Ciudad de México. Pensamos que el fin de la pandemia nos iba a hacer mejores personas, pero los líderes mundiales no entendieron nada cuando vemos que hay una guerra en el horizonte. Por eso, como una pequeña luz de esperanza frente a ese panorama, debe prevalecer el arte y su posibilidad de hacer comunidad.
Esta es una de las reflexiones que Betsabeé Romero (Ciudad de México, 1963) propone en su libro Cuando el tiempo se rompió, editado por Grupo Multimedia Heraldo, en el que muestra un cuerpo de obra que aborda los temas que la artista lleva trabajando dos décadas pero que durante el confinamiento cobraron especial relevancia, como la migración y la muerte.
El volumen, que se presentará mañana en el Museo de la Ciudad de México, es también una manera solidaria de poner la mano en el hombro
, porque todos, de alguna manera, fuimos y somos migrantes, o nos rompimos al enfrentarnos a la muerte, dijo la autora en entrevista con La Jornada.
Romero aclaró que el libro no es un catálogo de la exposición con el mismo título que se presenta en ese recinto del Centro Histórico (reseñada en estas páginas el pasado 5 de junio), tampoco una retrospectiva, sino un recuento de los tiempos que vivimos, expresado tanto en las instalaciones monumentales que ha presentado durante 20 años como en su obra reciente, mucha de ella exhibida en el extranjero. Incluye más de 200 imágenes.
La crisis sanitaria “nos movió el piso y había que tomar posición frente a lo que era nuestra labor en este nuevo mundo, de eso trata Cuando el tiempo se rompió, que también es una manera de acompañarnos en esa fractura que nos dejó la pandemia, sobre todo para pensar a futuro. También es una memoria porque uno no es lo que dice, sino lo que hace y comparte”, añadió la autora, quien creó una pieza a propósito de la migración que provocó la guerra en Ucrania, una continuación de las propuestas artísticas que siempre ha presentado para llamar la atención acerca de la situación de los migrantes de México y Centroamérica.
Romero no paró de producir durante los meses de encierro. Por fortuna descubrió que es posible hacer arte en línea, además de que tomó el camellón de enfrente de su casa, donde plantó un vocho e invitó a sus vecinos a tomar agua de jamaica, es decir, a hacer comunidad para sobrevivir juntos, esa es la respuesta
, reiteró.
En el libro y en la exposición también están sus naufragios, pinturas al óleo que hablan de ese viaje de la humanidad que se rompió con la pandemia. “La sinergía de la movilidad está en crisis y en medio estamos todos, aguantando la respiración y esperando a ser rescatados, cuando ni la política ni la economía dan respuestas.
“Esos dibujos se digitalizaron y se pusieron en línea para hacer un concurso entre quienes quisieran iluminarlos. Fue un contacto diferente con un público en Internet, un experimento que me encantó, a fin de que lo pintado tenga otra salida.
‘Después del accidente’, obra incluida en la muestra que se presenta en el Museo de la Ciudad de México. Foto cortesía de la artista
Del arte digital actual me interesa el ojo de las nuevas generaciones, aunque no sabemos si eso se va a privatizar demasiado porque hay una búsqueda de mercado. Creo que los jóvenes se están acercando al arte con otros medios y preguntas, desde otro territorio y desde su manera de acompañarse por el arte. Me interesa mucho y me siento con la responsabilidad de involucrarme con esas nuevas maneras de acercarse al público.
El libro Cuando el tiempo se rompió incluye textos de curadores internacionales, así como de la escritora Mónica Lavín, quien afirma que Betsabeé ha hecho del limbo de quienes mueren sin nombre ni sepultura, un lugar visible. Los globos de Cantolla, volátiles, alegres y de ruta incierta flotaron en el patio central del Museo Británico entre calaveras de hojalata para compartir nuestra manera de celebrar la muerte: para recordar a los difuntos anónimos, los nómadas transterrados, los soñadores, los expulsados, los marginados. En esa exposición londinense de 2015, la artista mexicana sólo contaba con 24 horas para montar aquellas piezas.
Luego de la presentación del volumen, Romero inaugurará el 20 de agosto una exposición individual en el nuevo centro cultural Arte Obrera (ubicado en la avenida 20 de noviembre 445, colonia Obrera), un espacio que con mucho esfuerzo abrió el taller de serigrafía 75 Grados, con el que he trabajado casi 20 años. Haré grafitis con los chavos de la colonia, montaremos un carro y colgaremos cosas en la calle. Es un centro que está muy relacionado con la comunidad. Aunque sean épocas muy difíciles para la cultura, hay que apoyar la apertura de este tipo de recintos
.
Después, en Londres, la artista presentará una instalación en los jardines botánicos de la Reina de Inglaterra “como un gran homenaje a la importancia de la flor en México, no sólo como parte de nuestra cultura de la generosidad en la ofrenda, la devoción o la fe, sino para recordar que somos el tercer productor de flores en el mundo y 90 por ciento se consumen aquí, porque las regalamos y las comemos; nacemos y crecemos con flores.
“En la época prehispánica, el símbolo de la flor era entre terrenal y cósmico: unida por la mano del hombre que la cultiva, está una flor de cuatro pétalos, que son los cuatro elementos, pero también el universo y el punto de unión entre la flor que mira al cielo y tiene raíces en la tierra.
Esa flor es el motivo de un gran candil de 10 metros de largo y 8 de ancho que voy a colgar en el invernadero de los jardines británicos. También haré una instalación de Día de Muertos en homenaje a todos los duelos de la pandemia en el mundo
, adelantó la artista.
El libro Cuando el tiempo se rompió, de Betsabeé Romero, se presentará mañana a las 18 horas en el Museo de la Ciudad de México (José María Pino Suárez 30, Centro Histórico). Participan Carmen Cuenca y la autora.