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Inclusión de Cuba en la Cumbre de las Américas, siempre el dilema

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Cuando Bill Clinton convocó por primera vez este foro se zanjó el asunto al estilo de la guerra fría: el régimen castrista no cabía en la definición de “las democracias”. Foto Tomada del Twitter @CumbreAmericas / Archivo
25 de mayo de 2022 08:00

Ciudad de México. Incluir a Cuba o excluirla, esa ha sido la cuestión constante en todas las discusiones previas de las Cumbres de las Américas desde su origen. Desde 1994, cuando Bill Clinton convocó por primera vez este foro (en Miami), se zanjó el asunto al estilo de la guerra fría: el régimen castrista no cabía en la definición de “las democracias” que habrían de poner al día los términos de las relaciones hemisféricas con el libre comercio como eje del desarrollo.

La primera Cumbre de Bill Clinton fue una respuesta de Washington a una iniciativa latinoamericana que tuvo lugar tres años antes: México convocó en 1991 la primera Cumbre Iberoamericana en Guadalajara, con una premisa opuesta: un espacio donde sí cupiera Cuba, no así Estados Unidos. Transcurrieron siete cumbres mas y no fue sino hasta 2018, en Perú, que la presión latinoamericana hizo imposible mantener el veto a La Habana. Pero entonces fue Donald Trump quien no asistió.

Las siguientes convocatorias le dieron seguimiento a este espacio inaugurado en Miami. Primero, la Cumbre extraordinaria para el desarrollo sustentable en Santa Cruz, Bolivia, con Gonzalo Sánchez de Lozada 1996; dos años después la segunda Cumbre en Santiago de Chile, ya incorpora al Grupo de Río, al Caricom y a la OEA en las definiciones del plan de acción y la declaración. En el 2001, la III Cumbre, en Quebec, empieza a trazar la nueva política de exclusiones y sanciones, con la redacción de la Carta Democrática que se adoptará en una asamblea general de la OEA en Lima, Perú, poco después.

En 2005 se realiza la IV Cumbre en Mar del Plata. En el contexto, en el hemisferio, al fin, todos los gobiernos surgen de procesos electorales más o menos funcionales. Pero la región vive un prolongado periodo de estancamiento y empobrecimiento, resultado catastrófico del periodo neoliberal más ortodoxo de los noventa (que por algo se llamó la década perdida). Son los años de grandes crisis monetarias en que gobiernan Carlos Salinas y Ernesto Zedillo en México, Carlos Menem y Fernando de la Rúa en Argentina, Fernando Cardoso y Fernando Collor de Melo en Brasil, Patricio Aywin y Eduardo Frei en Chile, donde más arraigan las doctrinas de los Chicago Boys y muchos otros de la misma escuela. Las secuelas de las privatizaciones, la inflación, el sacrificio de los programas sociales y salarios se extienden en la primera década del nuevo siglo.

Pero el equilibrio político del continente es otro. Es el “ciclo progresista” y gobiernan Hugo Chávez en Venezuela, Lula da Silva en Brasil, Néstor Kirchner en Argentina, Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador, Fernando Lugo en Paraguay. Y el intento de George Bush de crear el ALCA (Área de Libre Comercio para las Américas, otra vez sin Cuba) naufraga al grito chavista de “Alca…al carajo”. El mexicano Vicente Fox es uno de los personajes que sale de esa cumbre con la mayor carga de frustración.

En 2009, ya con Barack Obama en la Casa Blanca, el clima de la V Cumbre de las Américas en Puerto España, Trinidad Tobago, es distinto. En la esquina de los más conservadores van quedando pocos mandatarios, entre ellos Felipe Calderón de México y Álvaro Uribe, de Colombia. Obama sostiene que es hora de “superar décadas de desconfianza y escuchar a todos”. El secretario general de la OEA José Miguel Insulza llega a aventurar que en la próxima cumbre asistirá Cuba. Empieza el deshielo

En 2012 el presidente colombiano Juan Manuel Santos no logra vencer las resistencias de la derecha interna y externa. Para la VI Cumbre en la ciudad amurallada de Cartagena de las Indias no se extiende invitación a Cuba, pese a que los presidentes del ALBA (Alianza Bolivariana) advierten que ellos tampoco acudirían si se volvía a excluir a la nación del Gran Caribe. Al menos se logró que el propio Santos abriera la discusión sobre la conveniencia –o no—de seguir con esta exclusión. Además, viajó personalmente a La Habana para explicarle al presidente cubano Raúl Castro la situación.

Al final, el supuesto boicot no procede. Salvo Correa, todos los demás, incluyendo a Cristina Kirchner y a Dilma Rousseff, asisten. El mismo presidente colombiano admitió que “para la siguiente cumbre no va a ser fácil no invitar a Cuba”.

Panamá 2015. Durante los preparativos de la VII Cumbre prácticamente todos los países latinoamericanos abogaron por la asistencia de Cuba. La cancillería panameña extiende la invitación al presidente Castro. Por primera vez aparece la foto de un mandatario cubano entre los demás jefes de Estado participantes. La OEA fue factor para hacer efectiva esa asistencia. Incluso hubo una reunión bilateral entre Obama y Castro. En julio se formalizaría el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre las dos naciones.

Lima 2018. VIII Cumbre. Donald Trump, desde la Casa Blanca, rompe la línea de continuidad en el proceso de normalización de las relaciones hemiséricas y ahora es él quien boicotea la reunión, enviando en su lugar al vicepresidente Mike Pence, mientras Raúl Castro ocupa su lugar. Hay registro de esa ocasión con el presidente mexicano Enrique Peña Nieto, muy jovial, haciendo selfies con Mark Zuckerberg.

La convocatoria de la IX Cumbre, programada en Los Ángeles, recae nuevamente en Washington y Biden ha regresado a las prácticas de tiempos de la confrontación. A la exclusión de Cuba suma la de Venezuela y la de Nicaragua.

El anuncio del presidente mexicano de que no asitirá si estos tres países son excluídos tiene eco. Bolivia, Chile, Honduras, Argentina y la Comunidad del Caribe se han pronunciado a favor de la inclusión de todos. Los opositores a la IV hierven en adjetivos contra López Obrador y el canciller Marcelo Ebrard. “Abogado de los tiranos”, se lee por ahí.

Pero contrario a las apuestas por el fracaso de la diplomacia, la postura mexicana tiene cierto efecto. Contra reloj, a menos de dos semanas de la cita en Los Ángeles, las negociaciones aprietan. Este lunes El Nuevo Herald de Miami filtra la posibilidad de que Estados Unidos invite a algún funcionario cubano (no al ministro de Relaciones Exteriores Bruno Rodríguez) como “observador”. Esta misma semana Christopher Dodd, asignado por Biden como asesor especial para la Cumbre de las Américas, sostuvo una conversación vía digital con el presidente López Obrador. Es evidente de que el vecino del norte no se resigna a ser la silla de México vacía.

Habrá otros ausentes. Daniel Ortega de Nicaragua y Nicolás Maduro de Venezuela parecen fichas secundarias. Los presidentes de Guatemala Alejandro Giammattei y de Brasil Jair Bolsonaro han confirmado que no asistirán. Tienen sus propios problemas bilaterales con Biden.

En cuanto a López Obrador y a Luis Arce de Bolivia…la moneda está en el aire. De cualquier modo, una vez Cuba está en el centro de la mesa de debates en el continente americano.

 

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