Las negociaciones entre Rusia y Ucrania –al hacer este miércoles un balance de lo ocurrido desde la última reunión presencial en Estambul, hace ya casi una semana– se encuentran en un punto muy delicado.
Es grande el riesgo de que queden suspendidas después de que Kiev, según asegura, descubrió la magnitud de la masacre de civiles en Bucha y otras localidades que dejaron las tropas rusas, mientras Moscú se siente exhibida por asesinatos de civiles que, asevera, no cometió y sólo buscan dar marcha atrás en los entendimientos ya alcanzados.
Tarde o temprano se sabrá quién dice la verdad y una investigación internacional imparcial tendrá que esclarecer lo sucedido en las localidades ucranias devastadas. Entretanto, lo que más dificulta entender la tragedia que está ocurriendo en Ucrania es dar por cierta, sin ninguna prueba que confirme los hechos que se atribuyen al enemigo, la versión de una de las partes.
En medio de versiones encontradas que sólo buscan endosar toda la culpa al adversario, no faltan politólogos como Timofei Sergueitsev, que utilizan la tribuna de una agencia noticiosa del Estado ruso como RIA Novosti para proclamar que no sólo hay que “desnazificar” Ucrania, sino de plano “desucraniazar” el vecino y antes fraterno país eslavo.
En su opinión, “la mayoría de la población ucrania ha adoptado la ideología nazi” y, el único método para acabar con “un nazi que ha tomado las armas es aniquilarlo en el campo de batalla”.
Sergueitsev publicó su “manifiesto”, que defiende borrar de la faz de la tierra un país que no debe existir para convertirlo en una simple provincia rusa, antes de que el mundo conociera la explicación del gobierno ucranio de lo que llama “genocidio” de Bucha.
La publicitada presencia, con fotos de sus “hazañas” delante de casas en ruinas, de miembros de la guardia personal del presidente checheno, Ramzan Kadyrov, en los combates, calle a calle, de varias ciudades ucranias, así como de mercenarios rusos y extranjeros que matan por dinero, hacen creíbles las palabras del presidente Volodimyr Zelensky cuando habla de “atrocidades” de las tropas rusas.
El periodista Oleg Kashin, uno de los más críticos con la política del Kremlin, desde su exilio en Londres, tras reconocer que no son suficientes las acusaciones del gobierno ucranio para inculpar al ejército ruso y que es muy difícil establecer la responsabilidad en cada caso concreto, concluye: “Si usted no quiere ser acusado de cometer crímenes de guerra, simplemente no debe comenzar una guerra”.
La versión de Lavrov
El canciller Serguei Lavrov, en contraste, explica por qué los ucranios llevaron a cabo lo que califica de “monstruosa provocación”. Sostiene, en una declaración especial publicada en la web del ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia, que no es casual que Ucrania “haya montado este espectáculo” para bloquear las negociaciones.
Lo hizo, enfatiza, justo después de que “en Estambul se logró que Kiev aceptara por escrito ser un país neutral, no nuclear, que no formaría parte de ningún bloque ni permitiría instalar bases militares extranjeras”.
Según Lavrov, Kiev “se comprometió a que las garantías de seguridad que recibiría a cambio no incluían ni Crimea ni el Donbás”. Por eso, “tenemos fundamento para creer que el escándalo de Bucha se hizo para distraer la atención y dar marcha atrás en las negociaciones”.
Y advierte: “Si la delegación ucrania va a continuar, como hasta ahora, negándose categóricamente a discutir la desmilitarización y desnazificación de su país, a restablecer el uso del idioma ruso, a decir que no existen los problemas de los derechos de la población de origen ruso y de la nazificación de todas las áreas de la vida en Ucrania, no creo que eso contribuya al éxito del proceso negociador”.
Para el canciller ruso, para que haya un auténtico progreso en las negociaciones, y no ficticio, es necesario que “Kiev no se dedique al sabatoje”. Moscú no está de acuerdo en que, de firmarse un acuerdo de paz con Kiev, las tropas rusas tengan que salir de Ucrania, ser ratificados los entendimientos por los Parlamentos y, además, aprobados en un referendo.
Porque “en caso de ser rechazado el acuerdo, se volvería al punto inicial. No queremos que se repita el destino de los acuerdos de Minsk. No podemos permitirlo”, subraya Lavrov.
La artillería rusa bombardeó las ciudades ucranias de Mariúpol y Járkov mientras Occidente prepara más sanciones contra Moscú en respuesta a asesinatos de civiles en los alrededores de Kiev, informa Reuters. Vía Graphic News