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Moisés, mimo y guerrillero del teatro / Elena Poniatowska

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Moisés Miranda Román, mimo de Coyoacán. Foto tomada de la cuenta de Facebook @moises.miranda.121
22 de mayo de 2022 10:16

Ciudad de México. En el parque de Coyoacán, el rostro pintado de blanco de Moisés Miranda surge entre los arbustos. Salta como un globo y da alegría a los niños. Moisés, Moisés. Me uno a su coro y entre función y función lo interrogo:

–Me llamo Moisés Miranda Román. Empecé a actuar de niño en el Bosque de Chapultepec. Ahí formé la organización Artistas Independientes del Bosque, porque la policía nos golpeaba en la vía púbica y nos quitaba nuestras cosas; organicé a todos los que hacen arte en el Bosque. Luego me pasé a la plaza Hidalgo y al parque Centenario, y ahí sigo, hasta que acaben conmigo.

Elena Poniatowska y Moisés Miranda Román. Foto tomada de la cuenta de Facebook @moises.miranda.121

Es fácil reconocer el rostro alegre de Moisés porque el que hace reír, siempre es joven. Sus payasadas sacan carcajadas a los niños que lo siguen como si en su cucurucho cabecero tuviera un imán.

–Nací en la Ciudad de México. Mis bisabuelitos son de Guerrero. Cuando tenía 10 años, mi bisabuelo me contó que el general Jesús H. Salgado, del estado de Guerrero, el primer gobernador impuesto por la Comisión Zapatista, fue mi antepasado, así que yo también soy un zapatista ilustre. Mi abuela se puso de pie frente a mí y me armó caballero, y yo le respondí: Voy a ser como tú y a luchar por la justicia.

“Años más tarde, supe que mi tío Raúl Castañeda fue mano derecha y secretario general de Lucio Cabañas. Mi familia conserva todos los documentos que comprueban mi origen revolucionario: crecí con una ideología rebelde, de justicia. Me marcaron las palabras de mi abuela. ‘Lucha por los más pobres, lucha por que se les haga justicia’. Desde niño, me afectó la desigualdad de clases sociales y empecé a organizar a muchos artistas, a quienes maltrataban en el Bosque de Chapultepec. Hice cuatro organizaciones en la Ciudad de México; nunca les cobré ni un quinto, siempre gratis.”

–¿Y qué has logrado en Coyoacán?

–Llegué en 1985, después de varios años en Chapultepec. Recuerdo que hice otra organización en la Zona Rosa y otra en las calles de Motolinía y Tacuba, en el centro de la ciudad, pero mi primer campo de batalla fue Chapultepec.

–¿Te lanzaste a la brava, Moisés?

–Estudié teatro en la preparatoria, y conocí a un maestro, Gustavo Yáñez, que estudió con Marcel Marceau y me enseñó pantomima. A los dos años de clases, Yáñez me advirtió con mucha solemnidad: Ya estás listo para presentarte en la calle. Ser mimo no es cualquier cosa... Me lancé cuando cursaba la prepa, y así pagué también mis estudios. Sé mucho de historia y de literatura.

“Cuando vino a México Marcel Marceau, alguien le habló de mí, y el francés declaró en público: ‘Yo quiero ver a los mimos de Coyoacán’. Le entregamos un documento de agradecimiento por su existencia, un diploma con filos de oro y me tocó contarle que Coyoacán era el centro cultural de la Ciudad de México, que desde hace 36 años en la plaza Centenario se presentan mimos, payasos, artistas populares, arte público, arte democrático, arte social, arte para todos...”

–Moisés, todos sabemos que has promovido el arte social desde hace muchos años; familias enteras hacen un círculo para escucharte .

–Sí, he hecho muchos actos de pantomima silenciosa, de teatro de humor político, nunca hice guiñol. En el teatro de humor político denuncié la crisis económica cuando Salinas de Gortari. También hablé de la conquista de América, y acusé a los políticos actuales y de sexenios anteriores que guardaban su dinero en los bancos de Suiza. Siempre he hecho teatro de denuncia a través del humor, porque creo que la risa cura todas las depresiones y el arte cambia energías negativas en positivas. Eso es muy importante para la salud mental del pueblo mexicano, que además tiene gran ingenio.

“En el número La conquista de América, que hice con mi hermano, los dos hablábamos sobre ‘la mal conquista’; es decir, el muchísimo dinero robado al erario del que se apropiaron los magnates mexicanos y guardaron en Suiza. De hecho, un sobrino de Miguel de la Madrid, que vivía en la calle de Francisco Sosa, vino a decirme: ‘Yo soy el sobrino de Miguel de la Madrid’, y le respondí: ‘Mucho gusto, yo soy hijo de un campesino, ¿en qué te puedo servir?’ ‘Quiero invitarte una cerveza’. ‘De ninguna manera, yo te la invito’. Nos tomamos varias y me pidió: ‘Ya no hables mal de mi tío, por favor’. Le pregunté: ‘¿Tu tío te mandó emborracharme para que ya no hable mal de él? Pues dile que emborrache a todo el pueblo de México, porque todos hablan mal de él’. ‘Ay, Moisés, contigo no se puede’. ‘No, no se puede, soy un payaso, acuérdate’.”

–¿Se hicieron amigos?

–Yo no hago enemigos. Soy activista político-cultural, actor guerrillero, digámoslo con la palabra exacta, un guerrillero del teatro. Me encanta serlo, aunque me ha traído muchos problemas, debido a que me han encarcelado y me han torturado físicamente.

En 1981 o 1982, más o menos, en el bosque de Chapultepec, la policía coludida con Vía Pública nos robó nuestras cosas; los alcanzamos, peleamos y me encerraron durante varios días en una oficinita con rejas en Chapultepec. Siempre he tenido problemas por defender a los artistas populares y no me parece justo que el arte popular sea menospreciado, golpeado, vituperado.

–Moisés, ahora la artesanía mexicana está muy valorada.

–Sí, qué bueno que haya entrado a las casas, eso lo logró María Esther Echeverría, pero hace un mes, el alcalde de Coyoacán, Giovanni Gutiérrez, envió a la policía a golpear a los otomíes y a sacar a los artesanos que siempre han estado en la plaza Centenario.

“El nuevo gobierno trae una política de recuperación de espacios públicos, pero castiga a los artistas comunitarios de Coyoacán. Cuando gobernaba el hijo de Heberto Castillo, la Coordinadora de 100 Artistas de Coyoacán nos organizamos y florecimos en dos plazas públicas, pero cuando llegó la actriz María Rojo, su enviada Patricia Cárcamo me dijo: ‘Moisés, queremos tus espacios para meter Cultura Perredista en la plaza’. Le respondí: ‘No podemos irnos de aquí porque somos tradición; voy a organizar a todos contra la delegación’.

“Los políticos hablan con la izquierda y cobran con la derecha. Lo que sucede es que la alcaldía renta los espacios públicos, y por eso nos los quieren quitar. Al rato van a vender nuestros árboles. Rentan el espacio y cobran hasta 30 mil pesos porque ahora hay comederos. Nadie recuerda que nosotros, los de la Coordinadora de Artistas a Cielo Abierto hicimos que subiera la plusvalía de Coyoacán...

Son muchísimos artistas a quienes represento: mimos, payasos, cuentacuentos, caricaturistas, poetas, pintores, escultores que no tienen trabajo actualmente porque nos han corrido.

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