Madrid. La poeta y narradora uruguaya Cristina Peri Rossi, de 81 años, se convirtió en la sexta escritora en recibir el Premio Cervantes desde su instauración, en 1976.
Aquejada de diversos padecimientos y con una salud frágil, la literata no pudo acudir a la ceremonia solemne en la Universidad de Alcalá de Henares, que se celebró de forma presencial después de que dos años se tuviera que cancelar por la pandemia.
En un discurso que leyó la actriz Cecilia Roth, Peri Rossi enarboló la bandera de la igualdad de la mujer, recordando, entre otros, a las víctimas de los feminicidios en Ciudad Juárez, y alzó la voz frente a las atrocidades de la guerra y la barbarie.
Peri Rossi se suma así a una corta lista de escritoras con el Premio Cervantes, considerado el Nobel de Literatura en español: la primera en lograrlo fue la filósofa María Zambrano, en 1988, después vinieron Dulce María Loynaz, en 1992; Ana María Matute, en 2010; Elena Poniatowska, en 2013, e Ida Vitale, en 2018.
Peri Rossi, nacida en Montevideo, Uruguay, en 1941, vive en Barcelona desde 1972, cuando tuvo que elegir entre el exilio o la muerte por la brutal represión en su país y el riesgo a ser ejecutada por pertenecer a una célula de resistencia vinculada con la izquierda.
Decidió relatar grosso modo su vida en el discurso que escribió para agradecer el galardón; recordó sus años de niñez: El mundo parecía un lugar muy peligroso fuera de Montevideo. Pero la biblioteca de mi tío, funcionario público, culto, gran lector y ferozmente misógino, me permitió conocer que siempre había sido así, desde los orígenes, desde los tiempos bíblicos o de los griegos y troyanos. Los motivos de las guerras parecían siempre los mismos: el ansia de poder y la ambición económica. Algo típicamente masculino
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Entre sus primeras lecturas recordó tres: El diario de Ana Frank; La madre, de Máximo Gorki, y Don Quijote de la Mancha. Sobre la obra de Cervantes recordó que “fue el más difícil de leer y el que me provocó sentimientos más contradictorios. No había leído nunca un libro donde el autor declarara que su protagonista estaba loco, pero a la vez, me emocionaba que su propósito fuera ‘desfazer’ entuertos y establecer la justicia, cosa que me parecía harto razonable dado el estado del mundo, y de mi propio barrio, donde muchas vecinas venían a contarle a mi abuela, una viuda que había criado a siete hermanos huérfanos y a tres hijos, también huérfanos, que sus maridos borrachos las golpeaban, o se jugaban el escaso dinero a los caballos, o se iban de putas y maltrataban a sus hijos. Cómo deseaba yo que apareciera entonces Don Quijote, con su flaco Rocinante, a salvarlas de los golpes y el maltrato”.
Peri Rossi decidió rendir homenaje a un personaje un tanto ignorada de la obra de Cervantes: “Marcela es codiciada y asediada por los hombres por su belleza y por su riqueza. La acusan de ser la culpable del suicidio de Grisóstomo, al que se negó, y en un sorprendente discurso rechaza a los hombres, al matrimonio y a las relaciones de poder entre los sexos: reclama su libertad, y para eso se aísla de la sociedad y se refugia en el campo, como una pastora más. ‘Yo nací libre y para poder vivir libre escogí la soledad de los campos’, dice. Como Helena, en la Ilíada, maldice el día en que nació, o como en Eurípides, Helena se rebela contra la sociedad que considera la belleza como único atributo de la mujer”.