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Una conejita mazateca y monstruo de 22 ojos ganan concurso Dibuja y Crea

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Miguel Ángel Luna, de cinco años, quien ganó con su relato ‘Nísipi’, y Naxu Selina García López, hablante de mazateco de 10 años, con ‘La conejita Fresa’. Foto cortesía de Amigos del IAGO y del CFMAB
30 de abril de 2022 12:32

En Oaxaca, los niños sueñan con una conejita mazateca que quiere ser pintora o con un monstruo zapoteco de 22 ojos al que le gusta comer arañas. Estos personajes son los protagonistas de los relatos narrados por un par de pequeños hablantes de esas lenguas originarias que ganaron el concurso de tradición oral Dibuja y Crea, que organizó el Centro de las Artes de San Agustín Etla (CaSa), en esa entidad.

Los pequeños no sólo plasmaron sus historias en papel, sino que su personaje fue recreado en el taller de afelpado del CaSa, con dos agujas y lana de oveja teñida; ese espacio fue impulsado por el artista plástico Francisco Toledo.

La hija del pintor, Sara López Ellitsgaard, presidenta de la asociación civil Amigos del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca, recordó que su padre siempre se interesó en impulsar el uso cotidiano de las lenguas originarias, así como contar las historias de las comunidades y dar voz a las niñas y niños.

Tras convocar a los pequeños para crear a un personaje imaginario en su lengua materna, se recibieron muchos dibujos y cuentos audiograbados. Finalmente, se premió a Naxu Selina García López, hablante de mazateco, por su historia La conejita Fresa, y al pequeño de origen zapoteco Miguel Ángel Luna Luna, por el relato Nísipi.

En entrevista con La Jornada, la pequeña de 10 años, Naxu Selina, describió que, inspirada en ella misma imaginó a La conejita Fresa: “Ella va a la escuela, y cuando regresa se pone a dibujar. Pinté a mi conejita primero con lápiz y después con colores; el vestido en morado con naranja, porque son los que más me gustan. A ella le agrada el color rojo, por eso siempre trae sus botas de ese color, y luego me vino a la mente el nombre de Fresa, por eso le puse un moñito.

No tengo conejos, pero mi primo tuvo uno, así se me ocurrió hacer mi personaje. En Fresa puse todas las cosas que yo hago y disfruto: ella baila y sueña con ser una pintora exitosa, ayuda a las personas mayores, los respeta, no es grosera; mis papás me enseñaron eso, pues convivo mucho con mi bisabuela y mis abuelas, afirmó con ternura.

La niña es originaria de Cosolapa Caracol, perteneciente al municipio de San Miguel Soyaltepec; portó su huipil mazateco al recibir, alegre, su premio. En la ceremonia comentó que gracias a su padre, quien le enseña mazateco, se enteró del concurso.

Por su parte, Miguel Ángel Luna, de cinco años, se mostró un poco tímido al iniciar la charla con este diario, pero después se animó a hablar de Nísipi, su monstruo con 22 ojos que ve por todos lados, así que puede ver sus alas de escarabajo y observar cómo las mueve. También puede volar muy alto, como de aquí hasta arriba de la casa, más alto que un pajarito. Tiene patas de araña, y picos y cola de estegosaurus (un dinosaurio con forma de reptil con placas que cubren su lomo).

Miguel es hablante de la lengua zapoteca, de la región de quienes se autodenominan binnizá (binni, gente; zá, nube: gente que proviene de las nubes).

“Primero llegó mi gatito –continuó el pequeño narrador–, y al otro día hice a mi monstruo. Nísipi almuerza, come y cena arañas. En la mañana, come dos chiquitas, en la comida tres medianas y en la cena cuatro grandes. Comer le da energía y vuela. En el día busca más arañas y las guarda en una bolsa para la tarde. Se duerme como a las cinco.”

Miguel reclamó que al muñequito que le fabricaron en el taller de fieltro no le pusieron que es un monstruo que escupe, pues “como Nísipi es muy chiquito y las arañas son más grandes que sus ojos, él se llena y las escupe.

Abrazo a mi monstruo como a mi gatito y también, a veces, atrapo arañas cuando aparecen en la pared, las dejo que se suban en mi mano y las pego en la casita de Nísipi, concluyó el niño originario de Santiago Zoochila.

Con el fin de promover las lenguas originarias y la tradición oral, el CaSa, el IAGO y el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo (CFMAB), todas instituciones creadas por el maestro Toledo, organizaron este año el nuevo concurso infantil Dibuja y Crea, del que surgieron la conejita Fresa y Nísipi.

Daniel Brena, director del CaSa, señaló que aunque la técnica de afelpado es poco conocida en México, nuestro taller ha logrado gran nivel. Aquí, el maestro Francisco Toledo realizó múltiples obras e invitó a varios artistas a colaborar. El concurso conjuga ese espíritu: la creatividad de los niños y el acercamiento a una técnica artística.

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