Ciudad de México. Luego de cinco años de investigaciones y encuentros afortunados, está listo el documental Alcira y el campo de espigas, realizado por Agustín Fernández Gabard (Montevideo, 1982), sobrino nieto de la poeta uruguaya Alcira Soust Scaffo (1924-1997), musa de los escritores infrarrealistas.
La película reconstruye los pasajes más significativos de la vida de esa legendaria mujer que en 1968, durante la ocupación de la UNAM por el Ejército, luego de resistir leyendo a todo pulmón poemas de su amigo León Felipe (1884-1968), permaneció oculta 12 días en un baño de la Facultad de Filosofía y Letras.
La ruta de Agustín tras las huellas de quien también es considerada la madre de la poesía joven mexicana comenzó en 2017, cuando contactó a este diario para hablar de su proyecto cinematográfico (La Jornada, 15/6/17). Luego de publicarse en estas páginas que el realizador buscaba en México a personas que hubieran conocido a Alcira, el historiador Alfredo López Austin (1936-2021) fue el primero en escribirle.
Fue una sorpresa, pues me habían dicho que quienes la habían encontrado en el baño ya habían fallecido, esos testimonios los daba por perdidos y resulta que no. López Austin me contó que él y Miguel León-Portilla la hallaron y auxiliaron, pero no sólo eso. Don Alfredo conoció a Alcira antes y después de ese acontecimiento. Su relato está incluido en el documental
, narra Fernández.
Después, en 2018, el también fotorreportero comenzó el rodaje en México, “y fue andar los caminos de Alcira, desde sus inicios como maestra en Pátzcuaro, Michoacán, y en los pasillos de la UNAM, que fue su casa. Fue muy especial que al llegar me dijeran: ‘Mira, esa araucaria la plantó ella y abajo están los ombligos de los hijos de sus amigas’, o ver afuera de la Facultad de Sicología la jacaranda enorme que también sembró con otros amigos.
Me quedé muy sorprendido por todo lo que se le recuerda y se le aprecia, sobre todo el dolor que les causó que Alcira se haya regresado a Uruguay, porque la suya no es una historia color de rosa. La investigación y el rodaje me llevó a conocerla más, pues la última vez que la vi yo tenía 11 años y ella era un mito familiar
.
Alcira Sous Scaffo era maestra cuando llegó a México en los años 60 gracias a una beca que recibió del Centro de Cooperación Regional para la Educación de Adultos en América Latina y el Caribe (Crefal), con el propósito de asistir al curso de formación de especialistas en educación fundamental. Trabajó con comunidades indígenas y campesinas y al final del curso escribió el ensayo La recreación en la estructura de la personalidad
, el cual sería la primera tesis publicada por el Crefal. Ese texto es lo único que se encontraba de ella en internet antes de que Agustín Fernández detonara en México el interés por la poeta que hizo de México su segunda patria.
Al finalizar aquella estancia en Pátzcuaro, Alcira consiguió una extensión de la beca para estudiar muralismo con Rufino Tamayo.
Nunca dejó de ser maestra y poeta
Si bien la experiencia de 1968 marcó el destino de la mujer, que deambuló muchos años por la Facultad de Filosofía y Letras, ella nunca dejó de ser maestra y poeta, siempre buscando gente joven sobre todo para compartir sus escritos, con ese sentido docente que tenía. Escribió hasta sus últimos días
, añade su sobrino nieto.
Agustín agrega que “una de las mayores sorpresas que recibí luego de la nota que publicó La Jornada es que me contactó un ex alumno de la UNAM que atesoraba una caja personal de Alcira con un montón de documentos, entre cartas, poemas.
“Esa caja se daba por perdida. Alcira sufrió mucho cuando desapareció. Ella se la había dado a guardar a una amiga en la UNAM, pero luego la oficina fue desalojada y se perdió la caja. Todo ese material, luego de usarlo para el documental, lo donó mi familia al archivo del Museo Universitario de Arte Contemporáneo (Muac) de la universidad, nos pareció que era lo que correspondía, que Alcira volviera a esa institución, porque ella adoptó a la UNAM y la UNAM la adoptó a ella. Hasta el día de hoy hay muchas personas ahí ávidas de saber más acerca de Alcira y su obra.
El archivo del Muac es el lugar perfecto donde se va a conservar su acervo y se va a poder consultar. De ahí salió la exposición que se presentó a finales de 2018. El material de la caja fue clave
, detalla el documentalista.
Alcira inspiró el personaje de la chica bohemia Auxilio Lacouture, de 40 años, alta, delgada, amante de la poesía y el teatro que describe el chileno Roberto Bolaño (1953-2003) en sus novelas Los detectives salvajes (1998) y Amuleto (1999).
Después, en una carta que el sub Marcos dirigió en los años 90 al escritor Juan Villoro, ubicó a la poeta la altura de Pablo Neruda, Juan Rulfo, Eduardo Galeano, Paul Eluard y Federico García Lorca. En 2019, después de detonarse el interés por la maestra, la actriz Verónica Langer llevó a escena el monólogo Alcira o la poesía en armas.
El documental Alcira y el campo de espigas está terminado
, celebra Agustín. “Estamos en proceso de postularlo en varios festivales, quiero que se pueda ver en México especialmente. No es un homenaje, pues muestra lo compleja que fue Alcira, humana, con sus cosas buenas y las que no lo eran tanto.
“Muestro su fuerza, esa energía que tuvo para escribir poesía hasta sus últimos días, algo que fue difícil para ella, pues un día dormía en una casa, otro día en una pensión y al siguiente no sabía dónde, además tenía un diagnóstico relacionado con problemas de salud mental.
El documental saca a Alcira del mito del 68 y cuenta su historia de una forma más integral, tuvo una vida difícil pero valorable, que nunca perdió el espíritu de enseñar y seguir escribiendo a pesar de sus circunstancias. No todos los misterios se revelan, ella seguirá dando muchas sorpresas todavía.