Ciudad de México. El escritor José Agustín (Acapulco, 1944) recibió un homenaje este sábado en Cuautla por parte de sus lectores, amigos y familiares, en un amoroso encuentro donde se destacó que se trata uno de los mejores narradores en México, tanto por su presencia cultural como por su activismo desde Morelos.

Su hijo, José Agustín Ramírez Bermúdez, dijo que el novelista se aseguró desde su juventud de no irse en silencio a la tumba, siempre lleno de pasión y lujuria por la vida, furioso contra la muerte de la luz.

Un sonriente y atento Jose Agustín fue receptor de nutridos aplausos y el cariño de sus admiradores, mientras era abrazado por su esposa, Margarita Bermúdez.

En el reconocimiento participaron también Hernán Lara Zavala, Mario Casasús, José Antonio Aspe, Enrique Serna, así como el fotógrafo Barry Dominguez, quienes hablaron acerca de las obras más importantes del autor, guionista y periodista.

Ramírez Bermúdez se declaró uno más de los lectores de su padre, otro más de los seguidores de su rastro de letras y consideró que el texto José Agustín en Morelos, escrito por Mario Casasús, es deslumbrante sobre quien fuera el más joven, controvertido, innovador, rebelde y destacado escritor mexicano durante la convulsa era conocida como los 60.

Recordó que su padre “todo lo conjuraba en el calor de su estudio nocturno, en un rincón de nuestro jardín paradisíaco y desde ahí lanzaba su voz al mundo. En Cuautla vieron la luz Ciudades desiertas, Cerca del fuego, Tragicomedia mexicana, La panza del Tepozteco, La contracultura en México, Vida con mi viuda y los cientos de artículos periodísticos publicados en toda clase de periódicos y revistas recopilados después como libros de pequeños ensayos sobre literatura, cine, música y los temas más variados”.

(De Izq.) José Agustín recibió este sábado un homenaje en Cuautla, Morelos. (Centro, dos imágenes) El escritor junto a su esposa, Margarita Bermúdez. Una de las imágenes es de Barry Domínguez, captada en 1996. (Der.) Junto a su hijo José Agustín Ramírez Bermúdez. Foto Verónica Rosales / Fotogramma

Añadió que “a Morelos y a Cuautla les dedicó cuentos y sesudos análisis políticos, pero a Yautepec le tocó uno de sus mejores y más oscuros cuentos, mientras a Tepoztlán, su novela de literatura fantástica y juvenil La panza del tepozteco, al cual como un acto muy zen dio vida hasta convertirse en un libro que se recomienda ampliamente en lecturas de adolescentes”.

El hijo de José Agustín informó que este año se va a reditar una versión de lujo por los 30 años de la aparición de ese texto, con un acompañamiento visual más digno y más atractivo, porque va a haber fotografías originales, imágenes a color y textos de varios escritores.

Mario Casasús, en entrevista con La Jornada, señaló que el narrador es el más autónomo de todos nuestros escritores. No depende de becas ni premios, depende solamente de sus regalías, pues afortunadamente ha tenido muchos lectores.

El escritor José Antonio Aspe, en el homenaje, recordó cómo le decía su maestro José Agustín: Ritmo, maestro, salseo, rock, jazz, blues: el cuento posee una estructura muy musical. Cada palabra, cada coma tienen una función rítmica. El ritmo del cuento describe armonía como una página musical. Musicalidad, ritmo, eufonía. Ritmo, maestro, ritmo, cadencia. Habla, di, pega las palabras, despégalas, rómpeles la madre a las estructuras y luego rearma.

Durante su intervención, Hernán Lara Zavala destacó que “José Agustín tomó la estafeta de Carlos Fuentes y la llevó hacia latitudes opuestas. Si Fuentes en 1958, con La región más transparente cambió los derroteros de la literatura mexicana, José Agustín, con La tumba y De perfil, le dio otro giro a la literatura y la modernizó.

Le dio un lugar a la juventud, que estaba descontenta y que no había tenido un portavoz, alguien que le diera el escrito que necesitaba y que él pudo hacerlo primero que nada gracias a su enorme talento, pero por supuesto se convirtió en la voz de nuestra generación.