Puerto Príncipe. Eran alrededor de las 6 de la mañana cuando Venique Moïse abrió la puerta de su casa y vio a decenas de personas corriendo, con sus hijos en una mano y sus escasas pertenencias en la otra, mientras se intensificaban los disparos.
Minutos más tarde, se unió a la multitud con sus tres hijos y huyó de su barrio en la capital de Haití mientras los incendios ardían en las cercanías, derrumbando las casas donde horas más tarde se encontraron los cuerpos de casi 200 hombres, mujeres y niños baleados o mutilados con machetes por las pandillas en guerra, junto a los cráneos y huesos de las víctimas incendiadas a finales de abril.
“Ese domingo, cuando empezó la guerra, sentí que iba a morir”, dijo Moïse.
Las pandillas se enfrentan entre sí y se apoderan del territorio en la capital Puerto Príncipe con una nueva intensidad y brutalidad. La violencia ha horrorizado a muchos que sienten que el país se está desmoronando rápidamente mientras intenta recuperarse del asesinato del presidente Jovenel Moïse perpetrado el 7 de julio y las Naciones Unidas se preparan para debatir el futuro de su larga presencia en Haití.
Los expertos señalaron que la escala y la duración de los enfrentamientos entre bandas, el poder que ejercen los delincuentes y la cantidad de territorio que controlan han alcanzado niveles nunca vistos.
Las pandillas han provocado cierres de escuelas, comercios y hospitales al tiempo que asaltan nuevos barrios, se hacen con el control de las principales carreteras que conectan la capital con el resto del país y secuestran víctimas a diario, entre ellas ocho ciudadanos turcos que aún permanecen cautivos, según las autoridades.
También están reclutando a más niños que antes, dándoles armas pesadas y formando alianzas temporales con otras pandillas en un intento de apoderarse de más territorio para obtener beneficios económicos y políticos antes de las elecciones generales del país, explicó Jaime Vigil Recinos, comisionado de policía de las Naciones Unidas en Haití.
“Es sorprendente”, comentó a The Associated Press, señalando que los enfrentamientos entre bandas se están convirtiendo en asuntos prolongados y despiadados. “Estamos hablando de algo que Haití no ha experimentado antes”.
Entre el 24 de abril y el 16 de mayo murieron al menos 92 civiles y 96 presuntos miembros de pandillas, y otros 113 resultaron heridos, 12 desaparecieron y 49 fueron secuestrados para pedir un rescate, según la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. La oficina advirtió que el número real de personas asesinadas “puede ser mucho mayor”.