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La ‘fatwa’ no logró sofocar su obra

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El novelista Salman Rushdie el 10 de septiembre de 2018, durante una sesión fotográfica en París. Foto Afp
13 de agosto de 2022 12:28

En los años 90, el escritor Salman Rushdie logró escapar a inminentes intentos de asesinato, pero muchos de sus colaboradores no tuvieron tanta suerte. Y es que la fatwa que el ayatola iraní Jomeini decretó en 1989 no suponía sólo la condena del autor de Los versos satánicos, sino también la de los editores que publicaran esa obra.

Decenas de personas murieron en ataques de los extremistas musulmanes dirigidos contra los compañeros de Rushdie o en enfrentamientos de los años posteriores a su sentencia de muerte. Entre las víctimas figura Hitoshi Igarashi, el traductor japonés de la novela, el traductor italiano Ettore Capriolo y el editor del libro, William Nygaard.

Si bien el régimen iraní revocó la fatwa de manera oficial en 1998, y en 2012 el entonces presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, dijo que Rushdie había sido confinado a la historia, siguió sin estar claro si fue realmente exonerado a los ojos de todos los musulmanes de la condena a muerte que se le dictó por blasfemia contra el Islam.

A finales de 2012, el ayatola Hassan Sanei, líder de una fundación semioficial de ayuda iraní, añadió 500 mil dólares a la recompensa de 2.8 millones de dólares por la cabeza de Rushdie, quien nació en el seno de una familia de musulmanes no practicantes y siempre se ha declarado ateo.

El gobierno del Reino Unido le otorgó protección policial durante los primero años posteriores a la fatwa, sobre todo luego del intento o asesinato de sus traductores y editores. Pasó casi una década escondido, mudándose de casa y sin poder decir a sus hijos dónde vivía.

Rushdie comenzó a dejar su vida de fugitivo a finales de los años 90, luego de que Irán dijera en 1998 que no apoyaría su asesinato.

Las amenazas y boicots persistieron contra los actos literarios a los que asistía Rushdie; en junio de 2007 la reina Isabel II lo nombró caballero por sus servicios a la literatura, lo cual provocó protestas en Irán y Pakistán, donde un ministro del gobierno dijo que eso justificaba atentados suicidas.

En 2015 hizo una fuerte defensa de la revista satírica francesa Charlie Hebdo después de que su personal fuera asesinado a tiros por islamistas en París, luego de que se publicaran dibujos de Mahoma que provocaron furiosas reacciones entre musulmanes de todo el mundo.

Preludio del 11-S

Cuando Los versos satánicos se publicó en 1988 estallaron protestas a menudo violentas contra el autor, incluso un motín que mató a 12 personas en Mumbai. Sin embargo, la sentencia de muerte no logró sofocar su escritura, ya que Rushdie narró sus memorias en sus escondites con el seudónimo de Joseph Anton (por Joseph Conrad y Anton Chéjov) y escritas en tercera persona.

En 2005, Rushdie afirmó que el decreto religioso emitido para incitar a su asesinato preludiaba los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos. Y en 2016 insistió: Mi caso fue un anticipo de un fenómeno mucho más amplio que ahora nos atañe a todos.

Su soledad se ahondó tras la ruptura con su esposa, la novelista estadunidense Marianne Wiggins, a quien dedica Los versos satánicos.

Estoy amordazado y encerrado (...) Me gustaría jugar futbol con mi hijo en la plaza. Una vida ordinaria, trivial, un sueño que para mí es inaccesible, escribió.

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