Ciudad de México. La escritora colombiana Laura Restrepo sostuvo que Bos Mutas, protagonista de su novela más reciente, Canción de antiguos amantes, encarna mi propia ingenuidad e ignorancia
sobre el mundo árabe manifestado en Yemen, Somalia y Etiopía, a donde viajó con Médicos Sin Fronteras (MSF).
En la presentación del título en Casa Lamm la noche del miércoles pasado, la también periodista agregó que ese sujeto “tenía que ver con mi actitud frente a un mundo que me sorprendía cuando lo estaba recorriendo. Me fascinó y era como inaccesible. Bos seguramente encarna también la ingenuidad del lector o lectora que dirá: ‘¿por qué me están llevando a esta esquina tan extraña del planeta?’”
La narradora expresó una serie de preguntas que sostienen su novela, pero también la fijan en la realidad. Acerca de la publicación de los textos periodísticos sobre el viaje, descritos como Testigos del horror
, Restrepo se preguntó: ¿cuáles testigos del horror?, ¿qué latinoamericano no conoce el exilio? ¿qué latinoamericano no conoce el hambre de su pueblo?
Se refirió a los dilemas de los integrantes de MSF: ¿Para que sirve lo que están haciendo? ¿De qué te sirve cuidar a 10 personas, mientras afuera de los campamentos hay 10 mil que están muriendo?
Otras interrogantes son: ¿En qué momento el migrante se convirtió en ese extranjero que piensa distinto, viene a derrotar nuestra cultura, a quitarnos nuestros puestos y dejó de tener ese carácter tan propio de la humanidad que es una humanidad en el camino?
La novelista narró el impacto que le produjo el periplo con la organización humanitaria, donde tuvo que superar el bloqueo narrativo de su texto, que explora la presencia de la reina de Saba, pues, cuando arribó a Yemen había una crisis humanitaria tan monumental que lo último que hubiera querido es recordarla. No tenía nada qué ver esa tradición cultural tan rica con la tragedia, la sequía y la hambruna
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Tampoco tiene relación con la langosta y “el bombardeo de la alianza de Inglaterra, Estados Unidos y Arabia Saudita, destruyendo ciudades y a esa gente, casi al borde de la extinción. Mi sorpresa fue que a las migrantes les preguntaba su nombre y muchas de ellas me decían con arrogancia: ‘Somos descendientes de la reina de Saba’”.
Así decidió que era la base para su escrito publicado por Alfaguara: “Me parecía que hacía falta el relato y había que contarlo, con el doble eje de dos historias de amor. Sin ellas hubiera sido imposible, pues este libro chorrea sangre.
“La literatura y la tradición mística empezaban a imponerse en un Yemen donde la temporalidad es otra. No sientes presente, pasado ni futuro en una secuencia como se puede vivir acá. No lo digo como abstracción: íbamos en las camionetas de MSF y de pronto te decían: ‘A la derecha está el campamento de Acnur, con 200 mil personas, y a la izquierda están los restos del arca de Noé’.
Ese cruce de tiempos te invita a escribir, a borrar fronteras temporales y a traer lo mítico. El dicho de las mujeres le daba un carácter también muy distinto al hecho mismo de la migración. A pesar de ser latinoamericanos y haber conocido las dificultades, la violencia y el desplazamiento en mil formas, allá tienen una intensidad mayor.
Patti Smith o la reina punk de Saba
Frente a la editora Mayra González, Laura Restrepo explicó que las mujeres son claves en la novela, entre otras cosas porque la gran migración de ellas es arrolladora, la que va andando por esos desiertos del Cuerno de África, subiendo como marejada, atraviesa el golfo de Adén, aunque muchas no logran pasarlo y echan a andar desierto adentro. La guerra se chupa a los hombres, y son las mujeres las que acaban huyendo de las aldeas desoladas
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En torno a la idea de la gobernante mítica, recuerda que era una feminidad que llamaba a transformarla. En esa lid, la despojó de los elementos que el imaginario occidental le agregó. “Lo primero era quitarle joyas, velos, y ponerla a andar con el resto de las mujeres, lo cual tampoco era arbitrario, porque, según el mito, ella era la regidora del reino que tenía el incienso, el objeto más precioso de esos tiempos.
“Para mí, la reina de Saba era como un bello monstruo. Todo mito, pensé, tiene que ser una unificación de contrarios, estar a medio camino entre hombre y mujer, entre lo maravilloso y lo temible, entre el ruido y el silencio, entre lo malo y lo animal. El atractivo que tiene como leyenda es que es la única mujer que está en la Biblia porque es sabia y poderosa. Todas las demás están por putas, vírgenes o santas.
¿Como sería la reina de Saba si existiera? Se me ocurrió que Patti Smith era perfecta. Esa mujer altísima, con ese canto que es como de gritos, esa potencia femenina, y luego, leyendo, veo que hay críticos que le dicen la reina punk de Saba.
Bos Mutas llega, continúa la novelista, montado en el delirio de encontrar a la mujer mítica y se le presenta una que es todo lo contrario: grandota, mayor que él, a quien no le cae bien este muchacho romanticón, que atiende partos por el camino, fístulas, muertes, niñitas de 13 años que andan pariendo. Son dos mundos muy distintos. El vaivén de la novela es como Bos empieza a aterrizar esa visión de este ideal en algo tan concreto, terrenal y poderoso como Zahra Bayda
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