Ciudad de México. Con la pandemia en bambalinas, la guerra en Ucrania está fortaleciendo disrupciones a corto y mediano plazo, con el mayor potencial para remodelar las industrias y las economías, según McKinsey & Company en su estudio: “La guerra en Ucrania: Doce disrupciones que están cambiando el mundo”.
De acuerdo con la firma, la invasión de Ucrania está provocando una crisis humanitaria masiva; los vulnerables sufrirán más; la política energética está girando hacia el acceso seguro y la diversificación de fuentes; la seguridad alimentaria corre riesgos; se intensifica la carrera por materiales, equipos y productos básicos críticos; ha llegado una nueva era en la gestión de las cadenas de suministro; el gasto en defensa está aumentando; la cibernética es un escenario para el conflicto; actores corporativos están tomando una posición; efectos en el sistema financiero son impredecibles y hay mucha volatilidad.
La guerra ha desplazado al mayor número de refugiados en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Hasta la fecha, 5.6 millones de refugiados han huido de Ucrania y otros 7.7 millones han dejado sus hogares para buscar refugio en otras partes del país.
Y podría empeorar: la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estima que 8.3 millones de ucranianos podrían ser refugiados para fin de año.
La guerra ha disparado los precios de lo esencial. Lo que ahora está en riesgo es la base de la pirámide de necesidades de Maslow: comida, calefacción y refugio. Los efectos son universales, pero se sentirán de forma más aguda entre los más pobres, que ya están luchando para cubrir el costo de las necesidades de la vida.
Poco después de la invasión, los precios de los fertilizantes y de varios productos alimenticios básicos aumentaron entre un 20 y un 50 por ciento. El desafío probablemente será severo. Según las últimas estimaciones de la ONU, entre un 30 y un 40 por ciento de la cosecha de otoño de 2022 en Ucrania está en riesgo, ya que los agricultores no han podido sembrar.
Mucho antes de febrero de 2022, había demanda de materiales industriales de todo tipo. Las materias primas, en particular, estaban en auge. Muchas estaban en máximos de diez años, aunque con una volatilidad de precios considerable.
Cadenas y materias
Luego vino la guerra, que aceleró las alzas de precios de decenas de productos básicos que exportan Rusia y Ucrania (por ejemplo, carbón, acero, níquel).
Los precios de algunos de estos materiales parecen haberse estabilizado recientemente. Pero el futuro depara más cambios. Los metales utilizados en la fabricación de automóviles, los compradores y vendedores están buscando un nuevo equilibrio global.
Las cadenas de suministro se están reconfigurando una vez más, como parte de un largo viaje hacia la resiliencia. Es posible que, a medida que el gasto cambie de bienes a servicios, se aliviará parte de la presión sobre las cadenas de suministro, pero no toda. Mientras tanto, a medida que aumenta la tensión, el nearshoring (la subcontratación a países cercanos), especialmente en las industrias de la construcción y la alta tecnología, y el onshoring (la subcontratación a regiones domésticas) vuelven a estar sobre la mesa de discusión, junto con una nueva idea: friendshoring (que es, en palabras de Janet Yellen, secretaria del Tesoro estadounidense, un compromiso de trabajar con países que tienen una “fuerte adherencia a un conjunto de normas y valores sobre cómo operar en la economía global.