Ciudad de México. Al exponer que la libertad religiosa no se limita a la libertad de culto, la Iglesia católica aseveró este martes que no busca el poder ni demanda un trato especial de ningún tipo, pero sí ofrece su colaboración para atender los grandes retos sociales que afectan al país.
Rogelio Cabrera López, presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), señaló que “no buscamos el poder ni pedimos privilegios, pero sí ofrecemos nuestra colaboración ante tantos pobres, tantas mujeres violentadas, tantos migrantes que cruzan el país” y para abonar “al respeto a la naturaleza, que es nuestra casa común”.
En el encuentro académico y conmemorativo por el 30 aniversario del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre el Estado mexicano y la Santa Sede, denominado “Laicidad abierta y libertad religiosa, una visión contemporánea”, el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, y el canciller Marcelo Ebrard destacaron las coincidencias que en materia social existen entre el papa Francisco y el presidente Andrés Manuel López Obrador, entre ellos la preocupación por los pobres.
En el Palacio de la Antigua Escuela de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México, a unos pasos de la Catedral Metropolitana, Parolin aseveró que la libertad religiosa es un derecho humano, cuyo ejercicio “no solo protege los derechos de los creyentes, sino también de los no creyentes”.
En un encuentro en el que hubo representantes de los tres poderes, académicos y dirigentes del Consejo Coordinador Empresarial y la Confederación Patronal de la República Mexicana, rectores de universidades católicas, líderes sociales y defensores y promotores de la vida, la familia y el desarrollo social, Parolin subrayó que la libertad religiosa no se reduce a la libertad de culto, sino que implica “la posibilidad de que los creyentes contribuyan a la construcción del orden social. Estamos llamados todos, Estado e Iglesia a contribuir a la promoción de nuestras sociedades”.
Remarcó que “la libertad religiosa positiva” ofrece la oportunidad de que iglesias y Estados no estén divididos y tengan la oportunidad de “trabajar juntos para alcanzar el bien común”.
A menos de un año de la última visita oficial que realizó a México, el segundo funcionario del Vaticano, remarcó que la Iglesia y los Estados “están llamados a contribuir a la promoción de nuestra sociedad”.
Reconoció que en la Conquista y la evangelización “hubo abusos y maltratos hacia los conquistados e incomprensión hacia sus profundos valores, así como rechazo”, pero destacó que existieron evangelizadores “valientes” que protegieron los derechos de los pueblos originarios.
Consideró que esas diferencias se zanjaron “no por la violencia de la espada ni la conversión forzada”, sino que la “obra misteriosa” de la Virgen de Guadalupe y Juan Diego fue lo que llevó a conquistadores y conquistados a una nueva manera de comprenderse y relacionarse.
A nombre del gobierno mexicano, el canciller Marcelo Ebrard, agradeció a los jerarcas religiosos su colaboración para promover el acceso universal a las vacunas anticovid y promover la paz en el contexto actual de la invasión rusa a Ucrania. Expresó que México y El Vaticano comparten causas como el respeto a la dignidad humana, a la libertad, y en el ámbito internacional tienen posiciones en favor de la paz y en contra de la pobreza.
El cardenal Carlos Aguiar Retes, arzobispo primado de México aseguró que el reconocimiento jurídico de las iglesias “constituyó un paso fundamental para gozar de libertad religiosa” y expresó su gratitud a quienes hace 30 años gestionaron las negociaciones para establecer la mencionada normatividad jurídica.
Este año se cumplen tres décadas del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre México y El Vaticano, lo que acabó con más de un siglo de distanciamiento. Desde que asumió Carlos Salinas de Gortari en 1988 la presidencia, hubo un acercamiento con la iglesia católica, y en 1990 recibió al Papa Juan Pablo II, en una de sus cinco visitas al país.
En su gestión, se aprobó una reforma constitucional que entre otros aspectos otorgó personalidad jurídica a las iglesias y les permitió a los ministros de culto poder ejercer su derecho al voto. En septiembre de 1992 México y el Estado Vaticano reanudaron relaciones diplomáticas, que fueron suspendidas en 1861 tras la promulgación de las Leyes de Reforma.