Uvalde, Texas. La hija de 11 años de Jessica Treviño asistió el 24 de mayo a la Escuela Primaria Robb, cuando un hombre armado asesinó a 19 niños y dos maestras. Ella no resultó herida, pero en los casi dos meses que han transcurrido, ha sufrido de ansiedad, depresión y estrés postraumático, padecimientos que han requerido que su familia gaste hasta mil 500 dólares semanales en atención física y emocional.
Los Treviño actualmente son elegibles para recibir parte de los millones de dólares que se han recaudado para ayudar a las víctimas y sobrevivientes del tiroteo, pero aún no han visto ese dinero. Por lo general, administrar y distribuir estos fondos toma meses. Sin embargo las familias tienen una enorme necesidad de ayuda ahora.
Durante una abarrotada reunión del ayuntamiento de Uvalde el martes, varias personas plantearon preguntas desde sus lugares sobre por qué parece tomar tanto tiempo entregar la ayuda financiera. Los funcionarios de la ciudad no han sido muy claros, y parecen igualmente confundidos.
“Estas familias no pueden empezar a sanar a menos que se les dé tiempo sin preocuparse de los aspectos financieros”, dijeron el alcalde de Uvalde, Don McLaughlin, y el senador estatal, Roland Gutierrez, en una carta enviada la semana pasada al gobernador de Texas, Greg Abbott. El alcalde y el legislador señalaron que ambos han recibido “varios reportes perturbadores” de personas que han recibido recursos financieros insuficientes. Ambos mencionaron a una familia que tenía problemas para cubrir las cuentas mientras su hijo continúa hospitalizado.
Se han recaudado al menos 14 millones de dólares en donativos privados y corporativos para las familias afectadas por el tiroteo. El total se ha combinado en el fondo Uvalde Together We Rise, el cual será administrado por una comisión local con la asesoría de expertos nacionales.