Kiev. Decenas de ostras abandonadas en un rincón del restaurante de mariscos Chernomorka en Kiev es todo lo que queda de la efervescencia gastronómica de la capital ucrania hasta la invasión rusa, hace casi un mes.
Ahora, este local de moda del centro de la ciudad, decorado como un faro azul y blanco, sirve comida gratis a los habitantes de Kiev, que las fuerzas rusas van rodeando lentamente.
Chernomorka es uno de los restaurantes que participan en el dispositivo de guerra, para ayudar a las personas que tienen problemas para encontrar alimentos.
"Esto es lo que podemos hacer", dice Dmitro Kostrubin, de 42 años, responsable de desarrollo del establecimiento, mientras varias personas mayores están comiendo en bandejas de poliestireno.
Los blinis con caviar de trucha, el caviar de lucio con cebollas verdes o los mejillones con salsa Thermidor han desaparecido del menú desde el cierre del restaurante el 24 de febrero, primer día de la invasión rusa.
Las personas que van ahora al Chernomorka reciben un plato sustancioso de arroz con pollo.
Tampoco hay champán y la comida se sirve con un vaso de zumo de naranja. La venta de alcohol está prohibida en Ucrania desde el inicio de la guerra.
Aunque todo el mundo puede ir al restaurante, la mayoría de las personas que acuden son mayores, explica Kostrubin.
"Algunos de ellos piden comida para vecinos que no pueden salir o están en la cama. Evidentemente confiamos en ellos y les damos también", añade el responsable, que logró regresar a Ucrania desde el extranjero la semana pasada.
"Una buena idea"
Hasta ahora, la capital ucrania no fue bombardeada por el ejército ruso como Járkov, segunda ciudad del país, o Mariúpol, el puerto estratégico en el mar de Azov, cuyo asedio los ucranios comparan con el de Leningrado –actualmente San Petersburgo– durante la Segunda Guerra Mundial.
No obstante, hay escasez de productos frescos en los comercios y se forman largas filas.
"Se necesita tener fuerza para hacer fila para la comida", asegura Minuar Barisbekova, contable retirada de una empresa de construcción, al recoger un almuerzo para llevar.
Esta mujer supo de la existencia de esta distribución de comida gratuita gracias a un correo electrónico. Y decidió venir para "desentumecer las piernas". De lo contrario, "me quedo en casa de la mañana a la noche dándole vueltas a mis miedos", agregó.
"Pensaba proponerme como voluntaria, pero no han querido aceptarme, tengo 74 años", explica.
Mila Anderson acompaña a su madre Liudmila, de 83 años. Esto ayuda, en el "estrés" de vivir en una ciudad con bombardeos diarios. "Es una buena idea", dice esta profesora de inglés.
"Nunca había venido aquí pero había oído hablar de este restaurante de pescado (...) Ahora no tienen todas estas cosas pero, con suerte, todo esto acabará pronto", añade.
Las comidas gratuitas son distribuidas en coordinación con el Food Market de Kiev, fundado por el restaurador ucranio Alex Cooper, dueño de una serie de restaurantes en todo el país.
Un ejército necesita comer y numerosos restaurantes de la capital se movilizan también para alimentar a los combatientes. Pavlo Chevtsov, al frente del Molodist del Food Market, indica que ya ha preparado unas 6 mil comidas para "nuestros hombres".
"Sabemos cocinar", dice. "Quizás no sabemos combatir, ni llevar medicamentos, armas o municiones. Pero estamos presentes y hacemos lo que podemos", expresó.