El cambio en los procesos migratorios en México debe entenderse en el contexto de una crisis humanitaria, por lo que las Defensorías y Procuradurías de Derechos Humanos deben impulsar una visión de no discriminación, afirmó la Ombudsperson capitalina, Nashieli Ramírez Hernández.
Durante su participación en la I Cumbre Iberoamericana de Derechos Humanos, que se realiza en El Salvador, destacó que México se ha convertido en un país de destino forzoso, cuando hace apenas unos años era más de expulsión y tránsito hacia Estados Unidos.
Los migrantes, sin embargo, se enfrentan a riesgos, como violaciones graves de derechos humanos, a partir de procesos de discriminación racial o xenofobia, por lo que se debe trabajar en el manejo de riesgos, como parte de agenda nacional, pero sobre todo local.
Consideró necesario establecer un enfoque para la protección, con el fin de impulsar la integración social de las personas migrantes a partir del ejercicio de los derechos a la educación, trabajo y salud, por ejemplo.
En la Ciudad de México, recordó, se diseñó un protocolo de atención a las caravanas migrantes, así como de las personas que transitan, habitan y viven en la capital del país, como parte de los grupos de atención prioritaria.
No obstante, se requiere impulsar una agenda de seguridad desde los derechos humanos, que supere el enfoque de control y criminalización de los migrantes, y entienda los actuales procesos migratorios como una crisis humanitaria.
Con la desaparición de “La Bestia” -el ferrocarril que atravesaba México-, se diversificaron las rutas y no existen redes de apoyo comunitario, forzando a los migrantes a estacionarse y estancarse en varios puntos del país, a merced de las prácticas del crimen organizado, alertó
De ser una migración individual y en grupos reducidos, argumentó, se ha pasado a las caravanas, con liderazgos de intereses variados y a veces desconocidos, donde han buscado cierta integración para avanzar y alcanzar su destino.
Mencionó que, a la tradicional migración de personas provenientes de Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Honduras, se suman cada vez más las que llegan desde Haití, Cuba, Venezuela y Ucrania, así como de países africanos y europeos.