GALERÍA: La Maldita Vecindad se presenta en el Zócalo
La música fue el lenguaje que imperó las últimas horas del sábado en el Zócalo de la Ciudad de México. Al acto estelar de La Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio que había sido anunciado por el gobierno de la Ciudad de México, precedieron varios de los miembros de la Nación Comca’ac, nombre bajo el que se agrupan poblaciones seris que habitan el desierto del norte mexicano.
Músicos de la nación Comca'ac. Foto Pablo Ramos/ La Jornada
Mientras todavía se percibía la luz del sol filtrada por las espesas nubes, Roco “Pachukote” había subido al escenario colocado frente a la Catedral Metropolitana sólo para saludar al público y anunciar la salida de Hamac Caziim, una agrupación de rock pesado dedicada a fusionar música contemporánea con cantos tradicionales seris. Dirigiéndose a la audiencia casi exclusivamente en su lengua madre, los músicos indígenas lograron transmitir una energía a las personas más cercanas del escenario que pronto los puso a saltar y mover la cabeza.
Antes también se habían presentado Janeydi Molina y DJ Lalo; Rapa Brianda y Danitza Romero; así como Bestabé Torres; teniendo la música como puente principal entre ellos y el cada vez más numeroso público. El movimiento generado por Hamac Caziim fue suficiente para obligar a parte del público, especialmente mujeres y niños, a abandonar las secciones más próximas al escenario. Las personas fueron asistidas por personal de seguridad de la Ciudad de México, mientras en el escenario los seris anunciaban su último tema.
Antes de que cayera la noche, el viento y un aviso de lluvia invitaron a las personas a ponerse impermeables y sacar los paraguas, mientras tanto los técnicos preparaban los últimos detalles para que La Maldita Vecindad pudiera finalmente salir a presentarse ante una plancha ya abarrotada de gente. La cifra llegaría a los 110 mil asistentes, de acuerdo con la jefa de gobierno de la capital. Entre el público se veía a personas de todas las edades, pero en los primeros lugares destacaban aquellos que portaban sombreros y grandes trajes de pachuco.
Foto Pablo Ramos/ La Jornada
La Maldita comenzó con una suerte de ceremonia, un saludo a la Madre Tierra. Copal e incienso aparecieron en el escenario seguidos de los músicos ataviados con trajes de pachuco. Entonces Roco se dirigió al público: “la música es el puente donde siendo distintos nos podemos encontrar”, pronunció. Para el músico los últimos dos años han servido como una enseñanza para la humanidad, “porque nos hablan de que habitamos en un mundo profundamente enfermo, de desconexión con nosotros mismos, y por lo tanto con desconexión de todo lo que nos rodea”.
Así el vocalista llamó a las personas a reconectarse con la naturaleza, y concluyó su ceremonia inicial para sacudir la negatividad y mala vibra. Solín fue el primer tema que puso a bailar al público, y a partir de entonces, miles de personas no pararían de moverse al ritmo del ska y rock que La Maldita había preparado. Roco manifestó el beneplácito de la banda, estaban contentos de poder volver a la plancha del Zócalo.
Foto Pablo Ramos/ La Jornada
Tras dar un mensaje de apoyo por la manera en que las mujeres están impulsando una transformación social, “este es el tiempo de las mujeres”, dijo, el vocalista pidió a la saxofonista Malena Ríos acompañarlos en el escenario, y a partir de entonces la música volvería a pisarlo para incorporarse a varias piezas. Más tarde anunció Pata de perro recordando las cosas que hace no mucho impedía la pandemia: “agarrar nuestra mochila, irnos a dar el rol, agarrar camino, conocer nuevas gentes, nuevas culturas, nuevas formas de pensar”, enfatizó Roco.
La banda también dedicó un homenaje a las personas que perdieron la vida a causa de la crisis sanitaria, y aprovechó para recordar la vida del fallecido Lalo “Sax” Cervantes, “a parte de llorar y de pasar el duelo queremos seguir cantándole, cantándole para que nunca muera”, dijo Roco.
Foto Pablo Ramos/ La Jornada
La Maldita también celebró la afromexicaneidad al sonido de las congas con Chacahua; la voz de Tin Tan se escuchó previo a la interpretación de Los agachados; y también invitaron a Gus Cervantes, sobrino de su antiguo compañero y alumno de Lalo desde chico. Cargando dos saxofones, el joven se unió a la banda, de modo que el sonido del instrumento de viento se hizo todavía más presente.
Un gran circo, Un poco de sangre, El tieso y la negra, Don palabras y su reciente sencillo, Música guerrera, sonaron a continuación. Pero la energía llegó a su tope cuando la clásica y solicitada melodía de Pachuco llenó la plancha del Zócalo. Los cuatro saxofones tocando la canción, así como la pequeña multitud de gente que bailaba y saltaba sobre el escenario, potenciaban el movimiento que se percibía proveniente del público.
Entonces la banda paró, agradeció a la gente y se retiró para ser devueltos al escenario por el sonido de las voces pidiendo Kumbala. Roco volvió y agradeció el cariño y el apoyo recibido, y anunció su homenaje inspirado en Benny Moré. Al término el Zócalo se convirtió en un salón de baile, Kumbala era recibida con gritos de emoción y la energía se calmó. “Luz, roja es la luz / Luz de neón, que anuncia el lugar”, coreaban miles de voces al unísono.
La noche concluyó casi dos horas y media después, La Maldita interpretó su versión de La Boa y deseó a su público un buen camino de regreso, además de agradecer por la “celebración de paz y de baile”.