Ciudad de México. Con un alcance hasta el momento de 2.3 millones de jóvenes y con un objetivo de 3 millones al finalizar el sexenio, el programa Jóvenes Construyendo el Futuro se consolidará como una importante herramienta para erradicar un modelo, impuesto por administraciones pasadas, basado en la exclusión y limitación de derechos económicos de la población más vulnerable, aseguró Marath Baruch Bolaños López, subsecretario de Empleo y Productividad Laboral de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS).
Se trata de uno de los programas insignia del presidente Andrés Manuel López Obrador, que de acuerdo con el subsecretario de la STPS, no sólo ha servido para ofrecer un trabajo digno a millones de jóvenes de entre 18 y 29 años de todo el país, pues también ha sido clave para ayudar a disminuir los índices de violencia que enfrenta el país y fungir como un motor de recuperación económica tras la pandemia.
Asimismo, en entrevista con La Jornada, Bolaños López destacó la eficiencia del programa, pues a poco más de tres años de su puesta en marcha, casi la mitad de los jóvenes involucrados ha conseguido un empleo formal, lo que significa un duro golpe a las fuerzas del crimen organizado, pues entre mayores oportunidades tengan los jóvenes, menos incentivos o necesidad tendrán de formar parte de grupos delictivos.
Participan 320 mil centros de trabajo
Según datos de la STPS, el programa Jóvenes Construyendo el Futuro ha beneficiado a 2 mil 227 mil jóvenes en la actualidad, con la participación de 320 mil centros de trabajo, es decir, empresas que se encargan de enseñarles una tarea en sus instalaciones a lo largo de un año. Actualmente hay 500 mil jóvenes inscritos laborando en 160 mil centros a cambio de una beca mensual del gobierno de 5 mil 258 pesos.
–¿A tres años de la implementación del programa, en qué punto se encuentra?
–El programa ha ido evolucionando, actualmente tenemos 2 mil 227 mil jóvenes y en dos meses alcanzaremos la meta planteada por el presidente López Obrador de 2 millones 300 mil, pero seguirá funcionando mucho más allá porque es un triángulo virtuoso en el que el gobierno da una beca de salario mínimo, la empresa pone sus instalaciones y el joven aprende.
Si bien el apoyo es sólo un salario mínimo, el cual ahora es de 5 mil 258 pesos y cuando comenzó, en 2019, era de 3 mil 600 pesos, no podemos dejar de lado su importancia, pues durante décadas muchos jóvenes no han encontrado opciones de trabajo dignas, sirviendo como una especie de cantera predilecta para grupos que actúan fuera del marco de la ley.
Reducir las filas del narco
–¿En realidad ha servido para reducir las filas del narcotráfico en México?
–Lo primero que debemos destacar es el estado en que recibimos la nación. El Presidente ha sido muy enfático en la importancia de llegar a las causas estructurales de los problemas y en el drama nacional que vivimos por la manera cómo se construyó un sistema basado en la exclusión y limitaciones de los derechos económicos de la población, lo que tuvo efectos negativos en los jóvenes.
“En el caso concreto de la inseguridad, la realidad es que había una tendencia al alza, incluso galopante, y es justamente ahora que vemos tasas de descenso en delitos de crimen doloso, y buena parte de eso se lo debemos a este programa, pues se ha convertido en una herramienta de desarrollo de vida alternativa en un contexto marcado por la violencia.
Si bien son sólo tres años y es imposible sacar conclusiones concretas, sí vemos una tendencia a la baja en el crimen, de modo que estamos viendo efectos positivos en el gran objetivo de quitar las manos del narcotráfico de los jóvenes.
–¿Hay un enfoque especial en los estados donde se sabe hay más presencia del crimen organizado?
–La presencia del programa es nacional; sin embargo, está enfocada en atender a la población más vulnerable, es decir, la de mayor rezago social o marginación, donde destacan entidades como Veracruz, Chiapas, estado de México y Guerrero. No obstante, ahora estamos afinando la estrategia para ir territorializando, de modo que con el uso de unidades móviles lleguemos a municipios donde más se requiere este apoyo, particularmente en lugares con los niveles más altos de violencia. Un ejemplo, es que en estos momentos llevamos a cabo una estrategia muy fuerte y directa en Michoacán.
–Las cifras muestran que tiene poco alcance en el norte del país donde también hay fuerte presencia del narco, ¿a qué se debe?
–En los estados del norte del país, sobre todo en la frontera, un elemento que amortigua los efectos y el alcance del programa es que el salario mínimo es más alto, eso es algo que no facilita mucho; sin embargo, esas entidades son parte de la nueva estrategia que consiste en trasladar unidades móviles con funcionarios que explicarán los beneficios de Jóvenes Construyendo el Futuro. Debemos dejar claro que una de las causas estructurales de la violencia es no tener oportunidades, y justamente el programa es muy importante en ese sentido.
–Casi 2.3 millones de jóvenes han accedido al programa como aprendices, pero ¿cuántos han logrado obtener un empleo formal?
–Del total de jóvenes que han participado en el programa, 46.2 por ciento han logrado un empleo, ya sea al quedarse en su centro de trabajo, o ya con un año de experiencia logran incorporarse a otro. Este porcentaje es muy relevante, pues duplica la tasa de colocación de los jóvenes, dado que este segmento de la población, cuando por su propia cuenta intenta buscar empleo, sólo 20 por ciento lo consigue, es decir, sólo uno de cada cinco.
“También es importante decir que el programa no se limita a dar becas, pues se da un seguimiento, de tal forma que esa mitad de jóvenes que no logra obtener un empleo son atendidos dependiendo de sus intereses, que pueden ser buscar empleo, estudiar o emprender.
–¿Cuáles son los objetivos para este año y lo que resta del sexenio?
–Estamos sujetos al desarrollo del presupuesto, para este año tenemos una asignación de 22 mil millones de pesos para la implementación del programa, e incluso tenemos una fila importante de centros de trabajo que quieren inscribirse. Este año arrancamos con 125 mil inscripciones de nuevos jóvenes, hicimos una pausa por la veda electoral, y este mes reabrimos con la oferta de 40 mil plazas, el objetivo es cerrar el año con 2.5 millones de jóvenes inscritos.
Hacia adelante, esperamos incluir al programa entre 700 y 800 mil jóvenes, lo que significará cerrar la administración con 3 millones de jóvenes beneficiados.
–La Auditoría Superior de la Federación ha señalado irregularidades en el programa y hay señalamientos de corrupción, especialmente de empresas y funcionarios que se quedan con parte de la beca de los jóvenes. ¿Qué responde?
–Los señalamientos de la ASF son peloteos de arranque, pues se plantean y luego se van aclarando, al grado que en nuestro caso no ha habido uno solo que implique mayor contradicción del programa, por el contrario, nos ha ido bastante bien en las evaluaciones, pues es transparente y eficiente.
Sobre los señalamientos de corrupción, cuando nos llega un comentario o información, de inmediato lo atendemos para asegurarnos que la beca llegue íntegramente a los jóvenes. Para constatar y tener seguridad, funcionarios de la secretaría llevan a cabo inspecciones constantes, y cuando llega a haber una inconsistencia por parte de las empresas, éstas son vetadas del programa. Sin embargo, realmente no hemos tenido muchos casos.
–¿Qué representa para el país el programa Jóvenes Construyendo el Futuro?
–Ha servido como una especie de herramienta de reactivación económica, dado que en el momento más álgido de la pandemia, muchas empresas lo vieron como un estímulo para su desarrollo. Ha representado una inversión social inédita con efectos positivos en varias bandas, hablamos de 74 mil millones de pesos que han servido para que empresas incorporen personal en un momento complicado.
Jóvenes Construyendo el Futuro es un programa único en el mundo debido a su alcance social, y como su nombre lo refiere, ayudará a crear un porvenir en el que no se excluya a nadie, y menos a los que más lo necesitan.