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Celebrará Rusia 77 aniversario del Día de la Victoria

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En imagen de archivo, el desfile aéreo durante la conmemoración del Día de la Victoria en la Plaza Roja de Moscú. Foto Ap
03 de mayo de 2022 19:38

 

Falta poco para el Día de la Victoria, el 9 de mayo, en que Rusia va a celebrar el 77 aniversario del triunfo del pueblo soviético sobre la Alemania nazi, pero la efeméride –a juicio de los operadores políticos del Kremlin, según se infiere de lo que opinan y publican en los medios rusos sus principales portavoces–, debe servir para enmarcar otra gran victoria de Rusia sobre el nazismo, en este caso el que asegura que permea el gobierno de Ucrania.

Ese día el presidente Vladimir Putin podría hacer un anuncio importante, aunque ningún observador se atreve a anticipar de qué se trata ni qué tiene en mente el titular del Kremlin. Igual no sucede nada extraordinario, dicen, pero se van acumulando hechos que apuntan en una misma dirección:

El secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, Nikolai Patruschev, en entrevista al periódico oficialista Rossiskaya Gazeta, vaticinó ya el 26 de abril pasado que, por culpa de Occidente y de los batallones nacionalistas neonazis que siembran el terror entre la población, Ucrania “sólo puede tener un destino: desintegrarse en varios Estados”;

Serguei Kiriyenko, máximo responsable de la política interna rusa, es ahora por orden del titular del Kremlin el encargado de atender las necesidades de Donietsk y Lugansk, y viajará ahí cuanta veces haga falta, aunque formalmente sigua siendo otro Estado.

Putin anunció que los veteranos de la Segunda Guerra Mundial que viven o nacieron en el Donbás recibirán del presupuesto ruso, como los que están en Rusia, un pago extra de 10 mil rublos (2 mil 872 pesos).

La región de Jersón, ya ocupada por las tropas rusas, podría celebrar un referendo para proclamarse independiente de Ucrania y, cuando esto suceda, no se excluye que sea reconocida por Rusia.

A partir del primero de mayo, el rublo empezó a circular como moneda oficial de Jersón, igual que ya lo hace en el Donbás.

Y en el supuesto de que Donietsk, Lugansk y Jersón soliciten su incorporación a Rusia, lo mismo que en 2014 hizo Crimea, no son pocos los analistas, tanto dentro como fuera de Rusia, que coinciden en que esas tres regiones ucranias serían anexadas y, visto desde el Kremlin, ese podría ser un buen momento de declarar la victoria rusa sobre los neonazis ucranios como pretexto para ensanchar las fronteras de la Federación Rusa.

Pero otros expertos señalan que hay sectores influyentes que presionan al mandatario ruso para no darse por satisfecho con ello y seguir hasta conseguir que las tropas rusas ocupen las regiones de Nikolayev y Odesa, así como eventualmente Transnistria. Aseguran que éstas podrían declararse independientes y formar lo que la televisión rusa comienza a llamar la Rus del Sur, un hipotético país que de concretarse podría ser reconocido por Rusia y luego pedir su ingreso a la Madre Patria.

Aunque todo es posible –y el Kremlin lo demostró comenzando la guerra tras meses de negar que tuviera esa intención–, nada de esto debería de suceder en cuestión de días.

Lo grave es que todo por descabellado que parezca puede ocurrir, dependiendo de cómo evolucione la “operación militar especial” de Putin. Quienes han seguido de cerca esta guerra están convencidos de que en un escenario adverso para el ejército ruso el Kremlin podría emplear armas nucleares.

El canciller Serguei Lavrov y otros voceros de Rusia aseguran que no tiene previsto recurrir a su arsenal atómico, más aún que la doctrina nuclear rusa no contempla emplear ese tipo de armas tácticas, ya no digamos estratégicas, en situaciones como la desatada el 24 de febrero anterior.

La situación, en opinión de algunos observadores, cambiaría por completo si se produce una incursión o ataque contra las regiones ucranias eventualmente anexadas, que serían consideradas por Moscú como territorio ruso y, en ese caso, podría argumentar que recurrir al arsenal nuclear sería un recurso legítimo.

El 9 de mayo se cumplirán 75 días desde que comenzó la llamada “operación militar especial” y, si para esa fecha el ejército ruso logra acabar con el foco de resistencia en la planta metalúrgica de Azovstal, Rusia podría izar su bandera tricolor en Mariupol, presentándolo como una gran victoria sobre el “régimen neonazi” de Ucrania.

De no ser así muchos rusos temen –a juzgar por los comentarios que circulan por las redes sociales del segmento ruso de Internet– que Putin diga que Rusia se enfrenta no sólo a Ucrania, sino a lo que llama el “Occidente colectivo” (Estados Unidos y sus aliados), lo que haría necesaria una “movilización general” o, al menos, comenzar a enviar a conscriptos a la guerra, algo que hasta ahora ha procurado no hacer por el impacto negativo que tendría en la sociedad rusa.

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