Ciudad de México. Camuflada entre el vaivén de la Zona Rosa se encuentra la pequeña Seúl
. Restaurantes, tiendas de autoservicio, de golosinas, una clínica y una panadería son concurridas por la comunidad coreana, que decidió quedarse a vivir en la colonia Juárez, la menos poblada de las 33 que conforman la demarcación Cuauhtémoc.
A finales de la década de los 90, cuando Polanco aún no era una de las zonas hoteleras más importantes de la capital, se registró una ola de inversionistas coreanos que decidieron sentar su residencia en la colonia Juárez.
A principios del siglo llegaron a ser más de 6 mil coreanos de los 28 mil habitantes que tenía la colonia Juárez
, recordó el titular de la Oficina de Enlace de México en Estrasburgo, José Alfonso Suárez del Real.
En las calles Hamburgo, Praga, Londres, Biarritz y Oxford se encuentran los establecimientos concurridos por la comunidad coreana; algunos de sus miembros no faltan los domingos por las mañanas a la celebración religiosa que se realiza en un viejo edificio de la calle Varsovia, luego de que su recinto fue cerrado hace más de dos años por la emergencia sanitaria.
El ex secretario de Gobierno comentó que entre las calles Florencia y Niza, la avenida Chapultepec y hasta la lateral de Paseo de la Reforma residen alrededor de 82 personas, de las cuales al menos 60 son de origen coreano; sin embargo, permanece la cifra negra de departamentos que son rentados hasta por una noche en la modalidad de AirBnB.
Leche de plátano, pan de frijol negro o rojo con crema, sopa y arroz con siete verduras son los alimentos más demandados en uno de los restaurantes en la zona de esta comunidad.
Dilan, joven mexicano residente de Azcapotzalco que trabaja en el restaurante ubicado en la calle Londres, dijo que también se le conoce como Barrio Coreano
.
Germán Nam, quien atiende el restaurante La Casa Coreana, relató que en 1997 se dedicaba a la venta de textiles, pero decidió quedarse a vivir en la Zona Rosa, donde, aseguró, la comunidad asciende a unas 10 mil personas.
Como parte de su agradecimiento a la Ciudad de México, donde, afirma, encontró un buen lugar para crecer, una vez al año ofrece comida coreana por solo 10 pesos, cuando el costo es de más de 200.