La Habana. La conexión de los pueblos cubano y mexicano está presente en el impulso binacional a la propuesta de incluir al bolero en la lista de patrimonio inmaterial de la humanidad de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés).
La iniciativa Bolero: identidad, emoción y poesía hecho canción, anunciada el 31 de marzo pasado, se reiteró en la 30 Feria Internacional del Internacional del Libro de La Habana (FILH) y es la constatación de los profundos vínculos entre la población de ambas naciones que en su singularidad armonizan en este género musical.
Como paso previo para la posible inclusión de la Unesco, que será decidida, probablemente, a finales de 2023, en 2019 el bolero fue reconocido en México como patrimonio cultural nacional. Dos años después, Cuba replicó esta distinción en su propio inventario cultural.
La importancia de la música en el encuentro editorial (que concluirá el 30 de abril) se remarca con la apertura del Museo Nacional de la Música como una de las subsedes del la feria, recinto que también es anfitrión del Proyecto Música Cubana.
El encuentro librero cuenta con un amplio programa de conciertos y presentación de materiales audivisuales, sonoros y diversos documentos sobre expresiones artísticas en nuestro país y en Cuba, coronado por las mexicanas Hermanas García, boleristas que realizarán hoy una presentación en el Centro Histórico de La Habana.
Las jóvenes cantantes Celia y Laura, provenientes de la Costa Chica de Guerrero, han ganado reconocimiento y se han presentado en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México y en Londres. El periodista Pablo Espinosa, autor de la columna Disquero, que se publica en estas páginas, sostiene que en las voces de esas intérpretes “se escuchan los clásicos del repertorio bolerístico como si estuviésemos en un retiro de paz y meditación: inocentes, frescas, límpidas, como si fuera un coro de iglesia, pero con temas laicos. Es decir: interpretaciones con concentrada devoción, gesto y ternura”.
Los trabajos por consolidar al bolero en la propuesta para la Unesco se fueron tejiendo entre las comunidades portadoras desde hace años. Fue hasta los recientes tres que empezó a tomar forma el compromiso entre las más altas autoridades de ambos países que respondieron a un impulso sostenido de los exponentes del género musical y las personas que lo han mantenido vigente, dijeron a este diario fuentes vinculadas al proyecto.
El expediente fue integrado por las comunidades portadoras, y la Secretaría de Cultura federal (SC), como ocurre con estos casos, brindó asesoría y acompañamiento, al ser el vínculo oficial para presentarlo ante el organismo cultural multilateral.
Las defensores de la idea de la vigencia del bolero en ambos países vecinos se congregaron ante la idea de lograr que se considerara patrimonio de la humanidad, aún antes de que fuera admitida la propuesta por la Unesco para su examen, pero con la clara certeza de que Cuba es iniciador del género en la región y que en México adquirió una personalidad particular y gran importancia cultural.
Orígenes y riesgos que enfrenta
El bolero es un género musical bailable de tiempo lento, que nació en la isla caribeña a finales del siglo XIX a partir del bolero español, pero con particularidades que fusionan elementos hispanos y afrocubanos. Esta mixtura ya es reconocible durante la segunda década del siglo XX en Aquellos ojos verdes, con letra de Adolfo Utrera y música de Nilo Menéndez.
Mas tarde pasó a México, donde fue interpretado por infinidad de cultivadores, como Pedro Infante, Javier Solís, María Grever, Los Panchos, Luis Arcaraz, Pedro Vargas, Graciela Olmos, Roberto Cantoral, Los Dandy’s, Los Tecolines, Rodrigo de la Cadena, Los Ases de Juan Neri, Marco Antonio Muñiz y Armando Manzanero.
La iniciativa recuerda la solicitud de los versos del emblemático bolero Bésame mucho (1940), de la pianista y compositora mexicana Consuelo Velázquez, que pide “Bésame, / bésame mucho, / que tengo miedo a perderte, / perderte después”. Esa pieza ha sido traducida a lenguas como el otomí, náhuatl, mixteco, quechúa, francés e inglés.
Cecilia T. Margaona, del Instituto para la Preservación y Fomento del Bolero en México, es una de las mayores impulsoras de este género que trasciende fronteras y fue reconocida en La Habana por Alejandra Frausto, titular de la SC, en la inauguración de la 30 FILH.
“El bolero es producto del mestizaje multirracial y cultural, proceso en el que México fue fundamental. Se difunde gracias a la radio y al cine”, puntualizó la funcionaria al recordar la inclusión de un tema de Agustín Lara en la primera película sonora: Santa, de 1932.
Sin embargo, también se advirtió que en México el género enfrenta riesgos, entre otros, de confundirlo con la balada romántica y otras expresiones musicales, así como el desconocimiento de los compositores frente al intérprete y considerarlo del pasado.
También destacaron el peligro que significa el enfoque únicamente comercial de algunos medios, el debilitamiento de la transmisión intergeneracional con la muerte de los portadores viejos y la pérdida de tradiciones, saberes e instrumentos. En respuesta, el expediente para la Unesco debe incluir un plan de salvaguarda del género.