Ciudad de México. En un ambiente festivo, niños, jóvenes, adultos y familias completas, marcharon entre batucadas, música pop, reguetón y vendedores ambulantes, mientras en el Zócalo, los primeros contingentes disfrutaban de un concierto artístico.
En larga movilización participaron desde personas con discapacidad, la red de familias trans, estudiantes de la UNAM, funcionarios de embajadas, trabajadores del gobierno de la Ciudad de México e integrantes de organizaciones civiles, como Yaaj México, el Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria, entre otros.
Aunque durante la marcha las consignas no han sido protagonistas, algunos manifestantes portaban carteles contra los crímenes de odio, especialmente los transfeminicidios, y la discriminación, principalmente contra los portadores de VIH.
“Matrimonio igualitario, faltan cinco estados”, “Por los cristianos que no salen del clóset por miedo a su familia”, “No se trata de ser todos iguales, sino de aprender a respetar las diferencias”, “Que la primera generación en vivir una infancia sin homofobia sea una realidad”, manifestaron.
Las drag queen, los super héroes, duendes, mariposas, hadas, ángeles, hombres y mujeres enfundados en trajes de latex negro y zapatos con largos tacones, otros con short y el torso desnudo, vaqueros y mariachis con trajes modificados que dejaban ver sus cuerpos tonificados, avanzaban entre carros alegóricos y grupos de trabajadores de diversas empresas.
La 44 Marcha del Orgullo LGBTI se volvió un evento recreativo y lúdico, no sólo para las personas de la comunidad, sino también heterosexuales aliados. El arcoíris estaba presente a donde se mire: en rostros, las playeras, gorras, sombrillas, cubrebocas, shorts, calcetas, tenis, cabello, no sólo en las banderas que ondeadas durante toda la caminata.
Pese a que en los últimos días han subido los contagios de Covid-19, nadie se acordó del coronavirus ni de la sana distancia. Y quienes sí usan cubrebocas lo hacen porque en ellos están los colores de la diversidad.