Ciudad de México. Las 144 bocinas, las 250 luces del escenario del Auditorio Nacional y las 20 mil palmas de los asistentes recibieron a Joan Manuel Serrat, junto con su titánico arsenal de personajes contenidos en sus canciones, para iniciar el primero de dos conciertos en Ciudad de México, de su gira de despedida titulada El vicio de cantar.
Con un ánimo desbordantemente festivo y de excelente humor, Serrat dio la bienvenida: “Qué bueno que me puedo acercar a ustedes darles las gracias por haberme acompañado en tantas ocasiones a lo largo de mi vida. Es un gusto estar aquí despidiéndome personalmente como corresponde”.
Ante la pletórica muestra de cariño del público agregó: “No me van hacer caer… pero guarden su boleto, no se les va a regresar su dinero pero en el caso, poco probable y deseable, de que no lleguemos al final, podrán decir ‘yo lo vi caer’”.
Pasaron un una triada de la treintena de canciones, Dale que dale, Mi niñez y Mi carrusel, cuando El Nano después de dar unos pasitos de lo que pareció un intento de baile y dijo: “Mis canciones también son suyas porque les han dado sentido y prendido de ellas traje a los personajes que en ellas habitan y a través de ellas les doy y gratitud y mi reconocimiento”.
Haciendo un pequeño resumen Joan Manuel y para sus sagaces seguidores, dijo : “Cualquiera diría que mis personajes y yo nos tenemos una gran confianza, pero les confieso que apenas les conozco lo que les he dicho a ustedes y alguna cosa más; por ejemplo aquella mujer que yo quería o quise, no se bañaba en agua bendita se purificaba con ginebra. Si les digo que no hago otra cosa que pensar en ti, es verdad. Si les digo que nunca he abusado de una mujer de cartón piedra, es verdad; jamás recurriría a una torpeza así, por el momento, tal vez algún día salga en Alarma!, ‘cantautor de éxito descubierto abusando de una mujer de cartón piedra’”.
Todo mundo permanecía atento al movimiento de Serrat para atesorarlo, guardarlo en su retentiva, para nunca se fuera a otro lugar que ellos no habitaran, para sacarlo/rememorarlo cuando el momento lo ameritara, incluso los recurrentes intentos de lo que parecía ser el inicio de un baile más profuso.
Llegaron No hago otra cosa que pensar en ti y Romance el Curro el Palmo, esta última con cambio de paradigma, desde que nunca existió el tablao de El Lacio ni, ¡Ohhh no!, ni Merceditas. Serrat no tiene corazón se percibió en el ambiente. Pero eso sí: “los junté en una canción y los hice vivir en una historia de amor absolutamente imposible”.
Así llegaron clásicos como: Señora, Mediterráneo, Las pequeñas cosas, Cantares y Penélope.