Un centenar de personas, entre ucranios y mexicanos, marcharon del Ángel de la Independencia a la sede de la embajada de Rusia en México para exigir la salida de las tropas de ese país de territorio de Ucrania.
Con banderas ucranias y mexicanas, carteles y consignas dirigidas sobre todo contra el presidente ruso,Vladimir Putin, los manifestantes señalaron que en aquel país de Europa del Este “se han cometido crímenes de guerra” dejando cientos de civiles asesinados.
Las autoridades de la delegación diplomática rusa decidieron que esta vez recibirían a la movilización con el himno de su país a través de altavoces lo que, por instantes, opacó los reclamos y consignas de los manifestantes.
Esto generó el enojó y la irritación de quienes protestaban frente a la embajada, que acusaron de un intento por acallar las voces que se oponen a la guerra y de limitar la libre expresión de las ideas.
En respuesta, elevaron el tono de sus consignas contra Rusia y su presidente, y cantaron el himno ucranio. También guardaron un minuto de silencio “con el himno ruso de colofón, en memoria de las víctimas asesinadas por su país”.
Un mexicano tomó un megáfono y dijo: “Éste (México), es un país democrático en el que la libre manifestación se permite, respeta y garantiza. Esos altavoces son una provocación que intenta silenciarnos, pero no lo lograrán. Esas rejas hacen la diferencia: detrás de ellas (espacio considerado territorio ruso) representan a un gobierno invasor y asesino, y fuera de ellas estamos en un territorio democrático”.
Una ciudadana de ucrania, quien lleva casi dos décadas radicando en México, remarcó que el himno ruso reza que sus ciudadanos están orgullosos de su país. “Hoy de lo que están orgullosos es de la sangre de miles de personas que han asesinado”.
Un grupo de mujeres realizó un performance en el que atadas de manos y bañadas en pintura roja (representando sangre) se tiraron sobre el suelo, justo enfrente de la puerta de la embajada, aludiendo a las imágenes que han dado la vuelta al mundo donde se observan civiles ejecutados en la localidad de Bucha, cercana a la capital ucrania, Kiev.