Ciudad de México. Desde la madrugada de este Domingo de Ramos, poco más de 100 artesanos de la etnia otomí y oriundos del pueblo de San Cristóbal, Huichochitlan, estado de México, se concentraron afuera de la Catedral metropolitana para ofrecer a feligreses decenas de ramitos de palmas tejidas, tradición con la que dan inicio las actividades religiosas por la semana mayor.
Estela Venancio, quien tiene 45 años ofreciendo en estas fechas ramitos tejidos afuera de este templo, comenta que todo este trabajo es hecho a mano y es una herencia de sus antepasados.
A los ramos de palmas se les pueden agregar otras hierbas como romero y manzanilla y la tradición indica que son para la protección ante las tempestades, los temblores, la maldad, problemas familiares, por eso la palma siempre se pone enfrente o atrás de la puerta o de la casa.
Comenta que este año hizo mil palmas de palma seca y 800 más de palma verde, “todos somos otomíes y todos hablamos otomí”, comenta con orgullo.
María Félix Romero Villanueva, señala que la palmas las compran a otro pueblo y ellos se encargan de tejerlas durante todo el año.
La palma se pone al horno para que quede blanca, comenta mientras ofrece los ramos 15 pesos los chiquitos con figuras de cristo y 50 pesos los de tamaño más grande y la imagen de la Virgen de Guadalupe”.
Anteriormente solo vendían la palma verde pero “aprendimos a secarla y a tejerla” y ahora muchos en San Cristóbal se dedican a hacer estas artesanías que “sirven para proteger las casas”.
Indica que de su pueblo a la Ciudad de México se hacen unas 2 horas y media y por ello procuran llegar desde las 4 de la mañana.
De acuerdo con la tradición el Domingo de Ramos, se conmemora la entrada de Jesús en Jerusalén, donde fue recibido con “ramos” de palmas y olivo.