Acapulco, Gro. Obispos de la provincia eclesiástica de Acapulco lamentaron que no fueron tomadas en cuenta las voces que se oponían a la reforma de la despenalización del aborto en el estado de Guerrero, con argumentos basados en la razón y en la ciencia.

En comunicado conjunto, obispos expresaron su reconocimiento a las personas y legisladores que se manifestaron públicamente, con el fin de que las leyes defiendan la vida de cada ser humano, desde su inicio en el momento de la concepción, hasta su fin en la muerte natural.

En mensaje dirigido al pueblo católico, los obispos señalaron que el hecho de que una ley permita a mujeres embarazadas abortar hasta las doce semanas de gestación, no cambia el hecho de que se trata de la eliminación de un ser humano, niño o niña.

"Eliminar a un ser humano es asesinar. El primer derecho que tenemos los seres humanos es que no nos maten. Es un derecho que se convierte en obligación universal", señalaron los obispos.

Manifestaron que "la ciencia nos dice que empezamos a existir desde el momento en que fuimos concebidos. El nuevo viviente, que se forma en el momento de la concepción, al que se le da el nombre de cigoto, es ciertamente humano, tiene el genoma humano, y es un viviente humano diferente a cualquier otro, parecido a sus padres y hermanos, pero diferente", insistieron los obispos.

Advirtieron que el aborto es también una violencia contra la mujer, contra su cuerpo, contra sus instintos primarios, contra sus sentimientos y emociones.

Ante ello, los obispos se propusieron crear, en las parroquias, centros de acompañamiento a la mujer embarazada, "sobre todo para la que se ve empujada a abortar por diversas razones. Darle la mano sin condenarla y con caridad fraterna, ofrecer los medios indispensables para que el nuevo ser nazca en un ambiente de amor."

El comunicado es firmado por Leopoldo González González, arzobispo de Acapulco; José de Jesús González Hernández, obispo de Chilpancingo-Chilapa; Joel Ocampo Gorostieta, obispo de Ciudad Altamirano; y Dagoberto Sosa Arriaga, obispo de Tlapa.