Ginebra. El médico etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus, primer africano en dirigir la Organización Mundial de la Salud (OMS), fue elegido este martes para un segundo mandato de cinco años.
La suerte estaba casi echada antes de la votación secreta en la Asamblea Mundial de la Salud que se celebra en Ginebra: una amplia mayoría de los 194 Estados miembros de la OMS se pronunció a favor de Tedros, el único candidato en liza.
Con 57 años, este rostro familiar de la lucha contra el covid, el doctor Tedros, como le gusta que le llamen, es un especialista en la malaria, licenciado en inmunología y doctor en salud comunitaria, que fue ministro de Salud y de Exteriores de su país.
Se dice un hombre de paz, marcado por una infancia inmersa en la guerra. Y su mandato, como él mismo lo subrayó recientemente, estuvo marcado por los conflictos en Yemen y Ucrania. Acostumbrado a ir al frente, visitó los hospitales ucranianos bombardeados.
"Mucho más que las pandemias, la guerra socava y destruye las fundaciones sobre las cuales reposan las sociedades antes estables" y los conflictos dejan "cicatrices psicológicas que pueden demorarse años o décadas en sanarse", dijo hace poco Tedros, para quien "la paz es esencial para la salud".
Es algo que vivió en carne propia: "Soy un niño de la guerra", dijo Tedros en la inauguración de la 75ª Asamblea Mundial de la Salud, que reúne a los Estados miembros de la organización.
Miedo y dolor
"Estuve en medio de la guerra cuando era muy joven", contó Tedros.
Cuando su madre escuchaba disparos por la noche "nos hacía dormir bajo la cama (...) con la esperanza de que estuviéramos protegidos si un proyectil caía sobre nuestra casa".
Años más tarde, cuando la guerra resurgió en Etiopía en 1998, "este miedo" regresó cuando les tocó a sus hijos "esconderse en un búnker".
"No sólo soy un hijo de la guerra, sino que me sigue a todas partes", afirmó.
Su infancia también estuvo marcada por la muerte de un hermano por falta de medicamentos.