Ciudad de México. La música de conjuntos norteños, ceremonias religiosas, arreglos florales –algunos con globos– y reuniones familiares volvieron a dar vida a los panteones de la Ciudad de México, luego de que capitalinos acudieron a festejar el 10 de mayo, cuyas visitas se acercaron a las que se realizaban antes de la pandemia. En las calles se intensificó el tránsito vehicular, en los restaurantes regresaron las filas de espera de más de una hora y decenas de compradores volvieron a los centros comerciales para buscar de último momento el regalo para mamá.
De Iztapalapa, Raquel Ávila, acompañada por su hijo y sus tres hermanos, acudieron al panteón Francés, en Cuauhtémoc, para llevarle plantas a su mamá, a quien le gustaban geranios, helechos, lilis y cuna de Moisés. Realizaron limpieza y colocaron sillas para sentarse y platicar en familia.
De la colonia Obrera llegó don Tomás, de 73 años, a visitar a su mamá Eulalia, como hace desde 1994, y que la pandemia los separó, pero sigue vigente el recuerdo de que ella fue la mejor
, porque nunca me pegó
.
A pesar de que se permitió el acceso de comida, automóviles y aforo sin restricciones, señaló que el panteón está muy triste, no es como antes
.
#DíaEnImágenes Ya sea con festivales escolares, música, comida o abrazos, en distintos puntos del país está celebrando hoy el #DíaDeLasMadres.
— La Jornada (@lajornadaonline) May 10, 2022
📷 Fotos: José Antonio López, Roberto García Ortiz y @photoreportajes. pic.twitter.com/WCjnutN04g
A mediodía se registró la mayor afluencia en el panteón civil San Nicolás Tolentino, en Iztapalapa, con 2 mil visitantes. Jesús Rodríguez contó que vino el año pasado de Texas a la ciudad para visitar la tumba de su madre, Josefina Bedoya. Le llevaba un ramo de flores, pero estuvo cerrado; ayer le llevó música con un conjunto de norteño que interpretó canciones como Flor de Capomo, una de sus preferidas.
Familiares de Juana Rangel llegaron a las 10 de la mañana, arreglaron la tumba en la que resalta una imagen de San Miguel Arcángel. Le tenía mucha fe
, dijo su hija Nancy Jiménez. Colocaron una lona para protegerse del sol y pusieron la música que le gustaba, ritmos tropicales que reprodujeron en una bocina. Desayunaron y por la tarde comieron y le dejaron una torta de frijoles y café.
Miguel y Rodolfo, músicos de son huasteco, ayer no fueron muy requeridos. Traen su bocina porque ya no quieren música viva
, explicó el primero, aunque atribuye que no los contraten porque no pueden pagar dos canciones en 60 pesos y tres por 100. Se les hace caro
.
Restaurantes de las colonias Álamos y Narvarte lucieron concurridos porque no hubo reservaciones y las familias eran atendidas conforme llegaban.