Ciudad de México. Al revisar los archivos fotográficos que dejó Gabriel García Márquez, una de sus nietas se topó accidentalmente con una misteriosa caja plástica que tenía escrito en una etiqueta la palabra “nietos”.
En un primer momento a Emilia García Elizondo, una de las nietas del escritor, le dio algo de temor el abrir caja, pero luego la curiosidad la venció. El fortuito hallazgo permitió develar al mundo 150 cartas inéditas que recibió García Márquez del poeta chileno Pablo Neruda, el expresidente Bill Clinton, el mandatario cubano Fidel Castro, y el actor Robert Redford, entre otros.
Cuarenta de esas cartas serán expuestas a partir del juevs 16 de junio y por espacio de dos meses, en una de las salas de la hermosa casa colonial ubicada en el sur de la capital mexicana, donde el escritor vivió junto a su esposa Mercedes Barcha por décadas hasta su muerte y que se convirtió en la Casa de la Literatura Gabriel García Márquez.
La muestra forma parte de los festejos por el 40 aniversario del Premio Nobel del escritor, que incluirá también la exposición “Gabriel García Márquez: La creación de un escritor global”, que se inaugurará el sábado 18 de junio al Museo de Arte Moderno en México tras su paso por Austin, Texas.
“Tengo 32 años y me sigue impresionando todo eso”, afirmó García Elizondo, directora de la fundación de García Márquez, en entrevista con The Associated Press al hablar del impacto de encontrar la caja en un mueble del segundo piso de la casa de sus abuelos por el que había pasado enfrente en múltiples oportunidades.
La nieta indicó que el hallazgo representó una sorpresa para su familia debido a que pensaban que todos los documentos epistolares del Gabo, como le decían sus admiradores y seres queridos, ya los tenía The Harry Ransom Center en la Universidad de Austin, Texas, que posee el acervo más grande en el mundo de documentos del escritor.
“Uno nunca espera encontrarse ese tipo de cosas, aunque uno ya sabe quién es el Gabo … siempre voy a pensar que todo está hecho por Gabo como magia”, agregó.
La exposición de las cartas se da a ocho meses de la venta de parte del armario de Gabo y su esposa, que incluyó 400 piezas de ropa, calzado y otros artículos personales, que se realizó en la casa para acercar a sus seguidores al mundo interior del escritor.
“Lo echamos mucho de menos. Por eso hacemos este tipo de actividades. Queremos mantener esta casa viva”, dijo Gonzalo García Barcha, hijo menor del escritor y padre de Emilia, al hablar de las motivaciones que llevaron a la familia a abrir nuevamente al público la residencia de Gabo.
Entre las cartas que serán expuestas están cinco de Fidel Castro, una de Neruda, dos del escritor mexicano Carlos Fuentes, dos del subcomandante Marcos, una del narcotraficante colombiano Fabio Ochoa Vásquez, una del actor Robert Redford, una del director Woody Allen, y siete de Clinton.
En una de ellas, de fecha 28 de diciembre de 1999, Clinton le relata al escritor la emoción que sitió su esposa Hillary y él en el concierto de vallenato que ofreció un grupo de jóvenes en la Casa Blanca, y le confesó que “leí las hermosas palabras que escribiste describiendo este tesoro (el vallenato) de Colombia y estoy de acuerdo en que son un maravilloso contrapunto a las imágenes negativas que a menudo se asocian con tu hermoso país”.
También está incluida una carta que escribió a mano Castro, del 10 de diciembre del 2007, en la que le relata que “estoy sometido a un régimen riguroso de ejercicios que no debo incumplir si pretendo seguir siendo útil a la revolución”.
García Barcha admitió que una de las cartas que más le cautivó encontrar fue la que envió Neruda a su padre el 22 de junio de 1972. “Esa carta les debió alegrar e impresionar. Ellos (el escritor y su esposa) eran muy admiradores de Neruda”, confesó el hijo al recordar que Gabo se la pasaba recitando los versos del poeta chileno.
Aunque existen más de 2.000 documentos epistolares de García Márquez que han servido para conocer más del proceso creativo del escritor y su vida privada, García Barcha afirmó que su padre no era muy aficionado a escribir cartas y que prefería las llamadas telefónicas. “Mi madre siempre se quejó de las cuentas de teléfono de nuestra casa”, relató entre risas.