetas sonaron y entonces la congregación cantó God Save the King, que por primera vez en 70 años hizo referencia a Carlos III.
En Dublín, capital de Irlanda, manifestantes antimperialistas lanzaron un ataúd con la leyenda RIP Imperio Británico
al río Liffey. La acción de protesta se enmarca en una manifestación contra la corona británica convocada por Acción Antimperialista Irlanda y pretende recordar la protagonizada en 1897 por el dirigente nacionalista irlandés de izquierda James Connolly, que coincidió con una visita de la reina Victoria.
La manifestación fue convocada para protestar contra la humillante adoración a la monarquía inglesa por parte de la clase gobernante del Estado libre
de Irlanda, y reprocharon, entre otras cosas, que las autoridades hayan ordenado que la bandera irlandesa haya ondeado a media asta durante la jornada.
El presidente irlandés, Michael D. Higgins, y el premier Micheal Martin, asistieron al funeral de Isabel II en Londres.
Los canadienses se despidieron de la reina Isabel II con un desfile en Ottawa y pequeños tributos en el resto del país, pocas horas después de su funeral en Londres.