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La otra ciudad: amaranto contra comida chatarra

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Edith Santana y Daniela Jiménez, originarias de Santa Cruz Acalpixca, decidieron llevar al mercado sus productos de autoconsumo, como paletas, galletas y calaveritas de chocolate en las celebraciones de Día de Muertos y ferias populares. Para diciembre prevén vender un churro preparado con harina de amaranto, semilla que requiere conocimiento especial en su manipulación para que no se haga chiclosa, la cual se cultiva en Tulyehualco. Requieren apoyo para adquirir una máquina especial. Foto Yazmín Ortega
17 de julio de 2022 09:40

Ciudad de México. Edith Santana y Daniela Jiménez, originarias del pueblo de Santa Cruz Acalpixca, en Xochimilco, son dos emprendedoras que decidieron llevar al mercado los productos que elaboraban para autoconsumo, como paletas, galletas y calaveritas de chocolate con amaranto para las celebraciones del Día de Muertos y ferias populares.

El reto de las mujeres, quienes se definen como luchadoras y artesanas, es ofrecer a los consumidores en diciembre próximo un nuevo producto: se trata de un churro que será preparado con harina de amaranto, semilla que requiere de conocimiento especial para su manipulación a fin de que no se haga chicloso.

El grano que utilizan en sus diversos productos artesanales es cultivado en Tulyehualco, por lo que entre productores nos apoyamos, indicaron al manifestarse a favor de que exista una mayor inclusión de las distintas cooperativas en las fiestas populares y eventos de pueblos y barrios originarios.

Las visionarias relataron que ingresaron una solicitud de apoyo ante la Secretaría de Trabajo y Fomento al Empleo de la Ciudad de México, estimado por las autoridades en 120 mil pesos, que destinarán a la compra de la máquina que requieren para elaborar los churros saludables

De forma rudimentaria se empacan las golosinas nutritivas con base en esa semilla que se cultiva en Tulyehualco. Foto Yazmín Ortega Cortés

 

Sin embargo, tendrán que obtener más recursos por otras vías, ya que la máquina tiene un costo de 180 mil pesos, además de que necesitarán hacerse de una centrifugadora, utensilios y mesas de acero inoxidable, pero las mujeres no se amilanan ante las secuelas económicas de la pandemia, por lo que confían en recuperar el ritmo de ventas antes que tenían antes de febrero de 2020.

En 2013, Edith y Daniela, junto con otras tres personas, conformaron la cooperativa La Vaisa del Choco Amaranto Sociedad Civil de Responsabilidad Limitada, luego de que los pedidos de algunos clientes requerían facturación, por ejemplo, los chocolatines de miniatura en forma de vendas con envoltura amarilla para la empresa Le Roy, que entregaban antes del coronavirus al menos dos veces al año, así como a la Cervecería del Barrio y la cafetería Filicori, que es uno de sus clientes cautivos.

En una visita al domicilio de Edith, ubicado en la zona alta de Santa Cruz Acalpixca, al que sólo se llega después de una caminata de media hora o de un viaje en un vochito conocido como carrito de la montaña, que cobra 18 pesos, las mujeres muestran la forma de elaborar los enjambres de amaranto con chocolate, producto que cuenta con certificación nutricional de las autoridades de salud, además de que cumple con las normas de inocuidad.

Edith Santana Cabrera y Daniela Jiménez Santana muestran los utensilios con los que elaboran productos para vender como integrantes de su cooperativa en la alcaldía Xochimilco. Foto Yazmín Ortega Cortés

 

Edith acondicionó la cocina y una estancia en su domicilio con mesas de acero inoxidable y una máquina con laminillas especiales para la preparación de las galletas de amaranto cocinadas en forma de flor, triángulo o como las solicite el cliente, que adornan dedicadamente con trocitos de nuez o finas líneas de chocolate.

Ambas muestran la forma en la que elaboran los enjambres de amaranto con chocolate, las bolitas de trufas rellenas de frutos secos como dátiles y kiwis, así como los bombones con un toque de café.

Luego trabajan en el empaquetado del producto y la colocación de la etiqueta que contiene el nombre de La Vaisa del Choco Amaranto, que significa la mano.

Las mujeres indicaron que ven en la cooperativa no sólo una forma de tener empleo, sino de solidaridad entre los pobladores y de promover los productos, ante el reto de las nuevas generaciones al señalar que ahora se enfrentan a que los niños prefieren productos chatarra en lugar de alimentos elaborados con amaranto.

 

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