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Organizaciones conminan a romper estigmas y prejuicios contra jóvenes

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Las etiquetas discriminatorias son una forma de violencia hacia los jóvenes. Entre las principales formas de exclusión están la edad, la forma de vestir, los tatuajes, o circunstancias como su condición económica o complexión corporal, señalaron las organizaciones. Foto Pablo Ramos / Archivo
10 de agosto de 2022 13:12

En vísperas del Día Internacional de la Juventud (12 de agosto), integrantes de este sector poblacional conminaron a “romper con los estigmas y prejuicios”.

En conferencia de prensa expusieron que “pedimos dejar atrás las etiquetas que se han atribuido a las personas jóvenes. No somos ninis, ni de cristal, ni mazapanes”.

Angélica Jasso, secretaria técnica de la Alianza Jóvenes con Trabajo Digno, habló de “la urgencia de no cerrar las puertas del trabajo a las personas jóvenes, y mucho menos, por causa de estigmas y prejuicios.

“Las etiquetas que descalifican a las y los jóvenes por su forma de vestir, por tener tatuajes, por su condición socioeconómica, por su edad, carecen de fundamento. Son ideas falsas, pero su efecto es real: contribuyen a cerrar las puertas a millones de jóvenes en las escuelas, en el trabajo, y a veces hasta en las familias.

“Las etiquetas dañan a quienes las reciben y también a la sociedad en su conjunto: generalizan alrededor de ideas falsas y niegan derechos. Producen exclusión”.

María Fernanda Torres Sánchez: Líder de Centro de Juventud, Sede Tlatelolco en SERAJ (Servicios a la Juventud) señaló que casi una quinta parte de la población joven, es decir el 19 por ciento declaramos haber tenido un incidente, donde sin razón aparente, nos han negado nuestros derechos y el 36 por ciento percibe que en el país hay poco o nada de respeto a sus derechos”.

Añadió que las personas jóvenes “hemos padecido discriminación identificando diversos motivos como: nuestro peso o estatura (34 por ciento), nuestra forma de vestir o arreglo personal (30)o simplemente nuestra edad (19)”.

Aclaró que “ser joven no es sinónimo de irresponsabilidad. Y es que la sociedad comparte prejuicios y estigmas sobre las personas jóvenes que están muy arraigados, por ejemplo 40 por ciento de la población justifica llamar a la policía cuando hay jóvenes reunidos en una esquina y el 60 por ciento está de acuerdo en que la mayoría de los jóvenes son irresponsables”.

Ante esto exigió “basta de prejuicios y etiquetas” y comentó que en trabajos que han realizado con jóvenes de Ecatepec, Tlatelolco y Monterrey “nos han comentado que muchas veces prefieren no decir en una entrevista de trabajo dónde viven o sus lugares de origen pues esto ha llegado a significar que los empleadores no continúen con la entrevista y menos se interesen en sus competencias”.

Los jóvenes exigieron al gobierno, a empleadores y a la sociedad dejar atrás los estigmas, prejuicios y etiquetas que carecen de fundamento y les cierran las puertas, en las escuelas, en el trabajo, y a veces hasta en las familias.

Los representantes de la Alianza Jóvenes con Trabajo Digno, afirmaron que las etiquetas discriminatorias son una forma de violencia que le abre la puerta a más violencia y precisaron que entre las principales formas de exclusión: la edad, la forma de vestir, los tatuajes, o circunstancias como su condición económica o complexión corporal.

Sucede lo mismo cuando se presentan con el cabello pintado de colores, tatuajes o perforaciones, elementos que forman parte de la expresión de identidad.

Voceras de Jóvenes con Trabajo Digno exigen que las y los empleadores les abran las puertas del empleo bien remunerado y con derechos laborales a jóvenes, en lugar de seguir desperdiciando el bono demográfico.

“El país tiene 32 millones de jóvenes en su mayoría con una escolaridad superior a la de sus padres, pero la exclusión del trabajo afecta a 7.5 millones de jóvenes, y quienes sí han conseguido empleo, trabajan en condiciones de precariedad: 10.8 millones no tienen ingreso suficiente para lo más básico y 9.4 millones carecen de acceso a salud y seguridad social”.

Llamaron a cambiar la narrativa, dejar atrás las etiquetas discriminatorias y reconocer el potencial que la generación de jóvenes representa para el desarrollo del país.

En el pronunciamiento evidenciaron que las personas jóvenes tienen mayores tasas de desempleo y exclusión del trabajo que los adultos. Y los que sí trabajan, la mayoría lo hacen en condiciones precarias: no tienen ingreso suficiente para lo más básico, no tienen acceso a seguridad social, y por lo tanto, tampoco acceso a servicios de salud, estancias infantiles, ahorro para el retiro, Infonavit y demás protecciones de la seguridad social.

Los datos más recientes de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del INEGI muestran que hay 7 millones 634 mil jóvenes excluidos del trabajo y fuera de la escuela, 3.6 millones de personas jóvenes están desempleadas. La tasa de desempleo de las personas jóvenes es mayor que la de las personas adultas. Esto quiere decir que 19 de cada 100 jóvenes buscan empleo y no encuentran, mientras que para las personas adultas esta cifra es de 11 de cada 100.

Para las mujeres jóvenes la exclusión es aún peor, pues 24 de cada 100 están desempleadas, hablamos de 1.8 millones de mujeres desocupadas o totalmente disponibles para trabajar que no consiguen trabajo.

Además, hay 3.7 millones de mujeres jóvenes que ni siquiera tienen la oportunidad de salir a buscar un trabajo remunerado o continuar sus estudios por realizar tareas domésticas o de cuidados en su casa, sin remuneración.

Muchas personas jóvenes que sí tienen un empleo remunerado carecen de condiciones de trabajo dignas. Tienen trabajos precarios, informales, sin derechos laborales.

De los 15 millones y medio de jóvenes que trabajan, 10.8 millones no tienen ingreso suficiente para lo más básico y 9.4 millones carecen de acceso a salud y seguridad social.

Agregaron que la situación de jóvenes en las zonas rurales es aún más difícil. Hay 3.3 millones de jóvenes ocupados en estos territorios, y 2.7 millones tienen trabajos informales. Casi un millón, 949 mil jóvenes en zonas rurales no perciben ingresos por su trabajo.

La Alianza Jóvenes con Trabajo Digno promueve estrategias a favor de la inclusión económica de jóvenes buscando incidir en el sector privado y en las políticas públicas.

Así mismo, “busca promover políticas públicas efectivas para la inserción laboral de jóvenes, especialmente aquellos en contextos adversos: con pobreza, rezago educativo y carencias sociales, en diálogo con las autoridades”.

Para ello, “las organizaciones que conforman la Alianza promueven acuerdos con las empresas, para implementar programas de Formación Integral para el Trabajo que permiten a becarios del programa Jóvenes Construyendo el Futuro recibir capacitaciones y experiencias laborales bien diseñadas e intensivas para que desarrollen habilidades blandas, competencias digitales y técnicas alineadas a las necesidades de los empleadores, pues sólo la transferencia monetaria es insuficiente para mejorar su empleabilidad”.

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