Cuando se revela que la esposa de Clarence Thomas, uno de los nueve integrantes de la Suprema Corte, participó directamente en los esfuerzos para fomentar un golpe de Estado e intentar anular el voto presidencial, y su marido pretende que puede ser imparcial
al evaluar casos relacionados al proceso electoral, es otra señal de que algo está muy mal.
Que los multimillonarios ejercen su enorme poder financiero para definir elecciones, y sus gastos millonarios en campañas electorales son oficialmente consideradas como libertad de expresión
, fue calificado por el ex presidente Jimmy Carter, desde hace siete años, como un Estados Unidos convertido en una oligarquía con soborno político ilimitado
, y las cosas se han deteriorado desde entonces. El ex secretario del Trabajo y profesor de políticas públicas en la Universidad de California Robert Reich afirmó recientemente que Estados Unidos se presenta como el faro de la democracia en contraste con las autocracias de China y Rusia, pero la democracia estadunidense está en peligro de sucumbir al mismo tipo de economías oligárquicas y nacionalismo racista que prospera en ambos esos poderes
.
A la vez, mientras el presidente y su secretario de Estado y los líderes legislativos insisten en que son los guardianes del derecho internacional y como jueces supranacionales advierten que los responsables de cometer crímenes de guerra serán obligados a rendir cuentas, el subconsciente de la cúpula política estadunidense los traiciona en maneras que hubieran divertido a Freud. El miércoles pasado el ex presidente George W. Bush, en un discurso en su centro presidencial en Dallas, declaró que fue la decisión de un hombre lanzar una invasión totalmente injustificada y brutal a Irak
, y de inmediato corrigió, y dijo que se estaba refiriendo a Putin y su invasión a Ucrania pero, con risitas, después dijo, casi susurrando, “Irak también, de todas maneras…” antes de continuar. Su ex secretaria de Estado Condoleezza Rice ya había afirmado en una entrevista a finales de febrero, en referencia a Rusia, que la invasión de una nación soberana es un crimen de guerra, sin titubear ni corregir, mostrando su increíble incapacidad, como el resto de la cúpula estadunidense, de reconocer su hipocresía.
Cuando una invitación de la Casa Blanca a mandatarios en América Latina y el Caribe ya no obliga a todos a presentarse en la fiesta para la foto hemisférica con el estadunidense al centro, algo ha cambiado en su patio trasero (aunque diga muy amablemente que ya lo considera como jardín al frente de su mansión), otra señal aún no percibida por ellos de que no les va bien.
Cuando las mayorías desean derechos a la salud (incluido el aborto), educación, vivienda, salarios dignos, respeto a las libertades civiles y una reforma migratoria, y la cúpula sencillamente no cumple, o no responde, ¿eso se puede llamar un sistema democrático?
Vale preguntar ante todo esto si tal vez Estados Unidos no debería ser invitado a la próxima Cumbre de las Américas hasta que resuelva sus tendencias autocráticas, logre garantizar el sufragio efectivo y hacer que los responsables de minar derechos y libertades civiles y de cometer crímenes de guerra sean enjuiciados y rindan cuentas tanto a su propio pueblo como a la comunidad internacional.
Hay muchas señales de que a Estados Unidos se le está cayendo el sistema.
Stevie Wonder, Blowin’ in the Wind. https://www.youtube.com/watch?v=y8q1I9f1l4U
Rising Appalachia. Resilient. https://www.youtube.com/watch?v=tx17RvPMaQ8