Ciudad de México. La economía mundial parece estar ante la “cúspide de una era inflacionaria” y los factores que la están alentando podrían persistir durante algún tiempo, advirtió Agustín Carstens, gerente general del Banco de Pagos Internacionales (BIS, por su sigla en inglés). Agregó que en el proceso para controlar este efecto, los bancos centrales deben establecer “expectativas realistas de lo que puede ofrecer la política monetaria”.
“La clave para un mayor crecimiento sostenible no puede ser una política monetaria o fiscal expansiva. Debemos fortalecer la capacidad productiva de la economía. De hecho, esto está muy atrasado. Muchos de los desafíos económicos a los que nos enfrentamos hoy se derivan del descuido de las políticas del lado de la oferta durante la última década o más”, consideró.
“Ha llegado el momento de que otras políticas tomen el relevo”, reiteró el titular del BIS. En una ponencia: El regreso de la inflación, explicó que se requiere un cambio de paradigma dado que los factores estructurales que habían mantenido bajo cierto control el aumento de precios durante la última década “pueden desvanecerse a medida que retrocede la globalización”.
Hasta el momento, casi 60 por ciento de las economías avanzadas tienen una inflación anual superior al 5 por ciento, más de 3 puntos porcentuales por encima de sus objetivos, algo que no se había visto en dicha proporción desde finales de la década de 1980. Y en las emergentes, más de la mitad tienen tasas por encima de 7 por ciento, la mayor cantidad en dos décadas.
Carstens explicó que a principios de 2021 la carestía se limitó a una pequeña cantidad de artículos, como la energía y los alimentos, los cuáles suelen tener precios flexibles, lo que permitía ajustes rápidos y hacía parecer que el aumento de costos era transitorio. No obstante, “la inflación superó con creces las previsiones”. Estas últimas “a menudo son incorrectas, pero los errores de pronóstico en 2021 fueron inusualmente grandes”.
El ex banquero central de México considera que la inflación aumentó debido a la suma de tres factores: un repunte global “sorprendentemente fuerte” en la demanda agregada; una rotación “sorprendentemente persistente” en la demanda hacia los bienes y lejos de los servicios; y una oferta agregada “sorprendentemente indiferente” a la demanda, observada en los cuellos de botella, demoras en las entregas, aumento de los costos de envío y escasez de insumos de producción clave.
“No debemos esperar que las presiones inflacionarias disminuyan pronto. En muchos países, la demanda no ha regresado completamente a los servicios. Sigue habiendo cuellos de botella en el transporte marítimo, los semiconductores y en países donde la pandemia puede alejar a parte de la mano de obra de la producción. De hecho, el impacto total en los precios de las interrupciones de 2021 aún puede estar abriéndose camino a través del sistema”, agregó Carstens.
Al mismo tiempo, han surgido nuevas fuerzas inflacionarias con fuerza. Los precios de los alimentos, el petróleo y muchos otros productos básicos se han disparado desde el comienzo de la guerra en Ucrania debido a que los suministros se han agotado. Algunos de estos aumentos se traducirán directamente en precios al consumidor más altos; y entre los analistas las expectativas van al alza.
Carstens advirtió que “la pandemia, así como los cambios en el panorama geopolítico, ya han comenzado a hacer que las empresas reconsideren los riesgos que implican las cadenas de valor globales en expansión (...) Si la retirada de la globalización se acelera, podría ayudar a restaurar parte del poder de fijación de precios que las empresas y los trabajadores perdieron en las últimas décadas”.