Ameyalli Paredes es una joven alegre, trabajadora y disfruta su profesión: gastronomía. Sin embargo, esa emoción se diluye cuando narra cómo la perciben los demás, pues antes de verla como persona, se fijan en que soy gorda
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Evade comprar ropa en tiendas de moda y subirse al transporte, se siente evaluada al comer en público, detesta que le den consejos para hacer dieta y ejercicio sin haberlos solicitado, ha sido rechazada en empleos por su apariencia y le duele que le digan gorda a modo de insulto
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A sus 25 años, con obesidad grado tres, experimenta en carne propia la discriminación denominada gordofobia, expresión que estigmatiza a las personas por el simple hecho de tener kilos de más. La Encuesta Nacional sobre Discriminación (Enadis) 2017 señala que más de la mitad de la población mayor de 18 años ha sido discriminada por su apariencia, que incluye el peso.
En la Ciudad de México, la Encuesta sobre Discriminación (EDIS) del mismo año refiere que la primera causa de discriminación es el sobrepeso, con 10.7 por ciento. Más de mil especialistas en salud y obesidad lanzaron un pronunciamiento con 10 recomendaciones para comprender la obesidad como enfermedad crónica, compleja y multifactorial. Además, demandan que las personas con obesidad no sean estigmatizadas.
En un país donde 75 por ciento de los adultos sufren sobrepeso u obesidad, nutriólogas que crean conciencia en redes sociales en contra de la gordofobia advierten que se debe eliminar el lenguaje que hace mofa de las complexiones grandes, como por ejemplo: me cae gorda(o)
, se fue como gorda en tobogán
y ¿qué te panzó?
, frases que, aunque parecen graciosas, mandan el mensaje de que es válido burlarse de los cuerpos gordos
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Ameyalli cuenta a La Jornada que, aunque es más costoso, prefiere tomar taxis de aplicación antes que subirse a un pesero o, peor aún, a una combi, porque estorbo el paso a los demás cuando me toca ir de pie o es difícil caber en los pequeños espacios de una combi
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No tiene mucha ropa, porque prefiere ahorrarse el maltrato en las tiendas: ese instante cuando la barren con la mirada al preguntar si hay alguna talla, que de inmediato le digan que no hay prendas de su tamaño o la envíen directamente a las tallas extras, donde no hay prendas bonitas. Opta por comprar en un sitio de Internet con tallas grandes y más variedad. También le molesta que la ropa grande es más cara.
Víctimas femeninas
Los especialistas advierten que las mujeres son las principales víctimas de la gordofobia, porque en nuestra sociedad es más tolerado que los hombres tengan kilos de más
. La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2018 destaca que 76.8 por ciento de las mujeres mayores de 20 años en México sufren obesidad o sobrepeso.
Carlos Contreras, profesor-investigador del Departamento de Sociología de la UAM Iztapalapa, apunta que hay incomprensión
de la obesidad: “Es una afección crónica que desencadena un proceso de inflamación; sucede un cambio estructural y metabólico, que hace que las personas no puedan bajar fácilmente de peso, porque ya cambió el funcionamiento del cuerpo.
“Es equivocado pensarlo como algo menor, tanto para quien lo padece como para quien lo observa. Difícilmente nos burlaríamos de alguien con cáncer o hipertensión, pero sí lo hacemos con personas con sobrepeso u obesas.
Erróneamente, la obesidad no es vista como enfermedad, sino como falta de voluntad y exceso de alimentación, y pone en las personas que la experimentan la responsabilidad de curarse. Es mucho más complejo
, y conminó a no olvidar que vivimos en un ambiente obesogénico.
La discriminación se autorreproduce en la medida en que las personas creen lo que los demás dicen a partir de un estereotipo. Así, los gorditos podrían pensar que en efecto es su culpa, que les falta voluntad, que a la sociedad no le toca hacer nada y que sólo ellos deben resolver el problema, y eso es falso
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En el foro Gordofobia, del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México (Copred), Izchel Cosío, investigadora de estudios críticos de género, señala que esta discriminación no es sólo un tema cultural, sino también estructural, porque tiene arraigo profundo en las estructuras que se superponen a partir de un discurso de salud, pero que también tiene que ver con la belleza y la moral
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Alejandra Oyosa, feminista y activista antigordofobia, indica que este es un estigma brutal y además está normalizado; la gente da por hecho que estas prácticas discriminatorias hacia las personas gordas son normales y justificadas
y se enmarcan en la libertad de opinar sobre el cuerpo de los demás.
Paulina Magaña, coordinadora de salud alimentaria de El Poder del Consumidor, destaca que la estigmatización de quienes viven con obesidad tiene efectos sociales, pero también en las políticas públicas, porque prevalecen creencias sociales, actitudes y hasta el lenguaje que usamos. Tendemos a culpar a las personas obesas y las responsabilizamos sin considerar el entorno alimentario
. Agregó que por mucho tiempo el Estado fue omiso en asumir que enfrentar la obesidad y el sobrepeso nos toca a todos, no sólo a quienes viven con esta condición
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