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Lograr la paz, primer desafío para gobernar Colombia: Francia Márquez

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Francia Márquez es candidata del Pacto Histórico a la vicepresidencia de Colombia. Foto Pedro Anza
18 de junio de 2022 08:00

Cali. Rostros entusiastas se arremolinan en torno a una mujer negra de vestido rojo que camina por la explanada de la iglesia de la Colina de San Antonio, un parque ubicado en el barrio del mismo nombre, uno de los mas tradicionales de la ciudad de Cali. El clima de tensión general que se vive en esta y otras ciudades del país a pocos días para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, se ha relajado por un momento en este parque, en donde puede verse desfilar en carne y hueso a la potencial futura vicepresidenta, Francia Márquez, la misma que sonríe junto al candidato presidencial Gustavo Petro en pinturas, fotografías y carteles, desde no pocos muros de la ciudad. “¡Francia, Francia!, ¡Nosotros también queremos vivir sabroso!” le grita una señora de entre la multitud dispersa que aplaude y vitorea a su paso.

La emergencia de Francia Márquez como candidata a la vicepresidencia por el Pacto Histórico, irrumpió en las expectativas de la política colombiana no tanto por su aparición como personaje público, pues la larga trayectoria de esta mujer nacida en la comunidad de La Toma, una pequeña localidad en el departamento del Cauca, como luchadora por los derechos de los pueblos negros, así como su participación y liderazgo en contra de la minería ilegal y el extractivismo medioambiental, habían puesto ya los reflectores de la prensa sobre ella. En el año 2018, Francia Márquez ganó el Premio Goldman, considerado por muchos como el premio nobel que se entrega a los líderes sociales que trabajan por resolver las problemáticas medioambientales. Su largo recorrido como lideresa, así como su fuerte aceptación por parte de los movimientos sociales, le valieron mas de 800 mil votos en las elecciones del Pacto Histórico a esta mujer negra que tras amenazas de muerte por parte de grupos paramilitares tuvo que salir de su tierra y formar parte de ese ingente número de colombianos desplazados por la violencia interna. La presencia de Francia en la contienda electoral acortó, para muchos, la brecha entre la realidad social y la política tradicional. Después de intercambiar algunas palabras con un hombre que revisa el motor de su carro averiado a un costado de la iglesia, entre selfies, abrazos, bendiciones y saludos, Francia se abre camino y se sienta para ser entrevistada en una silla de madera improvisada en las orillas del parque.

 

-Se percibe un fuerte entusiasmo en muchos sectores de la sociedad colombiana respecto a usted, lo que representa y la posibilidad de que pueda participar en el gobierno de este país, sobre todo se percibe en aquellos que han sido denominados por algunos como la Colombia profunda, es decir, los pueblos negros, los indígenas, los campesinos… ¿siente usted ese apoyo?

Yo nunca uso el concepto de Colombia profunda. Eso es un concepto inventado por la gente elitista de este país. Para decir ustedes están más allá debajo de nosotros. Ustedes están en la profundidad. No me gusta usar eso. Creo que aquí no hay una Colombia profunda, aquí hay una Colombia que para ponerlo en términos claros ha sufrido el empobrecimiento. Eso de la Colombia profunda es para dividirnos como sociedad, como que hay una sociedad superior y otra inferior. Hay una en la cima y hay otra en las profundidades. Yo creo que hay que romper con eso, ese lenguaje colonial. Igual que decir que hay unas minorías y mayorías. En realidad, las minorías han sido las 47 familias que nos han gobernado en este país. La mayoría son la gente oprimida, excluida y marginada de Colombia. Han mantenido ese lenguaje de minoría para decir que somos incapaces, que somos incapaces de definir nuestro propio destino. Por eso ni creo en el concepto de la minoría ni tampoco en el concepto de la Colombia profunda.

 

-¿Cómo designaría entonces a esos que han sido excluidos de la narrativa oficial sobre el colombiano?

Yo a propósito quise usar el lenguaje de un poema de Eduardo Galeano, de Los Nadie, para resignificar y hacer entender a la gente el lugar donde nos colocan. No es que nosotros queramos ser los Nadies, es que ese es el lugar que esta sociedad elitista que nos ha gobernado nos ha colocado. Entonces lo que veo que cuando los indígenas hacen un acuerdo para la garantía de derecho, cuando los negros se movilizan, los campesinos se movilizan, los jóvenes se movilizan para exigirles a los que nos gobiernan garantías de derechos dicen “¿ustedes quienes son? Ustedes son de la Colombia profunda, ese es su lugar, ¡ustedes tienen que seguir ahí!”. Ustedes son nadie para nosotros. 50 billones de pesos se pierden cada año en este país mientras la gente no tiene conectividad, mientras no hay agua potable, mientras no hay acceso a un empleo digno, mientras no hay acceso a educación para la juventud.

 

-¿Cuáles considera que son los principales desafíos de gobernar un país tan diverso étnica y culturalmente?

El primer desafío para gobernar este país es lograr la paz. El consenso en favor de la paz es el principal desafío porque hemos tenido años y años de violencia que han bañado de sangre este país, la guerra sostenida ha generado más de nueve millones de víctimas; muchos colombianos exiliados huyendo de la violencia, un sin número de personas asesinadas, desaparecidas y pues la guerra no ha permitido que este país sea una potencia de la vida, que este país sea un país donde la igualdad, la equidad, la paz, la justicia y la dignidad sea lo que respiremos en cada calle de nuestro país. Ese es el principal desafío y es el principal desafío porque hemos tenido dirigentes políticos que apelan a seguir manteniendo la guerra, seguir manteniendo el conflicto armado porque eso les hace mantener a una comunidad empobrecida y eso les hace de alguna manera mantenerse en el poder. Generar miedo para luego vender seguridad democrática ha sido una estrategia de más de 20 años, pero ha sido la estrategia histórica. Eso nos ha llevado a ser uno de los países más desiguales del planeta, eso nos ha llevado a ser uno de los más violentos de la región y pues eso tiene que parar.

 

-¿Cómo hacer para logar la paz en medio de la guerra y de las balas?

La paz no es solamente el silenciamiento de los fusiles, la paz es inversión social, la paz es justicia social. Es un principio que debería ser de las sociedades, pero también en términos religiosos a propósito del lugar donde estamos. La biblia tiene ese postulado de que “el camino hacia la paz es la justica”, es la justicia social. Entonces ese es el principal desafío que tenemos. Segundo, erradicar el hambre. Si no se detiene el hambre en Colombia, la inseguridad y la violencia van a seguir siendo el pan de cada día. Y eso pasa por recuperar nuestro campo colombiano, eso pasa por recuperar la producción agrícola, nuestra autonomía y soberanía alimentaria, por supuesto el turismo como un potencial económico, y de generar convivencia y bienestares, es una riqueza, somos de los países mas rico en biodiversidad del plantea y eso nos pone un potencial enorme… nosotros podemos vivir sabroso, como decimos, partir de una economía para la vida y eso es lo que queremos hacer. Entonces el gran desafío enorme que también tenemos es el transito de la economía extractivista hacia una economía sostenible. En Latinoamérica hemos tenido gobiernos de izquierda, pero eso no significa que por ser de izquierda ya están planteándose un cambio del modelo hegemónico de desarrollo. La izquierda latinoamericana ha reproducido el modelo neoliberal, basado en el extractivismo, y entonces ese es el desafío que vamos a asumir en Colombia, y es cambiar la matriz energética y esa economía extractivista dependiente del petróleo, del carbón, hacia el camino de una economía sustentable. Eso no es que llegue Gustavo Petro y Francia Márquez a posicionarse el siete de agosto y ya al otro día no hay más explotación de petróleo y carbón. No, no se trata de eso, se trata de un alistamiento institucional, de generar las condiciones de infraestructura, de generar la concientización en nuestra sociedad para ir haciendo ese tránsito a que en 20 o 30 años podamos para revertir los efectos de la crisis ambiental y podamos llegar a emisión cero en nuestro país.

 

-Mucha gente en las calles se identifica con el lema del vivir sabroso que se ha popularizado con su campaña ¿qué es ese vivir sabroso que usted ha traído al discurso político colombiano?, ¿cómo podría entenderlo, por ejemplo, un mexicano?

Bueno, nosotros en medio de las dificultades, en medio de las necesidades básicas, en medio del conflicto armado hemos podido sembrar paz. Cuando las mujeres del pacífico colombiano escuchan las bombas y empiezan a tocar la marimba y el guaza, y empiezan a cantar para silenciar a partir de la música tradicional de la gente afrodescendiente del pacifico silenciar los sonidos de los fusiles, ahí hay posibilidades de una vida digna. Vivir sabroso significa para Colombia recuperar los valores sobre la vida que han sido tan fracturados por la política de muerte y por el modelo económico. Eso significa vivir sin miedo. Que podamos vivir con alegría, que podamos vivir en derecho, que podamos vivir con dignidad.

 

-La dignidad.. “hasta que la dignidad se haga costumbre” otra frase que ha hecho eco entre la gente que apoya la propuesta de gobierno que usted y Petro encabezan. Algunas veces se escuchó esa frase en el movimiento neozapatista en México. ¿qué papel juega la dignidad en este abordaje de la política?

Yo escuché en mi casa a mi abuela, que no sabia leer ni escribir, que la dignidad no tiene precio. La dignidad es lo único que nos ha quedado a nosotros en este país. Después de tanto sufrimiento, de tanta tristeza y dolores, lo único que nos ha quedado es la dignidad. Así que nos paramos desde ahí para hacer que todo el mundo viva con dignidad, para hacer que todo el mundo tenga derechos. Y eso se lo aprendí a mi abuela, una mujer que nunca aprendió a leer ni escribir porque no se lo permitieron. Pero puso los valores de lo que debería ser el buen vivir, de lo que debería ser el vivir sabroso, de lo que debería ser vivir en paz. Dignidad es poder andar sin miedo, dignidad es poder meterse los tres golpes al día, dignidad es poder tener un empleo digno, dignidad es poder tener oportunidades, dignidad es poder lograr que los que se escuche en los campos de este país sean los instrumentos musicales de la cultura, del arte, de la memoria ancestral de lo que hemos sido en resistencia. Dignidad es que los niños y niñas tengan espacios libres y que no se los reclute por actores armados y que luego el Estado los asesine. Dignidad es que esos niños tengan oportunidades para hacer sus estudios y puedan estudiar lo que les de la gana, que el estado está ahí para protegerles, no para violentarles, o para asesinarles como ha pasado en nuestro país.

 

-¿Cuáles considera que son las particularidades de este momento histórico que posibilitan su aceptación, y de lo que representa, en este proyecto de gobierno?

Hay una nueva juventud, con una consciencia y con una nueva visión política. Fueron los que salieron el año pasado a la calle. Fueron los que propiciaron un estallido social. Por muchos años eran los indígenas, los negros, los campesinos haciendo movilizaciones todo el tiempo, hoy ya es todo el país. Esos jóvenes lograron poner esa discusión de la resistencia, que era lo que siempre venían haciendo los pueblos, en la boca de todo el mundo. Todo el país estaba hablando de resistencia. Por eso fue tan fuerte la arremetida del gobierno nacional de tildarle de guerrilleros y terroristas, y criminales. El terrorismo se combate. Y poner ese lenguaje es darle un lenguaje de criminales para justificar el asesinato como ocurrió en esta ciudad. Y esos jóvenes, pues muestran el camino de un cambio, un cambio en la política. Nosotros como movimientos sociales crecimos enseñándonos que no había que meterse en la política. Que como movimientos sociales no debíamos participar en política, la política no era para nosotros, y siempre nos decían “meterse ahí es perderse”. Hoy al contrario, esa narrativa ha cambiado. Porque cuando no nos metemos como líderes sociales por miedo a perdernos en la política, pues la política termina quitándonos la vida, asesinándonos. Y entonces sí o sí hay que ocupar el estado. Sí o sí hay que participar. Con el riesgo con lo que todo eso significa, porque tiene riesgos. Pero qué mas nos espera en un país en donde el pan de cada día es asesinar a líderes y lideresas sociales. Entonces no nos queda más que decir “bueno, nos toca ocupar el Estado” y por supuesto ha sido una lucha continuada. No es que porque los jóvenes se pusieron en primera línea hoy que entonces ya apareció la iluminación para un camino de cambio de gobierno. No, es todo un proceso. Yo estoy aquí porque ha sido un proceso histórico, mi pueblo históricamente ha luchado por sus derechos, luchó contra la esclavitud, luchó para la independencia y sigue luchando por la dignidad de nuestro pueblo.

 

 

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