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Armas, sangre de niños y una cúpula política sin respuesta

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La comunidad de Uvalde colocó un memorial improvisado frente a la Escuela Primaria Robb, el 25 de mayo de 2022. Foto Afp
25 de mayo de 2022 21:34

Nueva York. Las manchas de sangre de niños baleados con armas de asalto tipo militar solo provocan que los políticos y sus cómplices expresen su lamentos, hagan discursos repitiendo que estos actos son intolerables mientras que los gritos de dolor e ira de familias de víctimas se suman al luto colectivo que acompaña la incesante matanza cotidiana con armas de fuego en Estados Unidos.

Lo ocurrido el martes en el pueblo de Uvalde, Texas, donde un joven de 18 años mató a 19 niños y dos maestros e hirió a por lo menos otras 17 personas en una primaria, fue el peor tiroteo masivo en una escuela desde diciembre de 2012 cuando un joven mató a 20 niños y seis adultos en una primaria en Newtown, Connecticut.

Pero Uvalde no fue el primer incidente de un tiroteo en una escuela este año, es ahora sólo uno de 27 hasta la fecha. Tampoco fue un tiroteo masivo extraordinario, sino uno de los 213 que se han registrado en las primeras 20 semanas del año, según el Gun Violence Archive [www.gunviolencearchive.org]. Más aún, en la década entre Newtown y Uvalde, se han registrado más de 3 mil 500 tiroteos masivos. Estas tragedias se han vuelto en algo ordinario.

De hecho, hace solo unas semanas, los Centros de Control de Enfermedades (CDC) emitieron un informe donde por primera vez se registra que las armas de fuego son la principal causa de muerte entre niños y adolescentes en Estados Unidos.

El joven Salvador Ramos, poco después de cumplir 18 años de edad, compró legalmente dos rifles de asalto semiautomático tipo AR-15 y 375 municiones en su pueblo en Texas, estado donde uno no puede comprar alcohol pero sí balas a esa edad. Casi todas las armas usadas en tiroteos escolares fueron obtenidas legalmente por el asesino o por sus familias; y las armas de preferencia han sido rifles de asalto semiautomáticos.

A pesar de las ahora ya rutinarias exclamaciones y lamentos de los políticos de ambos partidos todo indica que, una vez más, no se hará nada para evitar otro tiroteo, otra masacre de niños más -y eso ante el hecho de que una gran mayoría de los estadunidenses favorece leyes para un mayor control de armas de fuego desde hace años, según sondeos.

Es casi increíble registrar las declaraciones de algunos líderes republicanos quienes reiteraron que una solución a tanta violencia con armas de fuego en escuelas y otros lugares públicos es… más armas.

El procurador general de Texas, Ken Paxton, afirmó en una entrevista con Fox News: “no podemos parara a gente mala de hacer cosas malas. Podemos potencialmente armar y preparar y capacitar a maestros y otros administradores a responder rápidamente”. Lo mismo argumenta su colega texano, el senador Ted Cruz.

Vale señalar que Abbott promulgó varias leyes para aflojar restricciones sobre armas, incluyendo una el año pasado donde, según explicó, “texanos que legalmente son dueños de una arma ahora les será permitido portarla en público. No se requiere licencia ni capacitación”.

Estos políticos republicanos y sus colegas repiten que en incidentes como el de Uvalde, el problema no son las armas, sino la “salud mental” (Texas es uno de los estados que menos financia programas de salud mental).

Pero el argumento favorito de estos líderes republicanos es contratacar a sus contrincantes al acusarlos de “politizar” estas tragedias para usarlas a fin de promover medidas contra el supuesto sagrado derecho constitucional a las armas.

Por su parte, los demócratas, empezando con el presidente Joe Biden, insistieron en que hacer algo para controlar las armas de fuego es impostergable, y culparon a republicanos de obstaculizar todos los intentos para imponer mayores controles a la venta y uso de armas de fuego, sobre todo las de estilo militar. Que el presidente implore que se haga algo mientras su partido controla la Casa Blanca y ambas cámaras del Congreso parece un poco incongruente, pero las reglas anticuadas del Senado permiten que una minoría frene iniciativas como una reforma sobre las armas.

“Ya basta… nadie en Estados Unidos necesita un AR-15. ¿Cuántos niños, madres, padres más necesitan ser asesinados en sangre fría antes de que el Senado tenga el coraje para prohibir las armas de asalto y enfrentarse a la Asociación Nacional del Rifle (NRA)?”, declaró el senador Bernie Sanders. Su colega de Connecticut, donde ocurrió el peor tiroteo escolar hace casi una década, el demócrata Chris Murphy preguntó a los legisladores en el pleno del Senado: “¿qué estamos haciendo aquí?… mientras nuestros niños corren por sus vidas”, y hasta se arrodilló para rogar que sus colegas tomen alguna acción. “Esto sólo sucede en este país… en ningún lugar los pequeños van a la escuela pensando que podrían ser baleados ese día”.

La diputada federal demócrata Alexandria Ocasio-Cortez tuiteó a los republicanos: “no hay tal cosa como ser ‘pro vida’ mientras apoyan leyes que permiten que niños sean baleados en sus escuelas, a los avanzados de edad en supermercados, a fieles en sus iglesias… eso es idolatría de la violencia”.

Ante las recomendaciones de responder con más armas por Cruz y otros republicanos, el diputado federal por Arizona Rubén Gallego respondió vía tuit: “Vete a la chingada Ted Cruz, te importa un feto pero permites que nuestros niños sean masacrados…”.

Con toda la pasión real o actuada de la cúpula política estadunidense, las condolencias, los momentos de silencio, las “oraciones” y mientras los expertos en trauma acuden a otro lugar más para atender a niños y sus padres, por ahora no se vislumbra algún cambio para controlar el país más armado del mundo (con aproximadamente 400 millones de armas de fuego en manos privadas).

De hecho, está programada la convención anual de la NRA en Houston a fines de esta semana, y hasta ahora están programados como oradores el gobernador, los dos senadores de Texas, y el ex presidente Donald Trump.

Tal vez las voces más potentes en este debate, y las más esperanzadoras en provocar un cambio, son las de víctimas que se han vuelto activistas contra la violencia de las armas de fuego. El movimiento que surgió de los estudiantes que sobrevivieron el tiroteo en una preparatoria en Parkland, Florida en 2018, March for our Lives, difundieron un mensaje sencillo: “demandamos y merecemos una nación libre de la violencia de las armas”.

Al mismo tiempo, una de las voces públicas más feroces esta semana es la de Steve Kerr, el gran entrenador del equipo de basquetbol Golden State Warriors, quien en conferencia de prensa antes de un partido de la serie final del campeonato declaró el martes: “no quiero hablar de basquetbol esta noche [el día de la masacre en Uvalde} -eso no importa”. Temblando con furia, recordó que en los últimos días hubo un tiroteo en el estado de Nueva York contra afroestadunidenses, otro contra asiático-americanos en California y ahora “tenemos a niños asesinados en una escuela”, y excamó: “estoy tan cansado de presentarme para ofrecer condolencias… estoy cansado de los momentos de guardar silencio. Basta ya!”.

Golpeando la mesa preguntó a gritos“¿cuándo vamos hacer algo?”. Acusó que 50 senadores rehúsan actuar en respuesta a los deseos de las mayorías por mayor control de armas, y con ello “nos tienen como rehenes. Les pregunto “¿van a poner sus deseos por el poder sobre las vidas de nuestros niños?”. [/twitter.com/StephenCurry30/status/].

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