Ciudad de México. Cuando las percusiones y los metales son los responsables de los sonidos más predominantes en una pieza musical, ocurre algo particular. Como ejemplo está lo que la orquesta de afrobeat Antibalas causó en su público en el Foro Indie Rocks! la noche del viernes. Frente al escenario en donde Champetos del JuJu comenzó a trazar una atmósfera festiva, la banda de Brooklyn fundada por Martín Perna terminó de consumar el movimiento.
Piernas, brazos, y cuellos comenzaron a moverse al ritmo de las congas y la batería de Antibalas. Algunos cuerpos tímidos, otros casi poseídos por el ritmo de la música que inundaba el repleto lugar. Arriba en el escenario, la variedad se hacía valer. Por un lado por la mezcla de géneros: el jazz, el funk, el afrobeat, que verdaderamente era como un latido del shekere, aquel instrumento en forma de vasija que Perna estuvo tocando.
Aunque la diversidad también está en los miembros de la banda. Los diez músicos reunidos en la actualidad no son los mismos con los que Antibalas comenzó hace casi 25 años. Sin embargo, lo mismo logran armonizar hacia una misma dirección, trazada tal vez por el ritmo, para que trompeta, saxofones, guitarra, bajo, teclado y una variedad percusiones dé como resultado una fiesta sonora.
Tum pá, tum pá, tum–pa , tú marcaba el ritmo que una pequeña multitud de cuerpos iba tratando de acompañar. Algunas veces, el trompetista daba un paso adelante y demostraba la capacidad que tiene el instrumento de viento cuando está bien ejecutado y bien acompañado. Otras veces también era el turno de los timbales, que ilustraban sobre las todavía abundantes posibilidades que se pueden logran golpeando la madera y el cuero.
Al no haber pasos establecidos, la manera de moverse es más bien espontánea. Las canciones del último álbum de Antibalas, Fu Chronicles, también se escucharon por primera vez en México. La última vez que la orquesta de afrobeat estuvo en el país fue hace ya cuatro años. Cuando uno de sus miembros pregunta al público a través del micrófono, se revela que quienes los vieron entonces fueron pocos. De modo que aquella se convierte en la primera vez que la mayoría de los asistentes los escucha en vivo.
El espacio, repleto, también desbordó ánimo, uno que se mantuvo durante las casi dos horas que duró la presentación. Hasta el final, metales y percusiones resonaron fuerte.