Las protestas sociales han aumentado en el mundo a los niveles más altos desde el inicio de la pandemia. La gente vuelve a las calles y existe el riesgo de que avancen los disturbios a medida que ceden los confinamientos y crece el impacto por el encarecimiento de alimentos y energéticos, considera el Fondo Monetario Internacional (FMI).
El organismo reconoce que se registra un incremento en manifestaciones de descontento popular, incluso en países donde no son usuales. Hay manifestaciones antigubernamentales grandes y de larga duración en economías avanzadas, donde los disturbios son relativamente raros, como Canadá y Nueva Zelanda
, ejemplifica.
El organismo financiero realiza un indicador con base en el menciones descontento ciudadano en 130 países y se encuentra en su techo desde el comienzo de la crisis sanitaria por covid, pero por debajo de 2019, cuando una ola de protestas comenzó en Chile y se extendió a otros puntos de América Latina en octubre y noviembre, y fueron simultáneas a algunas manifestaciones en Argelia, Irán, Irak y Líbano.
Las exigencias desde la calles se redujeron con la llegada de la pandemia, pero se registraron algunas relacionadas con el clamor de justicia racial en Estados Unidos, por conflictos interétnicos en Etiopía y antigubernamentales en Brasil, Líbano y Bielorrusia. También las hubo en Canadá, Nueva Zelanda, Austria y los Países Bajos, así como en Kazajistán y Chad.
En esa coyuntura global se ejecutó un golpe de Estado en Burkina Faso, protestas regionales en Tayikistán, así como una crisis constitucional en Sudán.
Aunque, por ahora, el malestar social sigue siendo bajo en relación con los niveles previos a la pandemia, el levantamiento de las restricciones sanitarias y la continua reducción del poder adquisitivo de las mayorías significa que las protestas aún pueden aumentar e imponer costos económicos significativos para el manejo gubernamental de las economías
, alarma la entidad global.
Reitera que la inflación implicaría mayores protestas. Aunque los disturbios son excepcionalmente difíciles de predecir y sus causas económicas son complejas, los aumentos pronunciados de los precios de los alimentos y el combustible, en el pasado se han asociado con protestas más frecuentes
.
Cualquier aumento en el malestar social podría representar un riesgo para la recuperación de la economía mundial, dado que la incertidumbre impacta en el consumo y la producción.
Según un estudio del organismo mundial, 18 meses después de disturbios sociales de mediano o largo plazo, el producto interno bruto local o regional suele ser alrededor de 1 punto porcentual más bajo de lo que hubiera sido.